Cuesta mucho aunar la vida con lo que podría pasar y con lo que siento está pendiente, con lo que me falta por vivir, aún y con lo que imagino, con lo que quiero para mí.
Porque todos, lo queramos o no, estamos programados para ser un poco egoístas en ese sentido, para pensar para delante, en nuestra propia vida, más que para considerar lo que podría pasar en el futuro. Tal vez por eso no pensamos en la muerte, al menos no todos los días la consideramos. Sabemos que está ahí, que nos espera en cualquier momento, a la vuelta del recodo, pero no estamos pensando todo el día en que este minuto podría ser el último. Y por alguna razón así debe ser. No podríamos hacer nada.
Todo lo que en la vida ha sido hecho es por la idea que alguien tuvo y que germinó a través de un proyecto, lo que implica avance, marcha hacia delante, hacia un futuro donde la muerte es sólo un hito, no una meta.
Pues la obra perdura, trasciende y se vuelve inmortal, inolvidable mientras permanezca, y por lo tanto quien la parió sigue vivo, de alguna manera también.
Después de todo lo único que quedará es lo que hemos hecho, nada importará lo que tengamos, sólo lo que hemos sido y lo que hemos hecho.
La vida, la muerte, tal vez sean sólo dos caras de la misma moneda, pero para vivir sanamente tal vez no deberíamos perder tan de vista que la muerte está al acecho de cada esquina que nos atrevemos a doblar por las calles de la vida.
Tal vez no deberíamos hacer nuestras vidas tan disociadas del factor de lo imprevisto, para estar más preparados para cuando el gran momento llegue.
A veces la vida parece demasiado larga para ser tan corta y otras veces demasiado corta para ser larga.
Creo que no hay que apegarse a nada en esta vida, vivir con las menores ataduras posibles.
Tratar de vivir libre y liberados para cuando llegue el momento sólo desprenderse e irse, sin quedarse.
Porque todos, lo queramos o no, estamos programados para ser un poco egoístas en ese sentido, para pensar para delante, en nuestra propia vida, más que para considerar lo que podría pasar en el futuro. Tal vez por eso no pensamos en la muerte, al menos no todos los días la consideramos. Sabemos que está ahí, que nos espera en cualquier momento, a la vuelta del recodo, pero no estamos pensando todo el día en que este minuto podría ser el último. Y por alguna razón así debe ser. No podríamos hacer nada.
Todo lo que en la vida ha sido hecho es por la idea que alguien tuvo y que germinó a través de un proyecto, lo que implica avance, marcha hacia delante, hacia un futuro donde la muerte es sólo un hito, no una meta.
Pues la obra perdura, trasciende y se vuelve inmortal, inolvidable mientras permanezca, y por lo tanto quien la parió sigue vivo, de alguna manera también.
Después de todo lo único que quedará es lo que hemos hecho, nada importará lo que tengamos, sólo lo que hemos sido y lo que hemos hecho.
La vida, la muerte, tal vez sean sólo dos caras de la misma moneda, pero para vivir sanamente tal vez no deberíamos perder tan de vista que la muerte está al acecho de cada esquina que nos atrevemos a doblar por las calles de la vida.
Tal vez no deberíamos hacer nuestras vidas tan disociadas del factor de lo imprevisto, para estar más preparados para cuando el gran momento llegue.
A veces la vida parece demasiado larga para ser tan corta y otras veces demasiado corta para ser larga.
Creo que no hay que apegarse a nada en esta vida, vivir con las menores ataduras posibles.
Tratar de vivir libre y liberados para cuando llegue el momento sólo desprenderse e irse, sin quedarse.
Despues de mucho tiempo volvi al blog, estaba en otras cosas y no tenia nada de tiempo, lo unico que no cambio en este tiempo es que cada vez escribis mejor y que cada vez me gusta mas las cosas que escribis!
ResponderEliminarun abrazo enoormeeeeeeeeeeee y espero que este todo genial por aquellos lados :)