recorrer el tiempo,
caminar corriendo,
pasear sin rumbo.
Anotarlo todo,
redescubrirlo en palabras,
reescribirlo como fe de erratas,
a pié de página en el gran volumen de Dios,
sin miedo,
dueña absoluta de mi propio estilo con su venia,
pues Él me creó y me dio estos dedos como plumas
y en vez de un piano como hubiera más querido,
me puso papeles en blanco sobre la mesa
y me encendió la luz.
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