Páginas

viernes, 30 de octubre de 2015

Lo que aprendí gracias a ti.



Dedicado a JB

¿Qué he aprendido de ti?

  
Lo que he aprendido es no esperar nada en especial por temor a desilusionarme una vez más. Sin expectativas es mejor, ya aprendí que los olmos no dan peras.


He aprendido a soñarme en solitario sin temor a la soledad de la vejez.


He aprendido a tragarme el orgullo pero no he tranzado en mi dignidad.


He aprendido a ser resiliente, a sacar de todo lo malo algo bueno y salir fortalecida de mis penas.  


He aprendido a transformar el tiempo de derrotas en mis pequeñas victorias haciendo algo más para no sentir que la espera ha sido completamente en vano y en una absoluta perdida de mi propio oro.


He aprendido  a defenderme pero aún no logro evitar salir lastimada.


He aprendido a no creer sin pruebas, a no dejarme llevar por las fantasías que a menudo son cuchillos de doble filo, pero a pesar del riesgo, me niego a dejar de soñar.


He aprendido a sacar a mi corazón del ruedo, a curar heridas sin poner yo la sangre ni la piel.


He aprendido a dejar que tu libre albedrío escoja pero también a sentirme libre de partir si no me siento bien ni cómoda.


He aprendido el valor de ser como soy, sin ser especial, soy una rara pieza de museo,  no cualquiera tiene ojos para verme ni está calificado para tocarme.  


He aprendido a distinguir la diferencia entre sentirse sólo querida pero jamás amada.Y no me conformo con sólo afecto o cariño, lo que yo quiero es amor.


He aprendido que llorar hace bien, que ayuda a liberar la pena porque aunque canse  y me haga doler la cabeza más tarde, nunca es mejor guardarse el llanto.


He aprendido a decir palabras de amor que no estaban en mi vocabulario habitual, sin miedo al ridículo ni a sonar absurda o demasiado cliché.


He aprendido a conectar más conmigo misma, a escucharme más, a sentirme más mujer, a reencantarme conmigo misma.


He aprendido que aunque llegue a vieja sin que alguien alguna vez me ame de verdad, habrá valido la pena haber vivido porque lo que realmente habrá importado es lo que yo haya hecho con mi vida, y no si los demás me han querido o no.


He aprendido a dejar que las cosas fluyan sin forzarlas. Dejar a que el agua corra bajo el puente mientras veo pasar los cadáveres flotando de mis no amigos.


He aprendido que no se puede ser en el amor una Florence Nightingale sin salir tocada y muchas veces hundida en el intento,  a apesar de sólo ofrecer buenos propósitos voluntariamente.


He aprendido a renuncia cuando lo que implica seguir, no traería nada mejor en mi vida.


He aprendido a pedir perdón cuando me equivoco o soy injusta.


He aprendido a no seguir dándole importancia a las cosas, situaciones o personas que verdaderamente no la tienen.


He aprendido a no generalizar, a pensar que no todos los hombres tienen que ser igual de básicos o brutos. 


He aprendido a que en el viñedo tendrá que haber para todos los gustos, sólo que yo aún no encuentro uno a mi propio gusto.


He aprendido a dejar pasar más tiempo antes de sacar mi corazón del pecho para entregarlo sobre bandeja de plata. Ya viene remendado, pero he procurado no dejarle bolsillos ni dobleces.


He aprendido a desarrollar la paciencia sin embargo no pierdo de vista que todo tiene un límite, y que hay una delgada y sutil  línea entre ser buena y tonta.


He aprendido a ser más mujer, a ser más consciente de mis propios sentimientos, a saber mejor lo que quiero y a expresarlo sin temor.

Es curioso que un hombre me enseñara a ser más mujer de lo que mentalmente me aceptaba ser.


He aprendido a que no soy inmune ni al dolor ni al sufrimiento, que soy sensible pero que también soy fuerte y no temo a volver a enamorarme, y en el fondo eso es ser valiente y me siento orgullosa de mí misma por no ser cobarde y atreverme a decir lo que siento y lo que pienso.


He aprendido a aceptar sin avergonzarme que necesito sentirme segura y que necesito confiar, que los saltos de fe conmigo no van y no me siento más débil por admitirlo.


He aprendido a distinguir cuando una relación pasa de sana a tóxica.


He aprendido que no tengo que demostrarle nada a nadie, que soy como soy y si puedo ser mejor, que bien, pero no voy a retroceder ni esperaré por alguien que nunca va a venir.


He aprendido a ser yo misma y a sentirme cómoda por el modo en que he llegado a ser, he requerido de tiempo, de mucho tiempo, de algunos  litros de buenas lágrimas, que se me rompiera el corazón un par de veces en mil pedacitos, pero aquí estoy, entera, con algunos parches y cicatrices, pero esta nueva yo me gusta más que la pava incauta de antes, tengo el corazón hecho de mosaicos originales.


He aprendido que mi composición genética es única, que mi historia personal es irrepetible, que nadie más en el mundo es ni será, ni ha sido, como yo. Quizás parecida, tendrá un tipo, algunos rasgos en común, pero como yo no hay nadie más en este mundo. Y así con todos y cada uno de los seres sobre este planeta, esa es la magia de estar vivos y de vivir la vida. 



He aprendido más de mí en unos pocos meses que en toda mi vida gracias a ti.

Gracias a ti, me encontré a mí misma.

Gracias por no estar conmigo.




 30.10.2015.