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jueves, 30 de diciembre de 2010

Un año más.

"Un año más , qué más da.
Un año más que se va!!!..."
Es la letra de una canción que es un clásico,  creo que es la cumbia oficial que se oye luego del himno nacional y la cueca que tocan para el año nuevo. La oigo todos los años y ni así sé cómo van esos versos.
La cena, los fuegos artificiales por televisión, al mismo tiempo que  alguien pasa con la bandeja repartiendo copas con champaña, las cucharadas de lentejas sin sal ni aliño, la torta con el cafecito, esperar a que suene el teléfono, y no pasará mucho rato en que la visita exprese su deseo de irse. Sacar el auto para ir a dejarla, rogando por no toparse con desalmados y cretinos por la ruta a exceso de velocidad y en excesivo estado de ebriedad.
Todos los años es más o menos lo mismo.
Nunca mis años nuevos fueron muy entretenidos.
Recuerdo que cuando mis abuelos paternos estaban vivos, se acordaba una cuota por persona y nos íbamos a un restaurante que tuviera cotillón y orquesta en vivo, como se estilaba en esos años. Orquesta, no DJ. Generalmente, el restaurante elegido era Calabrano, en el Km 3.5ó 4.5, ya no recuerdo, de la ruta a Santa Juana.
Se juntaba un choclón considerable. Lo entretenido para mí era que iba mi primo que es como uno o dos años mayor que yo y oficiaba como mi pareja de baile. Pero a lo que entró a la adolescencia, comía con nosotros, daba los abrazos y cinco minutos después de las doce, su papá tenía que llevarlo a la casa de algún amigo desde donde partía el carrete juvenil. Que siempre adiviné como más entretenido que tener que quedarse entre pura gente grande.
Yo como era más chica, obviamente, me quedaba con mis papás hasta que decidían irse. Como ya no tenía con quien bailar, mis tíos, mi abuelo y mi papá se turnaban para que yo no me sintiera aburrida mirando a todos  los demás divirtiéndose y yo sentada sólo mirando de lejos.
Ahora, que lo pienso, fueron muy lindos conmigo. 
Que tonta se es cuando no se tiene la perspectiva que dan los años, no?
Bailar con el primo tampoco tenía mucho brillo, pero era al menos como de mi edad.
Me acuerdo de una vez que fuimos en patota a esperar las doce, con la champaña y vasos plásticos, al Barrio Universitario porque había un show en la explanada de la Biblioteca Central y después de la media noche había un espectáculo de Fuegos Artificiales que tenían preparados en el sector de la cancha de hockey. Los tiraron muy bajos y las brasas caían aún encendidas sobre las cabezas, al menos esa era la sensación. El disparo se sentía atronador, recuerdo que me sentí como si hubiese estado como en   un bombardeo aéreo. Me imaginaba Berlín en el '45.
Pero lo que recuerdo como más divertido fue que toda la gente que había llevado champaña, comenzó a destapar las botellas haciendo saltar a la distancia los corchos para que les cayeran encima del mate a cualquiera que no los esquivara a tiempo. Cuidaaaaado, un corchoooooo!!!!
Muy desgraciados pero divertido. Me reí N. 
Creo que ese año '94 fue el último que se celebró en la U de Conce.
Después comenzaron a tirar lo Fuegos del puente Viejo, después del Llacolén y ahora desde la costanera.
Es una lata.
En la U era más choro, más seguro al menos y se podía ir a patita, no era necesario tener auto. 
El mejor Año Nuevo que recuerdo fue el del '96 para el '97. Fue una reunión familiar entrañable. Todo se dio para que coincidiéramos  y nos pudiésemos reunir en los Lleuques. Fueron como tres o cuatro días  de comer y comer. Que manera de patachar. Al desayuno pailas de huevos frescos con tortilla de rescoldo calentitas, y a media mañana, antes del almuerzo, el desayuno escolar: harina de avellana con azúcar y malta Morenita.  De almuerzo porotos granados con asado a la olla y ensalada de tomates, pastel de choclo, humitas, tortillas de rescoldo. Después de la siesta, jugar a la sombra de los olmos unas manitos de carioca con todos mis tíos, hermanos de mi abuela, recordar viejos versos, letras de canciones, e historias geniales, amenizadas con unas cervecitas heladas y tajadas de sandías con harina tostada. Para rematar,  en la tarde con la fresca, ir a preparar el fuego en el asador para tira a las brazas unas carnecitas. Recuerdo que alguien había llevado un costillar de cordero y que estuvieron dándole vuelta en no sé cuántos turnos, de hombres, como por más de tres horas, luego llegaron las mujeres, que habían dicho que ellas no comían esas cosas porque según ellas la carne de cordero sube el colesterol pero que al final dieron cuenta de las costillas y no dejaron casi ninguna para los que estuvieron desde el principio dándole vueltas disciplinadamente al fierrito caliente del espiedo. Jajajaja!!! Nunca sabes para quién trabajas, cierto?
Lo lindo y especial de ese Año Nuevo fue que fue el último en que estuvimos todos reunidos, antes que comenzaran a morir los tíos viejos. Fue realmente inolvidable.
Los Años Nuevos mejores de mi vida, supongo que son los que están por venir.


Feliz Año 2011 para todos mis amigos. Un abrazo muy grande!!!!!!

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Luz amarilla.

Han pasado unos meses y ya no es como al principio.
Van a penas unos meses, qué más será dentro de años.? Ni nos miraremos?
Al comienzo era capaz de descifrar mi estado de ánimo, supongo que por mi mirada, mi voz, no sé. Algo en mí debía delatarme de algún modo. 
O bien, me he vuelto una maestra en esconder mis penas que ya no las puede siquiera adivinar. Quizás la resolución no era muy nítida y no captó la diferencia. O simplemente, le está dejando de importar cómo me sienta. O bien, entendió muy bien cómo me sentía, decidió no tocar el tema y quiso subirme el ánimo y me cambió el tema sin preguntarme detalles sobre mi día.
Hoy no fue un buen día, tuvo bastante de amargo. Fue uno de esos que habría preferido saltármelo del calendario.
Cierto que no tenía muy clara la idea para explicar qué era exactamente lo que sentía, pero habría preferido oír cosas tiernas, hoy necesitaba ser reconfortada en el corazón. Hablar y no tanto escuchar. O al menos escuchar su voz haciéndome sentir apañada, apapachada en el alma.
Será un síntoma para un conflicto mayor?
Es una luz amarilla  que me está indicando precaución? No tan rápido que va a cambiar a rojo?
Es verdad, a veces es un casi como un monólogo, a veces me gusta que así sea pero otras veces me gustaría que me escuchara un poquito más.
O acaso los hombres  pueden ser confidentes sólo si son gays?
Es, a caso, un signo de ego grande, enorme como un aeroestático?
Me preocupa, de verdad me preocupa. Pero tampoco tengo ánimo de entrar en polémica, en pedir explicaciones, de re-re-remarcar la cancha. No estoy de ánimo, hoy no.   
Pero también temo que si lo dejo pasar se vayan agregando archivos y agrandando el dossier con este tipo de "detallitos" hasta volverse un mamatreto que luego dé una lata horrible revisar para ver cómo fue que se complicó todo, a dónde todo se comenzó a perder sin retorno, dónde estuvo la raíz del conflicto. Si es que buscarle alguna explicación a esas alturas tenga algún sentido.
No sé, ya no quiero pensar.
Sólo habría querido un abrazo.

martes, 28 de diciembre de 2010

De alta, oficialmente.

A pesar de las circunstancias tristes del entorno a la situación misma, en mi lado egoísta me alegré por mí.
Comprobé en carne propia que estoy sana completamente, me puedo dar de alta definitivamente.
Hoy lo vi y como si nada. No se me aceleró el corazón, no me palpitó la carótida. Estoy curada de ese mal de amores.
Hoy me sentí poderosa, mi vuelo es a varios miles de kilómetros sobre el nivel del mar, vuelo muy alto desde hace bastante tiempo. Ya no soy una pájara fácil de atrapar.
Pero por qué, qué hay, que aún siento que algo queda pero sin quedar. 
No me interesa que algo quede porque ya lo di por concluido, oleado y sacramentado, hace mucho rato ya. Pero ese abrazo aún me recordó a otro, menos protocolar, y su voz en mi oído me sonó igual de insinuante aunque las palabras eran otras, unas simples sin mayor importancia, pero en el sonido, similares a otras menos formales. Por qué esa caricia innecesaria, que sobró, pero que a la vez hacía falta,  la sentí como "aún estoy aquí, aún no te he olvidado"?.
Sé que no habrán más palabras que esas que  ahí se dijeron, sin salirse del parlamento de buena crianza y quiero que así sea. 
Está muy bien que quede el agua quieta, no hay para qué remover el fango. No tiene sentido.
Pero no puedo evitar sentir curiosidad sobre qué pensó, qué sintió.
Es hombre, no es muy difícil adivinar qué pensó, pero me pica la curiosidad en el ego por saberlo de primera fuente. Es una tontería, lo sé.
Como la curiosidad mató al gato, y yo no soy un gato. Le hago el quite a la curiosidad y esto es lo último que escribo respecto a este tema que hasta aquí se queda.
No importa las veces que nos volvamos a ver.
Ya estoy bien, ya crié anticuerpos y me siento firme y fuerte como para no recaer.
Estoy de alta, oficialmente.
De eso me alegré a pesar de las tristes circunstancias que rodean la partida de un ser querido.
Feliz viaje, tío C.
Allá nos volveremos a ver, algún día.

jueves, 23 de diciembre de 2010

"Un tiempo para compartir".

Es raro, acordarme de una película que nunca  vi.  Pero recuerdo el título, lo que me hace suponer de  qué se trata y tal vez por ahí leí alguna reseña que me quedó registrada en el disco duro.
Se llama:  Una Cadena de favores, o algo así.
La recordé a propósito de estas fechas.
Me parece que la película se trataba de un niño que inició una especie de campaña para cambiar al mundo, de  lograr que las personas hicieran un acto solidario, sin ánimo de lucro, por alguien más, en cadena, una cosa lleva a la otra, haciendo que las cosas funcionen pero bien, lograr un objetivo preestablecido o no, o tan sólo mejorar las cosas y en el proceso sentirse bien, mejor, consigo mismo(a) que es lo mismo que sentirse feliz, al menos hasta que la satisfacción que da  hacer algo bueno, dure. 
"Una mano lava a la otra", "hacer el bien sin mirar a quien", "hoy por ti mañana por mí", "dar hasta que duela", "dar sin esperar nada a cambio", "la felicidad está en dar, no en recibir" 
Que linda sería la vida si estas frases que acostumbramos a oír las pusiéramos en práctica siempre, 24 horas al día, 365 días al año, durante toda la vida. 
La Navidad es  "un tiempo para compartir".  Pero por qué sólo hay que esperar a que llegue la Navidad para sentir una especie de permiso oficial para ser buena persona, solidaria, caritativa, y generosa?
Por qué no ser simplemente así, decidir ser buena persona en la vida. Hacer de la vida una Navidad permanente.?
Me acordé de la película porque en algún momento sentí que no cuesta regalar una idea, una palabra de aliento, que puede llegar a ser una humilde lucesita al final de un túnel que trata sólo de hacer sentir mejor, de aliviar en algo la pena, la contradicción vital, la angustia existencial en que las mentes brillantes suelen caer.
Si todos hiciéramos algo bueno sólo por el gusto de hacerlo, porque sí, porque así debería ser o porque se siente bien hacer algo bueno y bien hecho, no sería este Mundo un Paraíso?
 FELIZ NAVIDAD !!!!!!!!!! MUNDO cruel!!!!
Y Feliz Navidad a quienes no quieran ser víctimas del Mundo porque así lo han decidido.
SALUD por eso!!!!!
Que la fuerza de las buenas intenciones  se sobreponga siempre ante las dificultades!!!!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

De Solitario I a Solitario II (III parte)

No puedo evitar dejar pasar tanta angustia y soledad existencial.
Tal vez porque muchas veces he estado ahí y siempre quise sentir una mano amiga cerca.
Los miedos, según como los veo, son naturales a la condición racional del ser humano.
Sentir miedo no es igual a ser cobarde. Sentir miedo es parte de ser alguien inteligente. El miedo preserva la vida. Pero como la mayoría de las cosas, en la vida, los excesos no son buenos.
Cuando los miedos se nos pasan de la raya y nos comienzan a perturbar la idea que podamos tener de la normalidad, comienzan a influirnos en las decisiones y elegimos quedarnos solos en vez de salir y disfrutar del lindo día que pueda hacer afuera, a quitarnos la libertad de hacer lo que queremos hacer, a amargarnos la existencia porque nos hacen sentir infelices. 
No. Así no se puede. 
Debes, y digo "debes" porque debes imponerte, debes rebelarte, mandarlos a la cresta, que se jodan, que vayan a molestar a alguien más pero a ti no, porque tú no estás para boludeces.
Los miedos no pueden comerte.   No debes dejarlos.  Tienes la obligación de espantarlos: "Ahuyentarlos"!!!
Todo está en tu interior, tanto tus debilidades como tus fortalezas.
Búscalas y encuéntralas. No abandones hasta tener una respuesta que sólo tú puedes hallar.  
Nadie en este mundo está por casualidad, todos somos una ficha de dominó, somos eslabones de la  cadena que llamamos: Vida. 
Sólo podemos decidir, quizás, qué tipo de eslabón queremos ser, uno fuerte o uno débil.
Y creo, que eres mucho más fuerte de lo que piensas porque tienes la capacidad de comprenderlo todo, más allá del común de los mortales.  Eres capaz de darle vuelta y media más, a todo, y esa es una capacidad, que si la tienes los miedos jamás te devorarán. 
Sólo tú debes creer en tu capacidad de comértelos a ellos, masticarlos y escupirlos lejos.
Y si vuelven?
Que se atrevan.
Qué decidirás?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Intersticios.

Dice Umberto Ecco, "existen tantas lecturas del Quijote como lectores hayan", o algo así, ya no recuerdo la cita exactamente.    Pero esa es la idea que tenía que ver con los espacios en blanco que quedan entre las ideas que evocan las palabras en un texto, que son rellenados por los lectores individualmente a partir de sus propias experiencias.
Me pregunto si esta especie de sentencia o máxima, tiene aplicación también para los hechos de la vida cotidiana. 
Cuánto de lo vemos lo interpretamos a partir de quienes somos y como somos, de como vemos el mundo, de como estamos en él.?
Creo que una buena manera de comprender como funcionan las cosas en general en la vida, el comportamiento de las demás personas, es conocerse a sí misma (o). 
Es el único modo que se me ocurre para desarrollar la empatía, que es la capacidad de saber ponerse en el lugar del otro.
Cuántas discusiones, muchas de ellas inútiles, nos podríamos evitar si tan sólo pudiésemos ver el punto de vista desde la cuadra del frente o al menos de la óptica del otro?
Pero muchas veces ocurre que sólo juzgamos lo que vemos, juzgamos a los demás por sus acciones e interpretamos a favor o en contra según la lectura que hagamos de los hechos a la luz de lo que tengamos en el archivo mental de nuestras experiencias con que llenamos esos intersticios en blanco, que ignoramos, y que a veces hacen toda la diferencia a la hora de ser aclarados y entendidos, que logran la libertad sin cargos del condenado o la horca para el inocente.
Por eso pienso que hay que esperar primero antes de actuar o de emitir un juicio. Esperar por una explicación.  
Que hay que ser capaz de preguntar, sin miedo, -todo va en el tono en que las cosa se digan, siempre- de acotar el significado de las cosas, de hacer saber en el momento preciso las cosas que molestan o que suceden, creo que es fundamental para mantener una relación sana y saludable, sin fantasmas, sin enanitos verdes, sin tonterías que echen a perder lo que puede ser la FELICIDAD. Si es que eso existe como un continuo, y no sólo parches en el camino.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Pobre tonta de mí.

Me siento triste, sola como con frío en todo el cuerpo, un frío que me viene de adentro.
Oigo a Bocelli y se me nubla el teclado.
Soy tonta. Por qué escucho las canciones que amo? Para qué teñirlas de  luto?
Qué canciones dejaré para mí? Cuando no necesite recuerdos que me hagan sentir otra vez como ahora.
Lo que me pasa, lo sé. Lo que me pasa es que  No Sé. Esa es la peor parte de no saber: Saber que no se sabe algo que se debería saber.
Y aunque lo supiera,  no siento que haga la diferencia. De hecho no la hace, porque lo sé y aún así siento frío.
No sé por qué pero aún siento pena.
No me consuela el futuro ni los infinitos sueños.
Aún se me nubla el teclado.
Qué necesito para creer aún más, para creer definitivamente que todo es posible y de verdad.
No pongo en duda que la verdad sea cierta, sólo que sea real algún día.
Por qué me hace tanta falta algo que jamás he tenido?
Por qué esas palabras ya no me quitan el frío del alma?
Pobre tonta de mí.

martes, 14 de diciembre de 2010

Válvula de escape.

Soy un espíritu libre que decide libremente compartir su individualidad.
Lo que implica que el mando de mis acciones no se lo entrego a nadie, ni al Papa.
Pero no es ese el punto de mis disquisiciones internas.  
Lo que quiero averiguar es hasta qué punto estoy dispuesta a tranzar mis espacios que solía considerar propios, en los que me siento libre de ser yo misma, en los que siento que puedo decir absolutamente todo lo que pienso.
Espacios como éste, no lo cedo. 
Es mi válvula de escape.
Creo que esto va más allá de una simple cuestión de géneros, es un asunto parejo, entre seres humanos, da lo mismo hombre que mujer, a ambos le debe ocurrir lo mismo. 


Por qué se teme tanto a la libertad del otro.?


Por qué tanta desconfianza en el criterio del otro para hacer uso de esa libertad que nos hace individuos?


Acaso se teme que el otro haga lo mismo que en el fuero interno no se cree ser tan incapaz de llegar a hacer. Operando de cierta forma como una especie de proyección mental, hipotética de sí mismo, en el otro? 
Si  no tengo nada malo en mente, por mi parte,  por qué supondría algo malo en el actuar del otro?
Por qué suponer intenciones poco santas en los demás, si no estoy pensando nada que no sea santo?


Dime qué piensas y te diré quién eres. Pareciera ser aquí la pregunta.


Cuando se acepta a otro ser humano que entre en nuestra vida, es un proceso similar a cuando se invita a un conocido a la casa, no se hace pasar de inmediato hasta el fondo, dejando que se sienta dueño de la propiedad completa, no. Lo usual, es recibirlo como visita, observando cierto protocolo, hacerlo pasar sólo hasta el living,- "toma asiento, siéntete como en tu casa, quieres un café?"-, cuando en el fondo lo que dices es, -quiero que te sientas cómodo en mi compañía pero no te acostumbres que ésta no es tu casa y yo no soy de tu propiedad, sólo estoy siendo bien educada, es todo-.
Cuando se deja pasar a otro ser humano hasta el corazón, no se le entrega el mando del timón de la vida propia,  tal como no se entregaría a una visita, por más de confianza que sea,  las cuentas de la casa para que las pague de su propio pecunio, o la lista con las compras del supermercado para que fuera a hacer el pedido del mes.
Yo tengo mi mundo propio, será interior más que exterior, pero es mi mundo. Yo decido por mí misma lo que hago o lo que dejo de hacer. Sé lo que hago, cómo, cuándo y a dónde, desde hace mucho rato ya.
Si siento que necesito consejo, lo pido, pero no soporto recibir órdenes, y menos subliminales.
Las manipulaciones conmigo no van, menos las sutiles, esas que agarran el sartén por el mango, que hagas lo que hagas igual estás cumpliéndole el deseo, aún contra tu voluntad, tu ego herido, y el orgullo ardiendo como ají en una llaga. 
Cuando te dicen que no, pero que en el fondo es sí. Y al final, lo que decidas hacer te hace sentir culpable igual, pero lo peor es cuando te hace ver como culpable, aunque seas completamente inocente, y quedas  con la sensación  de haber perdido la demanda igual.  Es tan difícil recuperar el buen nombre!!!
Y parece como todo lo demás que haces es sólo por sentido de culpabilidad, para expiar tu conciencia.
Y nunca más lejos de esa intención.
Cuando un culpable dice que es INOCENTE, tiendo a creer en una primera instancia que hasta no se compruebe su culpabilidad, lo es. Pero como hay tanto pillo que se aprovecha, la ley de la vida es más dura, y me ha enseñado a pensar que el acusado es culpable hasta que demuestre su inocencia.
Pero en este caso pequé de inocente y me siento culpable por haber sido tan inocente.
Apelo a la confianza en mi criterio de saber lo que hago con mi vida, de que sé usar la libertad que defiendo a morir. Y que jamás, a pesar de todo el amor que en mi alma puedo sentir, jamás entregaré el mando de mi vida a alguien que no sea mi Conciencia.
Si eso me cuesta una condena de 100 años y un día, aunque me mata igual con 24 horas de silenciosa espera, que así sea. Estoy dispuesta a asumir la responsabilidad de mis actos.
Lo más cómico de todo esto es que ni siquiera ha habido intención y menos acto.
Sea lo que sea, hay que erradicar de cuajo a los enanitos verdes. Y si para eso debo trapicarme con mi orgullo, lo haré.
Porque esto va más allá de mi orgullo que a veces se pone muy tonto y no piensa con claridad. No pesa las cosas en su justa medida, exagera la nota y desafina toda la armónica sinfonía.
Querías azul?
Bien, tienes azul, he hecho el azul para ti.   Pero no me digas que no era el azul el color que querías, que no me estabas pidiendo ningún color en particular, pero con una voz y con una expresión de estar pidiendo azul, todo el rato, sólo para ver si yo era capaz de hacer el azul que tú querías que yo hiciera.
Me estabas probando. Consciente o inconscientemente, no lo sé. Pero ahora que ya sabes que soy capaz de hacer azul, también sabes que mi límite va más allá de hacer sólo ese azul. Que así como hice ese azul, puedo hacer muchos otros azules, incluido tú.
Eso acojona, no?
Bueno, me quieres manipular.?

viernes, 10 de diciembre de 2010

La lechera.

Me dio un bajón y parece que volví a la infancia.
O bien, todo lo que  creí olvidar de los cuentos que oí de niña, se me quedaron prendidos en algún doblez de la mente sin querer y que por alguna razón ahora reflotan y me hacen ver la luz al final del túnel.
Para qué construir tantos castillos en el aire. Primero es lo primero.
Piano, piano. Despacio por las piedras. Vamos quemando etapas, una a una, primero.
Para qué adelantarse tanto, para qué proyectarse como una recta hasta el infinito y más allá.
No porque crea que no va a resultar, sino porque para qué perder energía en soñar tanto futuro.
No quiero ser como la lechera de la fábula. Otra fábula.
De tanto soñar lo que haría con el dinero que  ganaría con la venta de la leche que llevaba dentro del cántaro sobre su cabeza, que no se fijó dónde pisaba y se sacó la cresta, quebró el cántaro y se derramó toda la leche sobre la tierra.
Perdió pan y pedazo.
Como ya sé la historia, aprendí la moraleja y no quiero que me pase lo mismo.
Por eso no quiero soñar tan a la distancia.
Primero lleguemos al pueblo con la leche intacta. Vendámosla al mejor precio posible y recién, sólo entonces, vemos en qué "invertimos" el dinero que pudimos ganar.
Tiene lógica o no?

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Simple y claro.

Cuando todo sale a pedir de boca.
Por qué?
Qué es?
Es suerte?
Es el premio de consuelo que me otorga la vida por todas esas veces que me he sentido una perdedora?
O es porque de algún modo hice algo bien?
Si fuera más creyente, una más acérrima y no tan tibia, pensaría que es porque Dios, en persona, me tiene algo de cariño y hace que me pasen cosas buenas, de vez en cuando.
Cual sea la respuesta, lo que importa son los resultados. Y las cosas marchan bien.
Hoy me he dado cuenta de algunas cosas.
Si la historia se ha escrito tal como se ha escrito hasta ahora es por algo.
No logro ver aún el final, pero sí puedo ver un poco la trama que se ha venido entretejiendo hasta el momento para encontrarme precisamente en este momento, ahora, aquí.
Aquí, feliz y enamorada, enamorada de la vida, del mundo, de la humanidad y de las mil cosas que sueño.
Sólo me pregunto, hasta cuándo?
Porque sé que nada es para siempre, en algún momento temo tener que -bailar con el feo-, porque sé que nada puede ser perfecto y así como "no hay Mal que dure cien años ni tonto que lo aguante", tampoco hay Bien que dure mil años ni afortunado que lo disfrute.
Y si todo fuera una simple confabulación del destino, pero a mi favor?
Por qué no permitirme creer que sí, que si es posible ser feliz y sin temor a sufrir, sin sentirse culpable de desear ser feliz ni con temor a lograrlo.
Por qué la felicidad asusta tanto?
A caso se es más feliz sintiéndose infeliz?
Claro, siendo infeliz no se atrae la envidia de los demás. Siendo infeliz se concita la lástima y el desprecio de los otros, que siempre resulta más llevadero que el odio y la envidia que genera en el resto que alguien se quiera sentir o se sienta feliz.
Cuándo se dará cuenta el Ser Humano que ser feliz es mucho más fácil de lo que se cree.
La Felicidad, más que un estado transitorio de ánimo, debiera ser una filosofía de vida, un modo de concebir la vida, de ver las cosas, de aquilatarlo todo; un objetivo transversal y final en sí, sin el que no tuviese importancia absolutamente nada más.
En los colegios debiera ser un ramo: "Cómo saber ser feliz" y en las Universidades se debiera impartir como: Felicidad I, II y III. Y el que no aprueba se va feliz para la casa porque deberá ser un imbécil que no entiende absolutamente nada de la Vida, de las cosas realmente importantes de la Vida.
Ser feliz, así, simple y claro.
Es tan simple como complejo. Y de tan complejo llega a ser simple: Ser feliz y no, estar feliz.
Ser o estar? "Esa parece ser la cuestión."
Yo quiero ser feliz.
Y ojalá todo el Mundo pudiera ser tan feliz como me siento.

lunes, 29 de noviembre de 2010

La rana.

Tal como las frutas que cuelgan de los árboles, la vida no es perfecta.
Sólo el lado que da de cara al sol es el que madura primero, y se torna dulce y jugoso, perfecto.
Pero, válgame, el lado que se desarrolle a la sombra, porque ése será siempre desabrido, ácido o amargo.
A veces, en la vida las cosas resultan bien por un lado pero por otro, no.
Por qué cuesta tanto encontrar el equilibrio?
Por qué las cosas no pueden ser más perfectas, que fueran al menos como deseo que sean?
Y lo peor es que las cosas que resultan bien, pierden importancia porque todo el sentido de importancia que podían tener, lo tenían sólo en relación a esa otra parte que por A, B o C motivos, dejó de funcionar, de un momento a otro, sin un buen motivo aparente.
No entiendo nada.
Qué estoy haciendo mal?
Soy la rana de la fábula.  La rana acaba muriendo a causa del veneno que el escorpión le inocula, porque el muy "escorpión" no puede evitar su propia naturaleza.
Y no quiero ser la rana.

sábado, 27 de noviembre de 2010

La Corrida.

La mañana amaneció nítida y radiante.
A mediados de julio, el verano, gobernaba sobre los campos y a la distancia, en todo su esplendor, reverdeciendo los prados  y cultivos que desde el aire perecían colchas de patchworks.
No había podido dormir en toda la noche, pensando, tratando de recordar todos los consejos oídos a lo largo de toda su aún corta vida.
Hoy era el día en que cumplía 18 años, y los cumplía justo el día en que se celebraba en el pueblo mayor una gran fiesta.
Se sentía muy ansioso de sólo pensar que hoy sería el día que había estado esperando toda su vida.  Hoy, era ese gran día, el día en que se sometería a la gran prueba que todo bien nacido en aquellas tierras, debiera pasar, al menos una vez en la vida, siguiendo la tradición que, por generaciones de hombres en su familia habían desafiado a la muerte en un par de ojos oscuros y brillantes.
De todos sus primos y hermanos mayores que hoy correrían junto a él, algunos lo harían ya por segunda o tercera vez. Algunos de ellos habían sufrido pequeños accidentes  en su primera experiencia, que les habían dejado cicatrices en rostros, brazos y piernas que presumían orgullosos antes las chicas del pueblo cada vez que tenían la oportunidad.
Definitivamente hoy sería un día memorable, lo podía sentir, el día en que se haría hombre, uno digno de llevar el apellido de una larga estirpe de vencedores de la muerte.


Clareando aún el alba, se levantó de un salto de su tibio lecho y salió al campo descalzo, sintiendo la hierba mojada por el rocío en la planta de sus pies.
Una gloriosa aurora que derramaba luz como varillas de oro sobre las praderas, le hirió la vista pero pronto acostumbró los ojos a esa luminosidad exquisita con que lo recibía el día.
Se adentró aún más en los dominios de la hera para sentir mejor la briza pura y aún fresca de la mañana, dejando que el aroma a yerbabuena le penetrara por los poros hasta la sangre.
En un íntimo e improvisado rito de comunión con la Natura madre y Dios, se despojó de su pijama, plantándose frente al sol, bien firme, con los ojos cerrados, al tiempo que respiraba y exhalaba profundamente con los brazos extendidos en cruz, dejando que el gélido aire matutino le llegara al espíritu.
Podía sentir que estaba a punto de ser testigo de un acontecimiento sobrenatural.
Permaneció así, inmóvil, erguido  y tenso respirando profundamente hasta que un ladrido de perro, a la distancia, lo sacó de su místico trance.   Abrió los ojos y sintió pudor de haber sido sorprendido desnudo. Se puso rápidamente el pijama, pero luego comprendió que nadie más estaba cerca, que todos los demás dormían plácidamente aún.


Al rato, lentamente, el resto de la familia fue despertando y cada uno se fue incorporando a sus tareas habituales, las acostumbradas para echar a andar el día y la casa.
Los campeones del clan, esa mañana, recibieron doble ración de un desayuno energizante que por generaciones se venía repitiendo sin que nadie se atreviera a modificar en un ápice la cantidad de tocineta en los huevos revueltos sobre la tortilla que le correspondía a cada uno, acompañando a medio litro de leche con miel que quemaba la boca del estómago de lo caliente y relajante que estaba.


El camino de la casona hacia el pueblo estaba atestado de coches, carretelas, automóviles y hombres a caballo que como romeros en una procesión, avanzaban lentamente.
Las mozas más guapas, saludaban desde las puertas y ventanas de los balcones de las casa a la orilla del camino principal, agitando pañuelos rojos que luego lanzaban al aire, con la esperanza de que un atractivo soltero y buen partido, lo atrapase en el aire y se lo atase al cuello en señal de buena suerte. Según la creencia popular, el desafortunado que no lo cogiese al vuelo, debía dejarlo en el suelo, si quería evitar ser herido de gravedad.
A la altura de la mitad del pueblo, se detuvo ante el balcón de la muchacha de la que se había sentido enamorado desde la primera vez que la vio cuando la profesora la presentó en clases de quinto grado. Esperó a que se asomara por la ventana a ver si le aventaba una pañoleta. Su sorpresa fue mayor cuando la vio más bella que nunca con un gran pañuelo de seda  rojo en las manos.
Ella parecía buscar a alguien entre la multitud, sus ojos se perdían escudriñando los rostros de miles de hombres que como caravanas de hormigas desfilaban bajo sus pies.
Se animó a acercarse y a llamarla por su nombre en voz alta. Ella, se volvió con una gran sonrisa hacia donde él se encontraba de pié en medio de la multitud que en ese momento pareció desaparecer del todo.
Se llevó la pañoleta a los labios sellándola con un beso de amor y se la lanzó al viento, sin decir algo, sólo sonriéndole como una mañana asoleada.  Las brisas de la fortuna guiaron el vuelo del paño hasta las manos del enamorado, al cogerlo se llevó el pañuelo a la nariz para embeberse del aroma a beso de su amada, y sin perder tiempo lo ató a su cuello. No hubo tiempo para despedidas, los corredores que por un momento parecieron respetar ese mágico momento, comenzaron a avanzar arrastrándolo con la corriente.


Al llegar al pueblo, por el extremo opuesto a la Arena Mayor, sobre un gran escenario, construído varios días antes, ya estaban las autoridades esperando para darles la bienvenida a  los participantes locales, nacionales y a todos los extranjeros venidos desde las partes más insospechadas del planeta a vivir una de las más locas y adrenalínicas de las experiencias de vida que aún se mantienen vivas desde tiempos inmemoriales.
Las callejuelas del pueblo lucían atestadas como si hubiesen sido diseñadas para hacer de represa y contener así a ese inmenso río humano blanquirojo que amenazaba con desbordarse en cualquier momento mientras aún se mantenía contenido a la espera de que la voz de  largada fuera dada.
Todo aquel flujo estancado palpitaba ascelerado y al unísono, queriendo sentir la sensación de tener a la muerte pisándole los talones, desafiarla y reírse de ella; medirse así mismos, probarse ante sus propios límites; descubrir y probar por sí mismos lo que dicen se siente; sentir la adrenalina galopando frenéticamente por las venas.


Él esperaba probarse así mismo y averiguar si estaba hecho del mismo material que sus hermanos y  primos, pero sobre todo, si había heredado el mismo temple de su padre, de su abuelo y de todos sus antepasados. Quería sentirse parte de una historia con tradición familiar colmada de hazañas fabulosas que eran ya leyenda en toda la región. Quien no conociera los méritos de sus ancestros, no era natural de la zona.
Correría hacia delante, con todas las fuerzas sin importar qué. Le sacaría a lo menos, dos cuadras de ventaja a la primera bestia que le siguiera, y luego, a una distancia prudente, quería verle a los ojos.


Largaron a los toros.


Se podían oír  los cascos, a lo lejos, en el empedrado, acercándose con estrépito, mezcla de furia y espanto.
Los hombres, los ubicados al último de la larga manga de gente, empezaron la partida, corriendo y gritando, alertando a los demás. Entonces, el río que amenazaba con desbordarse, cobró vida de improviso y se desbordó, torrentoso, imparable, fluyendo con fuerza y velocidad.
Cuando los animales de la avanzada, penetraron las filas de la retaguardia se inició el descontrol generalizado, sintiéndose los primeros alaridos de horrendo dolor, contabilizándose, así, las primeras bajas en acción.
Las estrechas calles se convirtieron en un tramposo laberinto para los despavoridos individuos que tratando de arrancar sin espacio improvisaban un escape como fuera, trepándose a  balcones, colgándose de carteles aéreos, amparándose en los portales de tiendas y mamparas que algún comedido vecino dejaba entreabierta para el refugio de un corredor desesperado.
Las cuadras parecían eternas, las esquinas parecían no existir, detenerse a pensar por dónde ir durante un segundo le podría haber costado la vida, había que pensar más rápido de lo que las piernas pudieran correr. Mientras no hubiese espacio para que la gran masa no pudiera difurcarse, no habría espacio suficiente.
Todo era válido para sacarle el cuerpo a las bestias desbocadas que les venían persiguiendo más asustadas y confundidas que preocupadas de cornear a un tropel de insensatos.


Tal como lo había imaginado, llegó un momento en que la distancia y la ubicación en la que se encontraba le eran por completo propicias.
Se detuvo en medio de la avalancha de rostros anónimos que se abrieron, pasando por su lado a cientos por segundos, pudiéndolos sólo percibir cómo ráfagas tibias de aire zumbándoles por las orejas.


Un macho, negro y lustroso, con enormes ojos oscuros inyectados de rayos y centellas, le fijó ante su mirilla calculando distancia y fuerza para ensartarle los cuernos, justo en el centro del cuerpo.
Sin perder la calma, pacientemente esperó a que el hermoso ejemplar se acercara, sin quitarle los ojos de encima.
El animal se vino con la cabeza gacha, en línea recta, sin despintar el blanco de su objetivo, dispuesto a llevarle por delante, elevarle al cielo con alma y todo, como una pelota en la cabeza de un goleador, y rematarle con su puntiaguda cornamenta en la caída.


Ya a menos de media cuadra de distancia, se aflojó el pañuelo rojo del cuello y lo extendió, agitándolo como una banderilla. A un metro de distancia, lo usó de capa y el toro pasó burlado por de bajo.
Se vio una promesa de muerte en los ojos de la gran bestia. Se dio la vuelta ante el asombro de todos los espectadores, corredores que ya habían abandonado el reto y que apostados a los costados transformaron la calle en un ruedo románico.
El improvisado gladiador, aún incrédulo de estar dando tamaño espectáculo, entre vítores de algarabía y aplausos de ánimos, se aferró a cientos de años de instinto sobreviviente, logró rearmarse como un torero consumado y sintió que lo invadía una valentía que lo recubría de una fortaleza hasta ahora desconocida para él, que jamás creyó ser capaz de poseer.
Miró fijamente a los ojos del magnífico animal que bufaba raspando los adoquines con una de sus pezuñas delanteras.
Sería un duelo a muerte entre un par de ojos dominantes, filosos como espadas, y de otros que se negaban a ser dominados, peligrosos y certeros como puñales.
La indómita bestia con los ojos entintados en sangre se lanzó al ataque. Al mismo tiempo que él quitó el pañuelo rojo del medio, dejándolo volar en caída libre hacia el suelo. El animal desconcertado perdío por un segundo el foco de su concentración, segundo vital en que el cumpleañero aprovechó para tomar al confundido toro por los cachos, torciéndole la cabeza al extremo de obligarle a doblar el cuello de tal forma que acabó en el suelo sobre el toro.
El toro vencido en su orgullo se levantó en cuanto se sintió libre de presión. Miró al muchacho reconociéndole como a un digno y noble rival  y  en señal de paz, bajó la cabeza y la volvió a subir. Se dio media vuelta y continuó su carrera, calle abajo.


Al darse por terminada la corrida, en la ceremonia de clausura en la que participaba todo el pueblo, el alcalde proclamó oficialmente al muchacho, que cumplía ese día 18 años, como el vencedor de La Corrida, hasta el año venidero.


La celebración fue en grande y  la tomatera, también.


Al pasar la euforia y la efervescencia del triunfo, pensó: -Ahora, puedo tomar, también, a la vida por los cuernos-.

martes, 23 de noviembre de 2010

La Carioca de la vida.

Cuando la vida parece escribirse sola, siento que sólo quiero ser testigo.
Cuando me parece que se necesita una fe de erratas, me comen los dedos por reescribir y enmendar lo que siento no está bien.
Pero cuando las cosas que suceden esperan que yo sea quien dé el primer paso, me tomo al menos mi tiempo para evaluar cuál y cómo será ese próximo paso que necesito dar.
Tengo muy claro cuáles son los próximos pasos, tengo más o menos el naipe armado en mi mano, me faltan algunas cartas que espero me salgan en mi turno desde el maso para completar las escalas, porque esta vez apuesto a las tres escalas, para irme de una y dejarlos a todos arriba, jajajajajaja!!!
Me encantaba hacer eso, todos juntando sus cartitas para bajarse con una escala y un trío o ratoneando con los dos tríos, o dejar arriba a quien estuviera juntando tríos de reyes, ases, queenas y jotas e irme de una con los cuarto tríos o las tres escalas.
Eran buenos esos tiempos en que por las noches de verano nos sentábamos a jugar Carioca en familia, y no faltaba quien se picara cuando perdía.
Yo aprendí  a saber perder cuando fui parte del equipo de Ajedrez del colegio, a dar la mano aún con una derrota insierne, a veces cuando consideraba que había perdido por un error que cometí por atarantarme mucho y tocar una pieza en vez de otra y como la regla es "pieza tocada es pieza movida", me enojaba conmigo misma, y me juraba no volver a cometer el mismo error, entonces, me tomaba el próximo juego con más calma, controlando mi ansiedad de ganar la partida. Miraba a mi contrincante decidiendo si era ganable o no, si decidía que le ganaba sólo por algún detalle visible para mí que le hacía ser ganable, le ganaba. Si  de algún modo me lograba intimidar, sólo de presencia, inevitablemente perdía.
En qué irá?
Ganar o perder. Qué se pierde cuando ser pierde?, qué se gana cuando se gana?
Habrá algún cambio químico de orden hormonal, o algo por el estilo que haga la diferencia?
En qué afecta, cuando lo que se gana o se pierde no tiene mayor trascendencia?
Es el hecho, es el orgullo, es el ego? Qué?
Cuestión de suerte o prestigio?
Pero cuando se tienen todas las intenciones de hacer las cosas bien, lo mínimo que espero de la Carioca de la vida es que me ponga las cartas precisas en el maso para bajarme con honores y completar mi proyecto de vida.
No es pedir demasiado, o sí?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Enamorada?

Enamorada, Yo?
Ja!
Sí, creo que sí. Sí. Definitivamente, sí. Lo estoy.
Y es raro, muy raro. Nunca me imaginé que me pudiera suceder a mí. Es decir, en la vida me he enamorado un par de veces, pero de esos amorcillos que se sabe no van a ningún lado, algo parecido a esos brazos de ríos que se pierden entre la subidas y bajadas pero que  nunca van a dar al mar.
Ahora, siento que es totalmente distinto, nunca me esperé ser querida de vuelta, tal como siento yo querer.
Es un sueño del que jamás quisiera despertar en la vida entera.
Cuando me preguntan cómo estoy, tiendo a responder: -bien, feliz!!!
En los papeles oficiales cuando piden hacer una X en una casilla para indicar estado civil, deberían incluir entre soltera, casada, o viuda, la casilla de "enamorada".
Es un estado de ánimo, pero también es un estado de algún modo de estar en el mundo, de ver la vida, de hacer las cosas con más ganas que de costumbre, de abstracción, de distracción permanente, de pisar a 10 cm del suelo, de que ya nada importa lo mismo que antes, que las cosas son como son y si pueden ser mejor que bueno, pero tampoco importa mucho si no lo son.
La sonrisa se me sale sola por los ojos, no puedo contener la buena onda que me aflora del alma, y sin embargo siendo otra soy la misma.
Como dice Leonardo Fabio: " hoy, yo, quiero a todo el mundo y todo el mundo, me quiere a mí".
Pero Dios los ampare, de que algo no ande bien, porque mi ánimo se vuelve de unas malas pulgas feroces,
y no lo puedo evitar.
Y es lo raro, yo no solía ser así.
Mi ánimo era  más o menos plano, más bien fóme, gris, en el centro 0 de la recta.
Pero ahora que el ecualizador está encendido, fluyo de estado anímico según los bajos y los altos que me toquen de fondo, me muevo según los agudos y graves de los dimes y diretes del amor.
Me muero por mi arqueólogo-entomólogo que me ha descubierto y me hace sentir no como un bitxo raro, si no como uno muy especial.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Talento, se hace o se nace?

Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Se nace o se hace?
O es "1% de talento y 99% de esfuerzo", como decía mi profesora de química en el colegio.?
Según los científicos actuales han descubierto que primero ha sido la gallina. Pero yo insisto, primero fue el huevo.
Y me atrevo a afirmarlo por una razón muy simple. La gallina es un ser vivo evolutivo, descendiente de los reptiles, como todas o la mayoría de las aves. Cómo es que esta evolución fue posible, cómo especies de sangre fría pudieron decantar en especies de sangre caliente? Es un misterio. En las patas de las aves se puede apreciar el ancestro, esas patas escamosas son muy similares a las de una salamandra, o iguana, lo que sea, pero que sea reptil con patas. Y siendo así, los reptiles, ya se reproducían, mucho antes que las aves, por huevo, por lo tanto, es fácil deducir sin temor a equivocarse que primero fue el huevo y no la gallina, o no?
Con lo del talento, es más difícil determinarlo. El que nace genio, nace y no hay vuelta que darle.
Pero esos son los menos.
Yo creo que la mayoría nacemos con ciertas habilidades, pero como al 20% de la carga, algo así como la que traen los celulares o los notebooks, una carga inicial que solo permite echar andar el aparato y programar lo preciso para volverlo a encender cuando se le agote esa mínima carga.  Si no se enchufa a un toma corrientes, una vez ida la carga, no sirve para nada.
El talento, creo yo, es similar.
Si no se cultiva, si no se carga, si no se hace crecer con experiencias significativas, no sirve para nada.
Al talento hay que exigirlo, gastarlo para que con el roce igual como a un carbón de diamante, de tanto pulirlo, brille y muestre toda su gran belleza oculta, y cobre todo el valor que posee.
Para quienes creemos tener cierto talentillo en el arte de las letras, no queda más que escribir, escribir y escribir, pensar, pensar, pensar y vivir, vivir, vivir y vivir. A ver si de tanto vivir, pensar y escribir, sale algo más o menos interesante, digno de ser publicado.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sueño en verde y azul.

Verde y azul.
El verde del follaje de los árboles, en todas sus gamas, en todas las estaciones, desde el amarillo pasando por los rojos en todos sus tonos hasta llegar al café,  pero prefiero el verde, ese intenso, oscuro o claro, pero verde como la vida misma en todo su esplendor.
El azul, del cielo despejado de nubes, en el agua como un gigante espejo que refleja el celeste azuloso de un cielo limpio, pero ese azul turquesa o verde petróleo del agua por efecto del verde de la orilla, es glorioso.
Aún con un día nublado, los tonos son un encanto. La masa acuosa grisácea a los pies de un masiso boscoso verde botella franjeado en el tope por un manto de nubes blancas sombreando quebradas y cimas, es un deléite para cualquiera que disfrute de la vida al aire libre.
Si tuviese que escoger un lugar para vivir, elegiría un paisaje de montaña, pero lejos de las consecuencias de una erupción volcánica porque en un país sísmico como éste es un riesgo constante, por eso  vivir mirando hacia el mar de cerca tampoco me convence.  No invertiría en una propiedad cerca del mar ni de un volcán, tampoco en terrenos que tengan problemas con la falta de agua.
En fin.
Existirá algún lugar en este mundo dónde sea un paraíso para vivir?
O el paraíso lo hacen las personas?
El paisaje hace mucho, creo yo. Marca y determina el tipo de persona que podemos llegar a ser.
Para criar una familia, un entorno armónico hace hijos libres, sanos y felices que a la larga serán por consecuencia, ciudadanos libres, sanos y felices.
Países con paisajes llenos de verde y azul tienen mayor índice de satisfacción entre su población, todo el sistema funciona mejor en un entorno así de hermoso y agradable. Pero, hay que considerar no sólo el color del entorno, sino también el clima.
No da lo mismo un clima frío de montaña a uno húmedo y caluroso como el del Amazona.
Si se piensa bien, los países que tienen territorio en la Selva amazónica, son complejos, y los territorios  que están dentro de la Selva misma, son más atrasados que el resto que está fuera de los deslindes selváticos.
El clima y la geografía, determinan la economía y el desarrollo de los pueblos y también la ideosincracia. No sé si los economistas toman en cuenta este dato para hacer sus cálculos y proyecciones a la hora de ver el mañana a años luz de distancia y jugarse el futuro de las personas en la bolsa de negocios de Londres o de Nueva York.
Como sea, sólo espero que aún exista mundo para criar a una próxima generación libre, sana, confiada, segura y feliz.
Sueño en verde y azul.
Una cabaña en medio del bosque o con una sencilla casa en medio de una pradera, una mezcla entre la pequeña casa en la pradera con la cabaña del abuelo de Heidy, con un viejo abeto y un inmenso perro, no necesariamente un san bernardo llamado Niebla, me conformo con mi viejo labrador; mi petardillo y una ristra de críos corriendo felices entre los prados y arbustos, aunque en menos cantidad que la familia Von Trapp.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Que veinte años, sí son algo.

No extrañé ni mi cama.
Debe ser porque me encanta viajar.
Eso de la aventura, de no saber qué pueda pasar, casi como apostar a perderlo todo pero con la convicción de fondo que nada malo sucederá.
Confiar en el radar interno, navegar por intuición, elegir entre ir a la derecha o a la izquierda, escoger un restaurante en vez de otro, elegir un plato de la carta, el postre y no arrepentirse, hacer la mejor elección como si se tratase de la vida, de hacer la mejor elección de todas.
No me equivoqué en nada, cuando escogí algo, lo hice a conciencia, considerando la recomendación del garçón, o del chef en persona, no me dejé llevar por los nombres, sólo por los ingredientes. Lo demás fue pura cachativa, por tincada.
Nada de cervezas industriales, puras artesanales. Y a lo que le venía más el vino, con una buena copa.
A media tarde, unos heladitos, probar sabores raros como mascarpone, kimoto o sigomoto, ya no recuerdo, samboyano y darle a los de chocolates, incluído el de chocolate blanco.
En la tarde, un chocolate caliente con cogñac, con tortas varias. Una, que era una delicia, con biscocho de chocolate con ciruelas, crema de frambuesas, bañada en un chocolate bitter delicioso.
En un sencillo local, fue donde comí la mejor once de todas y por un módico precio, salado y dulce:
Una pascualina de zapallitos italianos, y esa torta, más un chocolate con cogñac, exquisito, justo en la esquina de Beschtedt con Moreno.
El chocolate con cogñac más cogñac que chocolate que me tomé fue en "El pinar", muy bueno.
El venado y las carnes de caza ahumadas, en la "Familia Weiss". Dato fijo.
Y las carnes a las brazas en "El boliche de Alberto", también para pastas, pastas el domingo a la hora de almuerzo, es perfecto.
Para comidas más rápidas pero muy buenas como un pechuga de pollo con salsa de  almendras, en "D.O.N.D.E.R.A".
En la"La Marmite", se come una muy buena trucha con salsa de almendras, las cremas también son buenas.
En general, en Bariloche se come muy bien.
Datos para chocolates.
Partiendo de la base que el mejor chocolate es siempre el que contiene más cacao puro y que se debe derretir más en los dedos que en la boca, que no debe apelotonarse antes de ser tragado.
Los mejores, al menos hasta ahora se encuentran en Torres, Mamushka y Benroth.
El Turista, es el más popular, los precios son más económicos pero no son necesariamente los mejores, pero sí son muy buenos los turrones.
Otro dato y valioso para paladares etílicos: cervezas artesanales como Diuka, el Bolsón, y Águila, creo que en ese mismo orden, son muy buenas, según mi gusto. Probé las negras, o Bock, porque me gustan más los sabores secos y fuertes, más que las rubias, también las rojas. Bueno, mi preferida, la reina de todas es una chilena: Kustmann y de las industriales, me quedo con la Heineken.
Como sea, ahora es tiempo de reorganizar mi horario y comer livianito a lo menos por una semana, para bajar un poco las calorías que consumí demás.
Lo bueno de Bariloche son sus calles en subida y bajadas, para quemar calorías, pero pucha que duelen las piernas cuando no se está acostumbrada a subir y a bajar escaleras. Pero el tránsito es una locura.
Sólo Dios impide que hayan más accidentes  de los que pudieran haber con lo salvaje que son los argentinos para manejar. No van a exceso de velocidad pero sí llegan y se tiran si calculan que alcanzan a doblar antes que el otro que viene derecho, porque estos llegan y pasan, y no porque no vengan, sino porque no viene muy cerca, esa es como la filosofía allá.
Para una que tiene cierto respeto por las normas de tránsito, me pareció caótico, pero de algún modo igual fluye, aún sin semáforos, signos pare o ceda el paso.
La gente, muy amable, muy simpáticos.
Me encanta como hablan, pero no se me pegó el acento. Ja!
Saqué mil fotos o más.
Lo que no me traje, lo documenté para no olvidarlo.
Resumen:
Muy lindo viaje.
Espero que no vuelvan a pasar otros veinte años antes de volver.
Que veinte años, sí son algo.
Quiero volver, pero con  meu amor.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Pese a todo.

Lo que hace el chocolate.
Gracias, san Chocolate, me subiste el ánimo y de paso cambié el switch, lo suficiente para no dejar que se fuera todo por la borda.
Dios, qué habría sido de mí si todo se hubiese acabado hoy?
Desde ayer me sentí como un pez fuera del agua. Estaba de lo mejor, en medio del océano, y de pronto, así de la nada, se vació toda la gran masa acuosa, y me quedé como aleteando a penas en un charco.
Fue una sensación que no quiero volver a tener, esa de sentir como un escalofrío en el alma que pone la carne de gallina aún sin que haga frío en el ambiente
Ya todo está mejor.
Pero debo tomar mis resguardos, no creer a ojos cerrados a la primera, guardarme un margen para las fallas humanas, es decir: contemplar en los planes un margen de error, porque nada es perfecto, nada resulta tal como se planea.
Nadie puede ser perfecto, menos yo, sin embargo siempre tiendo a idealizar. Ese es mi error.
Debo aprender a vivir en el mundo real, donde no sólo existen las imperfecciones físicas sino también las de personalidad.
Tal vez porque siempre me he exigido moralmente demasiado, pretendo que todo el mundo sea igual y se me olvida que las personas son sólo como son y no como yo desearía que fuesen.
Quiero ser una mujer enamorada, y no una tonta enamorada. Según yo, hay un abismo de diferencia.
O peor aún, una mujer enamorada como tonta, que es terrible.
Pero pese a todo, creo que no me he equivocado, creo haber elegido al hombre correcto.
Tiene sus cosas que le hacen ser imperfectamente perfecto, al menos perfecto para mí.
Me rendí hace mucho, según la experiencia ajena que he recolectado durante todos estos años he llegado a la conclusión que es imposible cambiar la naturaleza de un  hombre, no si no quiero parecer una marciana y contar con canas verdes entre mis cabellos.
Lo quiero así, distraído, tal como es, aunque me haga rabiar de vez en cuando.
Es un hombre, hay que partir por eso para entender que es así.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Confianza, la parte oscura.

Es posible sentirse tan estúpida más de lo que me siento ahora?
Debo aprender a no confiar con los ojos cerrados, y es una lástima que deba aprender a hacer lo contrario a lo que tiendo naturalmente a hacer, cuando en el mundo ideal en el que quisiera vivir, es lo más natural del mundo vivir confiando, tanto que ni siquiera tiene este nombre, no tiene nombre alguno porque sólo es, es intrínseco, no se piensa, ni siquiera se siente porque sólo es.  Confiar, en mi  mundo ideal, es tan natural como el proceso de oxigenación de la sangre, nadie piensa en eso, es algo que sólo ocurre porque así debe ser para poder vivir.
Soy tan tonta a veces, me pasan las cosas una y mil veces y aún así no aprendo. No confíes.
Y sin embargo persisto en confiar. Como si creyera que de tanto insistir voy a cambiar las cosas.
Que idiota más grande!
Ha sido una desilusión, una tras otra. Pasa el tiempo, los años eternos, lo olvido y vuelvo a confiar luego del borrón y continúo en la página siguiente, entonces no pasa demasiado tiempo hasta que vuelvo a tropezar con la misma piedra.
No quiero volver a poner mi corazón otra vez por delante, en vez de las manos o las rodillas.
Los porrazos de corazón son muy dolorosos, y cuesta para que se sane.

Sueños.

Seguir por la vida como con la dirección escrita en un papel o un mapa diagramado como esos que se ven en las películas de piratas en que alguien ha  marcado con una X el lugar en el que se encuentra el tesoro, pero en este caso el tesoro no contiene monedas de oro, ni joyas, sino algo mucho más valioso porque no tiene precio: LA FELICIDAD.
Nunca he sido memoriona, pero ahora deseo no olvidar las palabras de mi maestro, porque siento que es lo único que poseo como brújula para no perder el rumbo, para no extraviar otra vez mi norte.
Qué será primero, olvidarlo todo y continuar la navegación a ciegas, confiando en lo aprendido.
Lo curioso es que no se trata de vivir el sueño de alguien más, sino que mi propio sueño no es muy diferente a aquello que todo quien sabe de qué se trata la vida, sueña.
No soy muy original, mi ambición ni siquiera alcanza para una palabra así, yo diría que sólo alcanza más bien para algo así como: anhelo.  Me siento más cómoda anhelando algo que ambicionando algo.
Y mi anhelo es de lo más normal y corriente que hay: tener una vida normal, tranquila, cómoda, holgada y feliz. Quién no desea lo mismo?
Claro, también me gustaría correr algunos riesgos de vez en cuando para tener algo emocionante y entretenido que contarle a mis nietos o con los que llenar páginas en mi libro de memorias,  hacer alguna que otra locura como volar en alas deltas, bucear entre tiburones, delfines y ballenas, alimentar a un tigre de mi mano, recorrer el mundo en velero, lanzarme un piquero como los clavadistas de Acapulco  o los griegos locos, pilotar un cuadriplaza y cruzar Los Andes ida y vuelta, qué se yo! Cosas que sólo en mis mejores sueños podría realizar.
Pura falta de confianza o de ambición, tal vez ambas cosas.
Lo sé, lo sé. Soy una soñadora empedernida.
Por qué una vez alguien pensó que yo estaría escribiendo una novela en una playa solitaria perdida por ahí en alguna parte del mundo?
A menudo tengo esa sensación, los demás confían mucho más en mis capacidades de lo que yo misma logro confiar en mí misma.
A veces pienso que soy mi propia artillera antiaérea de mis propios sueños.
Y de algún modo contraresto mis sueños fracasados produciendo muchos sueños, innumerables, a ver si alguno logra pasar entre proyectil y proyectil y se convierte en realidad.
Sueño que tengo mala puntería, y que es más de uno el que logra pasar entre el fuego cruzado de mis baterías antisueños.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Dedicado a un gran hombre, al mejor Hombre del Mundo.

Nunca parto escribiendo el título, pero esta vez es distinto.
Esta vez es parte de un ensayo de homenaje para un gran hombre que se ha ido pero que jamás será olvidado.
La grandeza de un hombre se mide por sus obras, por lo que ha hecho, por lo que ha logrado hacer en la vida, no tanto en la suya, propia, como por la influencia bienhechora que pudo tener en la vida de los demás.
Quienes tuvimos la fortuna, el honor y el privilegio de conocerle, y de haberle querido mucho, de haber sido tocados por sus enseñanzas de vida, somos y seremos, mientras vivamos, un vívido recuerdo de su paso por esta Tierra.
El tío O.
Es cierto, hace mucho que no lo veía y casi no puedo distinguir exactamente cuándo fue la última vez que lo vi, pero sí recuerdo algunas de nuestras conversaciones por teléfono de los últimos meses, antes que su enfermedad comenzara a hacer estragos en sus capacidad física y a mermar sus fuerzas, incluso hasta para charlar por teléfono, pero nunca perdió la lucidez, no hasta que el obligado uso de poderosos medicamentos contra el dolor provocaron en él ese estado que cuesta distinguir en qué parte de la vida se encuentra el paciente.
Racionalmente entiendo que es parte de la vida, morir, y que luego de tanto padecimiento, es justo descansar.
La pena que sentimos los que quedamos, es más por nosotros mismos, que nos vamos quedando solos y en silencio, sin esas personas especiales que nos guiaban el camino, que nos alumbraban como faros en la oscuridad, que siempre tenían la visión lúcida de la palabra precisa para el consejo justo.
Releyendo las cartas que guardo de nuestra fluída comunicación epistolar que sostuvimos por un tiempo, a la antigua, a papel y a lápiz, por correo con cartero a la puerta justo a la hora de almuerzo, incluído, me hacen redescubrir lo insensata que he sido, y cuánta razón ha tenido siempre.
Ahora, varios años más vieja, y quizás sí, un poco más madura también, comprendo mucho mejor lo que en ese entonces me decía.
Tantas sutilezas, descubro el trazo de educador por sobre todas las cosas, pero también distingo ese humor tan característico de quien no quiere aburrir con un discurso latero para no ahuyentar y provocar distancia o rechazo en a quien van dirigidos toda las grandes teorías, máximas, y en definitiva, toda la sabiduría de años de experiencia de una vida larga y llena de desafíos intelectuales y personales que generosamente compendia en un entretenidos relatos de vida y pone al servicio de una cabeza loca como yo.
Ahora que lo pienso mejor, el tío O. me debió tener en muy alta estima, de otro modo no se hubiese tomado tantas molestias por mí. A pesar de estar jubilado muchos años, se mantenía siempre muy activo y vigente, su opinión era gravitante, y era considerada completamente decisiva dentro de su círculo de influencias, lo que le hacía ser un hombre muy ocupado, y aún así se daba el tiempo para responder mis sonsas cartas.
Me trataba de colega y siempre sentí que el título me quedaba grande, como un poncho diez tallas más que yo.
Compartíamos intereses, nos tratábamos de tú a tú, hablábamos el mismo idioma. Nos entendíamos perfectamente, sólo que yo nunca me animé a seguir sus consejos, siempre dudé de mí misma, nunca sentí tener la fuerza suficiente para romper mi inercia.
Sus consejos eran como las luces en la pista de despegue, pero me faltaba la perspectiva más allá del final de la pista, ahora que ya la tengo, releo sus consejos y son exactamente lo mismo que me repito a mí misma.  Y lo curioso es que no recordaba ni una de esas palabras, sin embargo de algún modo debieron intergrarse a mi ADN, pues como él bosquejara, para mí, la vida, sin intención  he hecho parte de como soy ahora todo aquello que él enunciara con su letra cansada y temblorosa de los últimos años.
Me reformé bajo la luz de sus ideas, sin tener consciencia absoluta de estar eligiendo el mismo camino por el que él ya había transitado.
De algún modo fue mi maestro, mi guía, mi mentor.
Era, es y seguirá siendo siempre mi querido tío O, un hombre digno de todo mi respeto y admiración, al que le debo una despedida con honores, digna de un gran hombre. Sólo espero llegar a ser yo, algún día, digna y honorable para despedirme de él.
Tío querido, sé que debo finiquitar el proceso pendiente solo por mí, que es el desafío que debo vencer para sentirme dueña de mi destino, lo sé. Me hubiese gustado haber tenido antes mejores noticias para alegrarte un poquito uno de tus días.
Seré la mejor, siempre, sólo porque quiero ser una digna sobrina nieta del mejor tío abuelo del Mundo.
Y que todos digan, no se puede esperar menos de la sobrina nieta de don O, el mejor hombre del Mundo.
Descansa en Paz, mi siempre bien querido y por siempre recordado, tío O.

viernes, 5 de noviembre de 2010

"¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios...?"

Hay un poema de Gonzalo Rojas que reza, en el primer verso: 


" ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor?...". Y sigue. 


"¿Quié es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces?"


Continúa.


"¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces de eternidad visibles?


Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles, de no amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso."


Gonzalo Rojas, gran poeta emériro chilensis, con una historia personal  especial. Clásico ejemplo de un sujeto físicamente poco agraciado pero de gran ingenio, el suficiente para envolver palabras como bouquets de rosas rojas en celofán y enamorar féminas, y a mujeres muy inteligentes, dato no menor.
Qué tenemos las mujeres que nos domestican por el oído? 
El don de la palabra, quien lo posea tiene en su bolsillo la llave maestra para todos los corazones de mujer con cerraduras que puedan haber por ahí.
El cuento del flautista de Hamelin, estoy convencida, es una metáfora sexual, no se trataba de ratas, sino sobre ordas de mujeres  insatisfechas o como fueran que sucumben a los encantos melodiosos emanados de la flauta.
En fin.
Los hombres son visuales y las mujeres somos auditivas, es un  hecho biológicamente demostrable. (Alguna vez leí, en algún lado, ese dato.)
Como sea, el punto es otro. Retomo. 
La pregunta es, sigue siendo:-" ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios?"-.
Se ama al otro por como es, por sí sólo? Por como es conmigo? o por como me hace sentir que soy?
Creo que Gabriel García Márquez dijo algo así como eso: "Te quiero no  por ser quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo".
No sé, la verdad no lo sé.
La frase de García Márquez me parece algo egocéntrica, aunque muy honesta, lo que le otorga cierta clase de validez indiscutible, porque sí, puede ser cierto, al menos para quienes así lo sientan. 
Quiero creer que el amor, es todo lo contrario, saca del centro al "YO" y enfoca toda la atención en el "OTRO", y es el otro quien pasa a importar incluso más que la propia vida, en quien se piensa siempre antes de tomar cualquier decisión, es en el bienestar del otro el que prevalece antes que el propio.  Supongo que es así como se siente el amor de verdad. Al menos es así como lo imagino debe ser.
Cómo es el amor en la vida real?
Me pregunto si mi modo de ver el amor, es aún muy idealista, mucha poesía romántica, mucho cuento de hadas, mucha película?
Pero hay algo que siento y que me hace confiar en que todo lo que siento es lo correcto y que no me voy a arrepentir de sentirlo, por el contrario, más me podría mortificar no haberlo sentido alguna vez.
Al fina.
Qué se puede concluir?
-"¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios?"-.  

lunes, 1 de noviembre de 2010

Catarsis

He sido hija única toda mi vida, desde que puedo recordar.
He sido sobre protegida desde que tengo memoria.
Y toda la vida me he sentido sola.
Hasta que comprendí que todos más que estar solos, todos somos solos. Nacemos siendo solos y morimos siendo solos. Si nos sucede cualquier cosa que nos cause dolor físico o moral, a quién más le puede doler?
No sé si se trate de alguna clase de karma existencial pero siempre he tenido la misma sensación como la de arrastrar una especie de soledad existencial que me cubre como una especie de nube negra por sobre mi cabeza.
Últimamente he estado revisando viejas fotografías en los álbumes familiares y he notado una constante en todas mis fotos de niña, siempre tengo en el fondo una mirada triste.   Sin embargo, en el recuento final, no diría que pasé una infancia triste, pero pudo ser mejor, supongo, más feliz, más completa.
Tenía un carácter sociable, dócil, era como cariñosa pero por esas cosas de la vida tuve que aprender a  proteger un poco mis sentimientos, naturalmente a flor de piel. Con los años y la vida, tuve que refugiarme tras una coraza de hierro fundido, parapetar mi corazón tras un escudo impenetrable para no ser herida todas las veces que me he sentido despreciada en la vida, de distintas maneras.
Aprendí a sobreponerme a la mala intención de las personas, a los comentarios hirientes, a la estupidez humana, a las injusticias, al trato brusco, a la indiferencia, a las mañas, a la poca paciencia, a mil cosas que ahora siento no merecí nunca porque mi esencia era noble, tierna, blandita y suave, pero todo me convirtió en un ser ajeno, solitario, arisco, desarraigado, desapegado, indiferente, frío, distante.
Con los años, en mi periodo de silenciosa reflexión he tratado de volver a mi esencia, pero es imposible, ya no puedo volver a tras, sólo puedo hacerme consiente de cómo quiero ser idealmente, pero tampoco puedo ser como era naturalmente desde niña, ya tengo criterio y precisamente el  buen uso de ese criterio tampoco me dejaría ser tan así de cándida, si me dejara ser así, no sobreviviría ni de aquí  a la esquina.
Tengo edad para saber como quiero ser, y así tal cual soy, estoy en mi centro, pero siempre hay en mí una especie de pena autocompasiva que me hace llorar cada vez que pienso que no merecía ser tratada así.
Por qué no pude haber tenido un papá más cariñoso, más demostrativo afectivamente, por qué no pude tener un círculo social y familiar más cercano, por qué no pude asistir al baile de graduación cuando lo merecía tanto como cualquiera de mis compañeras; pasé mis ramos sino con notas sobresalientes, tampoco fueron tan malas; saqué el año cuando correspondía, limpiamente sin tachas, inmuaculada.
Nunca fui loca, ni irresponsable, siempre fui una buena niña, y sin embargo siento que haber sido así no fue suficiente.
Como que si hubiese sido mi obligación haber sido así, siempre. Mi diploma de cuarto medio nunca fue enmarcado.
Tal vez por eso no me importó terminar la Universidad, de algún modo intuí que no tenía importancia, porque no era Medicina ni Arquitectura.
Desde que nací, he sido una clase permanente de decepción por no haber nacido hombre. Como si esa hubiese sido mi culpa.
Nunca he sido de muchos amigos.
De algún modo siento que esa ha sido una ventaja para sentirme todo lo libre que me siento.
No tengo ataduras sociales con nadie, ni con la familia me siento tan comprometida.
Mañana mismo podría hacer mi maleta y mandarme a cambiar lejos y no me importaría tanto dejar atrás lo que por ahora me rodea.
Echaría de menos?
Tal vez los primeros días.
Siento que nada de lo que  está cerca es mío realmente, no me siento apegada a algo en especial.
Los comentarios de la familia, me valen lo mismo que un diente de ajo. No vivo por la familia.
Qué familia?  Desde que han ido muerto los tíos abuelos, los vínculos se han ido desmenbrando.
Hay un lote de primos en el anonimato con los que me puedo cruzar por la calle sin saber que somos parientes.
Es una lástima que así sea.
Ya nadie le importa a nadie.
Es triste, yo tenía otro concepto de familia.
Por eso, no me importará dejar a tras lo que ya ha perdido el significado para mí.
En lo que dependa de mí, quiero escribir mi propia historia y escribirla a mi manera, sin repetir los errores que he detestado toda mi vida.
Comenzar sin borrones a escribirla tal como la he soñado.
De vez en cuando es bueno hacer catarsis. Expulsar a todos los demonios, llorar hasta reventar toda la pena autocompasiva, y perdonar, perdonarse.
Mañana será otro día.