Siempre he sido más aficionada al Cine que a sólo ver películas.
El lugar mismo, el espacio físico del 'Cinematógrafo', la sala amplia; dependiendo de su status, mejor o peor ventilada; la media luz, las butacas, duras y con respaldos sólo hasta los hombros, o un poco más abajo, dependiendo de la postura, más erguida o arranada, como sumergida, buscando una postura más cómoda.
Guardo el recuerdo del TUC, del Regina. El Romano, tenía las butacas más mullidas, eran más modernas también.
(Las Butacas afelpadas del Cinemark, no me gustan.)
El telón adelante, frente a frente, porque siempre me buscaba la misma ubicación si estaba desocupada. Fila G o H, entre el 15 y el 16, al centro y debajo del balcón de la platea alta, para evitar las consecuencias de algún estúpido chistoso como en Cinema Paradiso.
Observar al resto del público presente, como para tener una idea por quienes se estará rodeada los próximos 90 a 120 minutos más o menos que dure la cinta, en la semi penumbra y oscuridad del anonimato en que todos quedamos atrapados cuando que se apaga la luz y comienza la proyección.
Es eso precisamente lo que más disfrutaba, aparte de la pantalla gigante y el sonido, que con el tiempo se volvió stereo y en las salas más modernas, sound arround - high fidellity; el anonimato.
Que si algo me causaba gracia, me reía a carcajada y nadie me podía discutir porque había pagado mi entrada, por lo tanto me sentía con el derecho a manifestar mi disfrute despreocupadamente.
Por lo general, nunca interrumpí la emoción de una escena, porque cuando algo me hacía gracia, todo el resto, al parecer, se reía también.
No me reía para llamar la atención, como diciendo ajjajjaa, no entendieron , pero yo sí, jajaja, tontos, jajja. No, por el contrario. Me olvidaba del resto, en lo que durara la historia proyectada, era yo y la película, y dejaba fluir mis reacciones libremente, reír o llorar según lo que se me diera naturalmente en gana.
Hacía catarsis sin pudor, toda la atmósfera de un cine se presta para eso. He ahí en que para mí, radica el encanto del cine, en esa intimidad que se logra establecer entre sentimiento, intelecto y la visión del mundo que alguien más plasmó en miles de escenas compuestas para contar una historia, que a veces logra quedarse para siempre dentro de la propia historia.
Ya no lo dan, creo que no, pero antes, aún en los '90, daban un breve noticiero tipo documental informativo sobre diversos temas internacionales, por lo general de Alemania. "El Mundo al Instante", siempre me acuerdo una del Oktober Fest con los tiroleses bebiendo cerveza al destajo, celebrando a lo largo de mesones al estilo medieval, o de una Expo quesos en Suiza. No sé por qué las recuerdo?
Tal vez porque las asocié a la Villa Baviera, donde íbamos a almorzar los domingos en familia, un par de veces al año, o a tomar unas ricas onces, con tortas deliciosas.
En fin.
Ahora con el DVD, el Pay per view, el On demand, o con la simple opción de ver películas en el PC, es más cómodo, es cierto. Y más económico también.
Pero eso no quita que siga prefiriendo la butaca y la sala en semipenumbra, con del dolby sound arround high definition o como se le llame, y dejarme llevar a que me cuenten una historia.
Y hay una cosa que no tranzo, ni creo que tranzaré nunca. Me gustan las películas en idioma original, aunque tenga que leer el subtitulado, no me importa. Las dobladas, me dejan la sensación de haber perdido mi tiempo.
Con las películas gringas subtituladas, he aprendido mucho más inglés que en todos los años de clases de inglés juntas.
Me gustan los idiomas y me encanta aprender palabras y palabrotas en otras lenguas, y usarlas de vez en cuando, cuando la ocasión lo requiere, jjjajjaa.
No es por pretensión, pero se me da naturalmente, usar términos o modismos foráneos, los tengo incorporados que ni yo misma sé cuando los usaré, simplemente los digo sin pensar, es parte de mi estilo.
Es que mi cabeza, mi forma de pensar y de ver las cosas es globalizada Soy universal, lo soy desde mucho antes que se inventara el concepto de "Aldea Global".
El Cine fue la primera ventana que tuve al mundo. Bueno, en rigor la primera fue la Literatura, luego fue el Cine, ahora lo es Internet.
Tal vez por eso, El Mundo al Instante, me gustaba tanto, porque me abría la ventana hacia otra realidad, a una que antes de verla proyectada ahí, simplemente ignoraba.
Ahora ya, que el Mundo se siente al alcance de un teclado y a un click de distancia, literalmente casi, siento que no tengo límites.
Si no sé de algo, o si no conozco un lugar, es simplemente porque no se me ocurre o porque no quiero, pero de poder, podría, fácilmente.
Siento que hay tanto Mundo por descubrir, tantas cosas por saber, mucho aún por conocer.
Internet, para las cabezas locas como la mía, a la que le interesan tantas cosas y tan variados temas, es Un Mundo al Instante en casa, "sin moverse del escritorio".
Pero siempre seré una nostálgica del cine.
Me encanto, que recuerdos aquellos del REgina el Romano, el Ducal, ahora las únicas salas las del mall que si son comodas y a todo trapo, pero ese olorcillo a sala húmeda o a naftalina como leí por otra parte...se extrañan.
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