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viernes, 27 de abril de 2012

Los mensajes de la Vida.

Cómo se deben entender las cosas del amor?
El amor tiene condiciones o es incondicional?
Tiene fin o es ilimitado?
Lo perdona y olvida todo, o siempre recuerda todo?
Es generoso hasta parecer tonto o es egoísta al punto de ser imbécil?
Cómo se deben entender las  señales en el camino?
Cómo es posible que en una  misma página, desde dos partes distintas pero cercanas entre sí, provengan dos mensajes que al leerlos me pueda sentir tocada por los dos, y me hagan pensar que tienen razón.
El primero que se me aparece así porque sí, o tal vez no tan porque sí, es:


1."El amor es paciente, bondadoso, no es envidioso, ni orgulloso, no se comporta con rudeza, no es egoista ni se enoja fácilmente, no guarda rencor, no se deleita en la maldad sino que se regocija en la verdad, todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue."( 1 Cor. 13:4.)


Y avanzando páginas hacia abajo me encuentro con otro texto, mucho más mundano y hasta egoísta si se quiere pero que también tiene razón.


2."Aprendí que quien no te busca, no te extraña y quien no te extraña no te quiere… que el destino determine quién entra en tu vida pero tú decides quien se queda… que la verdad duele una sola vez y la mentira cada vez que la recuerdas. Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades… por eso, valora a quien te valora y no trates como prioridad a quien te trata como una opción." ( No sé de quién sea el original.)


Me confunden.
Los releo y  encuentro puntos flacos que objeto en ambos. Muy la Biblia será el primero pero tengo reparos y discrepancias.
De acuerdo en toda la primera parte de la cita número 1, pero llegando ya a "todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue." Ya no, eso simplemente me parece una estupidez. Amar así es amar sin sentido de la realidad, sin razonamiento, ciega y tontamente. Amar así es la receta perfecta para dejarse convertir el corazón en una bolsa de trapos.
Es una forma romanticona de ver el amor abnegado, sacrificado, más parecido al amor incondicional de una madre por sus hijos. Pero si se es mujer y se ama así a un hombre, es una relación condenada al fracaso. Los hombres escapan aterridos de las mujeres capaces de amar así, al menos no las valoran ni las respetan, porque en el fondo no se valoran así mismos, menos podrían valorar a los demás, y menos a quienes le aman. Es una forma de autocastigarse pero en el proceso inflingen pena y dolor también a los que les quieren de corazón.
En resumen, son unos completos imbéciles que se merecen nada de nada. Y amar así, es de novelita rosa.
La cita número 2, es más aterrizada, de corte práctico, egocéntrico, de libre mercado: al estilo de pasando y pasando: -Me quieres y te quiero, no me quieres, no te quiero.-; muy Moderno o Postmoderno.
Pero tampoco me convence.
No me llena el gusto, no es lo que quiero en mi vida.
Por qué no puede existir el amor puro, ese que no mira conveniencias, provechos o desventajas, qué gano y/o que pierdo. Ese amor que se da sin un por qué. Que surge y que emerge desde la admiración por algo especial y extraordinario, a pesar que sea por los detalles más sencillos y simples de todos, pero no por eso más fácil, como valores tan simples coma la honestidad, el coraje, la sinceridad, la bondad, la nobleza, el honor, la generosidad, la honradez, la humildad de alma, y cualidades sencillas como la inteligencia y sensatez. 
Los viejos ideales parecen batirse en retirada, vencidos por los tiempos que producen generaciones de seres humanos desconectados de los principios que me parecen fundamentales para ser buenas personas, dignas y confiables, a quien desear amar con toda el alma, segura de no ser herida y rechazada o despreciada.
Dónde están los límites, para distinguir entre como deben ser las cosas, cómo debe ser el amor. O simplemente el amor es, no es como debiera o tiene que ser, sólo es como se dé que sea.
El amor es finito, se cansa, se desgasta y acaba por agotarse. Tanto se le ha comparado con una plantita que si no se le riega, se seca, y si se le riega demasiado, se pudre. La metáfora es muy exacta, aún para ser metáfora.
Entonces, cómo son las cosas? Cómo es el amor?
Cuál es el amor verdadero? Cómo se distingue?
Tal vez cuando más cuesta olvidar, o mientras más se trata de escapar, tomar distancia para olvidar y los recuerdos parecen estar más vivos que nunca? 
El amor en el olvido es más profundo. 
Me parece como si el  amor en esa etapa fuese como un agónico que se apega a la vida resistiéndose a morir y patalea, chilla y pega manotazos al aire tratando de agarrarse a algo firme que no le deje ir hacia un pozo sin fondo que se lo traga por las piernas,del que intuye, una vez dentro, nunca más volverá a salir.
El amor que se resiste a morir da brazadas de ahogado porque sabe que una vez que entre al foso del olvido, perderá la vida y su poder.
El amor, es finito, se muere, le van matando de apoco la falta de atención, de compromiso, de delicadezas, de empatía, de comprensión, de generosidad, de sutilezas en los detalles que enamoran y cautivan.


Hay otra frase tipo pensamiento que leí por ahí, hoy:


"Quien me piense, que me escriba.
Quien me extrañe, que me busque.
Quien me ame, que me lo demuestre".


De todos los mensajes que he recibido hoy, y que creo ha sido la Vida quien me los ha estado enviando, me quedo con éste. Así, sin más análisis.




viernes, 20 de abril de 2012

Viaje en el Tiempo.

Nunca como ahora quisiera volver el tiempo atrás y recomenzar desde el punto en que todo comenzó a cambiar. 
A menudo me pregunto qué haría diferente y si valdría la pena cambiar todo  lo que me ha pasado hasta ahora por no haberlo vivido nunca.
Si vuelvo la vista atrás tratando de descubrir el punto vivido en mi vida desde donde todo comenzó a tejerse para llegar justo a este punto, no sé exactamente hasta dónde llegaría. 
No sé distinguir exactamente cual es el hito que marcó mi rumbo para llegar hasta este momento en que estoy escribiendo esto.
Quizás debería remontarme a una tarde de verano del '92, aún tenía 17 años, me faltaba poco para cumplir los 18, y aún no sabía si había sido aceptada mi postulación a la U. 
Estaba en el limbo más absoluto, ya no era estudiante de colegio porque ya había terminado mi educación escolar secundaria, y aún no entraba formalmente al sistema educativo universitario.
Quién era yo entonces a los 17 con sólo días para cumplir los 18?
Era una tarde de verano, de brisa tibia y apacible, el sol ya caí casi sobre el horizonte, la luz era cálida y vi mi reflejo en la pupila  izquierda del hombre que había amado secretamente toda mi vida y decidí callarme.
Creo que ese fue el momento exacto en que todo lo demás que he vivido me tiene exactamente aquí, por alguna razón.
Quizás expiando la culpa de haber sido cobarde, y de no haber sido más valiente sin que me pesaran los miedos y las incertidumbres sobre el futuro, quién soy y para dónde voy, qué tengo, qué puedo dar, te quiero pero me quieres tú, y si no, me podrías llegar a querer alguna vez? si me dices que no, me moriré de vergüenza.
Haber tenido 17 años con una mente de -17, visto ahora, con la perspectiva de los años y la experiencia, aún no logro discernir si mi decisión de callarme fue correcta o no.
Cómo habría sido mi vida si hubiese sido más corajuda, no hubiese sacado la mirada de su mirada, hubiese sonreído segura de mí misma y  pestañeando apenas hubiese dado rienda suelta a mi corazón para que hablara por mí.
Habría sido distinta mi vida ahora?, habría cambiado en algo?
No hay modo de saberlo, porque no puedo volver sobre mis pasos, no puedo echar el tiempo marcha atrás.
Supongo que debe haber alguna respuesta científica que lo pueda explicar mejor, algo como la ley de Causa y Efecto. Nada puede tener un mismo resultado si los elementos involucrados presentan variables y por lo tanto los resultados no pueden ser los mismos, porque esto no es matemáticas, es la vida, donde los resultados varían según el orden de los factores. El orden de los factores sí alteran el producto.
Quizás de aquí a unos 20 años más me siente ante los hechos de mi vida, y me vuelva a hacer las mismas preguntas: cuál será el momento que escogeré para retroceder el tiempo. Quizás en 20 años ya se pueda viajar en el Tiempo, jejejeje, quién sabe.

miércoles, 4 de abril de 2012

Un picaflor en mi jardín.

Nunca había tenido la oportunidad como ahora de ver de tan cerca a un picaflor. Esa frágil y liviana avecilla capaz de sostener su propio peso batiendo alas para mantenerse suspendida en el aire mientras liba el néctar de las flores colgantes.  
El picaflor no es frecuente de ver y sin embargo en estos días ya he visto a varios o es el mismo, quién sabe. El plumaje luce igual, verdoso brillante a lo largo de su espalda hasta la punta de su cola y café grisáceo con mínimas pinceladas negras  en sus plumas inferiores, bajo la cola. Tiene unas patitas negras finísimas, de garritas puntiagudas y diminutas con que se agarra de una rama vertical donde se sostiene mientras bebe o intenta beber de una flor aún en botón de la enredadera fuera de mi ventana. Insiste con su fino piquillo negro como pinza picotear el botón aún verde de la pequeña flor, ve que la tarea es difícil y decide volar a otra rama donde se queda un breve momento, lo suficiente para poderle observar al detalle y me doy cuenta de los lindos y grandes ojos rasgados que tiene.  Parece como si también me viera, y se queda ahí, aunque ya no bate las alas, siento su agitación.
 Me imagino cómo debe trabajar ese corazoncillo que debe tener para mantenerle con vida. Ese corazoncillito debe ser del tamaño de una lenteja para que pueda caber dentro de esa pequeña caja toráxica, si el esqueleto de un picaflor debe ser una cosa ínfima, angostísima y muy liviana, quizás sea hasta sólo cartílago. Su sistema cardio-respiratorio debe ser una máquina perfectamente sincronizada para mantener su cuerpo suspendido en el aire al mismo tiempo que se alimenta. Cómo debe trabajar ese corazoncito, debe latir tan rápido y tanto que no alcanza a calmarse y por eso el aspecto agitado y nervioso del picaflor, aún cuando esté parado sobre una rama mirando así de lado como si  pudiera verme con sus ojitos rasgados de pupila oscura y esclerótica blanca.
Haber visto a este picaflor, lo mismo que haber visto abejas zumbando cerca de mi ventana, me hacen pensar que nada está tan mal del todo, que quizás aún haya esperanza.
Tal vez ya no esperanza en lo que ya está terminado, pero a veces la vida salta al camino desde el punto más insospechado.
Si fui testigo de la existencia de ese picaflor anónimo, quizás sea una señal de que las maravillas del mundo aún no se han agotado, que nada termina antes de que acabe y mientras hay vida, hay esperanza.
No hay para qué lamentar las pérdidas antes de tiempo si aún estamos todos vivos. A disfrutar mientras sea posible, aunque sean de las pequeñas grandes gracias de la vida como contemplar el incesante vuelo de este hermoso picaflor.