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miércoles, 13 de enero de 2016

Corolario o Crónica de un fracaso anunciado.

Necesito escribir y echar afuera lo que por días ha estado macerándose en mi cabeza.
Es curioso cómo, cuando hago preguntas al vacío al poco tiempo me contesta de alguna manera, ya sea a través algunos artículos de espiritualidad o psicología que me aparecen al frente de mis ojos en la página de noticias del Facebook o por ahí, en algún artículo relacionado a pié de página. Del modo que sea, la mayoría de las veces tengo una respuesta a mis cuestionamientos.
Tenía dudas sobre si lo que hice fue lo correcto.
Y creo que sí, lo fue. Por el tipo de respuesta que fui recibiendo, me confirmo a mí misma que actué en consecuencia a mi dignidad, a mi respeto por mí misma, y de alguna manera también en defensa propia, pero siempre de manera coherente con lo que siento y pienso.
No sé cuántas veces he escrito sobre lo mismo, ya perdí la cuenta. También perdí la cuenta de todas las veces de sus idas y de sus regresos, pero esta vez colmó mi paciencia y mi buena voluntad. Se acabó, me cansé, ya no más... se terminó.
Ya no seré otra vez la tonta comprensiva que está como una estatua esperando por un milagro.
Mi vida no se detiene, ni soy inerte.
Ya vi el final de esta historia,  como si ya me hubiera leído este libro.
No soy tan opa como para no darme cuenta que sólo está manipulando la situación, que siempre lo hizo, desde el comienzo, fuera por diversión o porque es así y no lo puede evitar, como el escorpión de la fábula.
Como sea, he visto el futuro entre líneas, no es tan difícil de adivinar tampoco y no necesito ser pitonisa para ver en qué acabará todo esto si alguna vez se llegara a dar algo más concreto y real. Y la verdad no me interesa vivir la experiencia para comprobar que no me equivoqué al mensurar las probabilidades y opciones.
No me interesa probar que tengo razón, aunque sé que la tengo. Me hubiera gustado equivocarme, pero esta vez si en algo puedo tener una certeza, es en esto, en que no me equivoco al pensar que es la crónica de un fracaso anunciado.
Y es una lástima.
Nunca había conocido a alguien con quien pudiera tener tantas cosas en común y a la vez ser tan diferentes. Fue como si lo hubiese conocido de toda la vida, por eso dolió tanto sentir cómo pude haberme equivocado tan rotundamente al sentir que podía ser la otra mitad de mi alma errabunda  que por fin había encontrado, y no lo era, en absoluto. Fue sólo un falso positivo.
Cuando pensé, y no recuerdo si alguna vez lo escribí, pero sí lo pensé, eso lo recuerdo muy bien, cuando pensé en que él era como un precipicio, o la orilla de un abismo, si te paras al borde, el vértigo te seduce a lanzarte de cabeza, pero al mismo tiempo sabes que eso sería tu muerte.
Con este ser humano me pasó lo mismo, tuve esa misma sensación de vértigo.
Me atraía pero al mismo tiempo todas las luces de alerta de peligro se encendían en mi cabeza. Y al final acabó ganando mi sentido común, mi zona de confort, me pesó más la seguridad y estabilidad que tengo en mi vida estando sola en vez de correr el riesgo de una mala compañía como se ve venir en las remadas  por el río de la vida junto a él.
Yo no sirvo para vivir aventuras que nadie sabe dónde puedan acabar, o sí, muerta en alguna zanja por ahí. La verdad, no me interesa. Tengo otros planes para mí, una vida mucho más plena y feliz.
A mí, dame un itinerario de viaje, con bastante dinero en el bolsillo o una cuenta abierta para gastos, y recorro el mundo fascinada de la vida, sabiendo a qué ciudad y hotel tengo que llegar, qué día y a qué hora, y disfruto despreocupadamente del paisaje, saco miles de fotos y llevo una bitácora al día, converso  con otros pasajeros y turistas, pero no me salgo de mi recorrido, no me interesa tocar la vida sin guantes. Lo siento, habrá gente que le guste embarrarse y vivir la vida montando al pelo, pero a mí no, a mí me ajustan bien la silla y los estribos por favor si quieren que cabalgue.
Que soy una tiquismiquis  ??? ( Me encanta esa palabra, la aprendí el año pasado pero no había tenido ocasión de usarla hasta ahora, jejeje.)
Sí, lo soy, y a mucha honra, no me avergüenzo de reconocerlo. Me gustan las cosas organizadas y bien hechas, pulcras.
Aunque cuando estoy en familia, o al menos en confianza, tiendo a correr algunos riesgos y lanzarme un poco a la aventura pero dentro de un ambiente controlado, lo que no cuenta como riesgo porque no hay verdadero riesgo, en rigor, lo sé.
Cuando viajamos en familia, lo que menos tengo es ser tonta grave, por lo general tengo más bien un espíritu práctico, bastante adaptable aunque algo exigente pero adaptable al fin y al cabo, pero eso sí, siempre llevamos un mapa rutero.
Porque una cosa es no ser tonta grave y otra bien distinta es ser cretina.
No sé si sería capaz de fabricar una brújula si fuese necesario. Si es de día y no está nublado supongo que con mirar al sol serviría de suficiente orientación.
Entonces, conociéndome como me conozco sé que no funcionaría.
Su impuntualidad, su irresponsabilidad e inestabilidad emocional, su sí un día y a lo mismo no, mañana, su falta de compromiso, lealtad, fidelidad y delicadeza,  su majadería permanente de repetir una y otra vez las mismas acciones que sabe que no me gustan, su falta de criterio y amor propio, su falta de respeto a sí mismo, su falta de cuidado y cariño a sí mismo, y su baja autoestima, simplemente me hacen pensar  que cuando me busca o buscaba no lo hace por mí, sino que por él. Porque conmigo se siente o sentía bien consigo mismo y porque sabe o sabía  que mi puerta es o era la que ofrece menos resistencia, que le bastaba con tocar una vez y yo le abría enseguida, lo que no quiere decir que le dejara entrar de inmediato. Antes tenía que hacer penitencia, al menos dar una explicación razonable.
Cuando conseguía que yo le hiciera pasar y ya estaba sentado en el sofá, todo parecía perfecto, la conversación volvía a ser  fluida y amena, pero cuando la cosa de apoco iba avanzando y ya todo pintaba como para ir pasando  a la mesa del comedor, ya comenzaba con sus requiebros y excusas, hasta que simplemente llegaba un día en que ya  no estaba más, como si se lo tragara la tierra.
Su gran excusa de ese entonces fue  - que le duele quererme tanto y no poder tenerme, por eso tiene que tomar distancia, la menos hasta que se le pase un poco. -
Podrás creerle semejante excusa?
Pues la primera vez que se la oí, se la creí, sonaba convincente así tal como me la dijo, en el tono con que me la dijo me sonó hasta comprensible.
Pero con el silencio y la distancia que implantó unilateralmente, tuve tiempo para darle vueltas y  comencé a analizar el sentido intrínseco de  esas palabras y llegué a la conclusión  de que es la Frase de frases, es una frase perfecta para quedar en paz con Dios y con el diablo sin mojarse, ni tan adentro que se queme ni tan afuera que se enfríe. Por donde la mires, es perfecta, redondita, sin aristas, poros, ni grietas, no tienes por dónde entrarle y desbaratarla desde adentro. Sólo puedes mandar a la mierda a quien te la diga sin remilgos, porque es un sofisma por donde se le mire, y no se trata de que cada uno "gestiona sus sentimientos" como pueda. No. Simplemente se trata de un cobarde y manipulador laureado con un magna cum laude.   Porque cuando quieres a alguien, lo que más quieres es poder estar con esa persona tan querida o amada para ti, aunque haya una distancia física de momento insalvable de por medio pero te conformas con verla, necesitas verla, ojalá a diario, y si no se puede, al menos saber que está ahí por ti, y que tú estás ahí por y para ella, a través de algún mensaje, algo que te indique que estuvo ahí por ti en algún momento del día, aunque no pudieran verse, pero ahí quedó una huella, una señal, tú ya con eso eres feliz .
Sientes que sin esa persona hasta te cuesta respirar, quieres contarle todo de ti, de tu día, de tu vida entera, y que ella te cuente todo sobre ella, quisieras saberlo todo, porque tu mayor anhelo es conocerla, saberlo todo, o bueno, no todo, lo indispensable al menos, como sus gustos, sus sueños, anhelos, lo que quiere de la vida, etc, todo. Para poder entenderla, comprenderla y apoyarla en lo que puedas. Quisieras ser parte de su vida como esa persona ya lo es de la tuya. Quisieras que te dejara compartir lo bueno y lo malo de la vida. Si se siente mal, quieres que se sienta bien y hacer por ella lo que puedas para sacarle al menos una sonrisa si sabes que se siente triste. Si está enferma, quisieras aliviarle sus malestares. En fin. Querer es cuidar. Amar es también querer estar pendiente y presente de la persona que te hace sentir que si te aparta de su vida, todo pierde sentido.
Cuando sientes todo eso por  otra persona, es porque la quieres, pero no por ti, sino por ella, porque sólo quieres que esté bien y tenga todo lo mejor de la vida, que no sufra y menos por tu causa. En fin.
Y si sientes todo eso, podrías considerar la idea de alejarte voluntariamente para tomarte un tiempo fuera, sin avisarle, sin considerar lo que tu ausencia inesperada le pueda hacer sentir o pensar?
Si lo haces, entonces con tu codo has borrado todo lo que has escrito con tu mano y has terminado por echar a la basura todo ese maravilloso tiempo que pudieron haber compartido juntos.  Y el silencio simplemente acaba confirmando elocuentemente la gran mentira que fue todo, porque si de verdad esa persona te hubiera importado algo al menos, jamás habrías podido hacerle una cosa así. Porque el amor no daña, al menos no el buen amor, el sano.
El verdadero y sano amor, sólo busca hacer el bien, nunca el mal. Esta es una verdad elemental que hay que tener siempre en cuenta para saber distinguir si los sentimientos son puros y sanos o no.
Siguiendo con mi razonamiento analítico:
A esta frase perfecta y para el bronce hay que irle sumando matices como su personalidad, su historia de vida y su prontuario amoroso, para ir contextualizando  y descifrar así su real y verdadero significado.
Lo que puedo resumir aquí de la traducción que pude hacer fue que en el fondo él cree que yo soy una especie de Yo-yo. Recuerdan aquel viejo juguete infantil, era una especie de la ruedecita de colores con un cordón atado en un extremo a la rueda y el otro a un dedo de una mano, con el  que se hacía subir y bajar la ruedita a voluntad, para delante y para atrás, habían algunos que hacían figuritas en el aire, pero esos eran ya los más expertos del juego al  Yo-yo. Pues este sujeto era de esos, de los expertos, y su Yo-yo preferido era yo, porque le resultaba ser la más simple para él manipularme a su antojo.
Pero eso sólo le duró hasta que la Yo-yo se dio cuenta que era  una simple Yo-yo en sus manos y se convirtió en una Yo-YO del tipo conmigo no vuelves a jugar nunca más y le corté el cordón de un sólo  suácate y sin remordimientos.
Me podía decir lo que quisiera, total era muy fácil cortarme y enviarme por el caño, bastaba con dejar de conectarse y listo. Esta vez quien se desconectó de todo fui yo.

No lo odio, pero tampoco quiero volver a saber de él otra vez en mi vida. Sólo quiero dejar lo que fue atrás, transformado en una gran lección de vida, y así poder continuar con mi vida normal, tranquila y en paz.
Ya no me interesa, simplemente perdí cualquier atisbo de cariño, cualquier brizna de amor que pudo quedar en mí por él, se acabó por secar y se voló en el viento.
Lo mismo que si quedaba alguna brasa encendida entre medio de las cenizas de lo que fue lo nuestro, acabó por extinguirse del todo.
Faltó agua, aire, sol, calor, atención, tiempo, dedicación, respeto, confianza,  comunicación, interés, cuidado. Faltó todo.
Fue como tratar de revivir un amor a costa de recuerdos añejos con oxigeno de segunda mano, con aire respirado. Imposible, verdad? Nadie puede revivir ni recrear un amor sólo a partir de memorias y sumergida en un profundo silencio más parecido al desprecio, sin tener de parte del otro lado al menos una palabra que reafirmara la esperanza o la ilusión, algo que sirviera de indicación de que se iba por el camino correcto, alguna señal para saber que no te estabas equivocando, que no estabas tomando una mala decisión de la que te pudieras arrepentir más tarde o  por el resto de tu vida.
Fue un triste periodo con una fuerte sensación de pérdida inútil de tiempo, fuerza y energía. Me sentía ridícula, al borde del patetismo. Y yo no soy así, no necesito sentirme así, menos gratuítamente y por nada, mi trabajo fue casi de voluntaria de la Cruz Roja, y como tal no era mi obligación tampoco, por tanto no me merecí ese trato tan despectivo y abusivo de su parte.
No estoy desesperada. No me interesó subir al vagón de ese tren que va directo al infierno, según creo yo.
No le importaba nada de lo que yo dijese o escribiese, no respondía ni leía, y así pasaban los días y de repente cuando la luna seguramente le favorecía se dignaba a hacer alguna fantasmagórica aparición. Si no era bajo un pesado manto de depresión, lo era bajo  unas ideas muy oscuras y poco lúcidas, básicamente  era la repetición del mismo texto de siempre, sin nuevas perspectivas ni soluciones y que cada vez contenían mayores matices de sombríos pesimismos acumulados en un agobio asfixiante.
Podía sentir lo viciado de todo, el Sinsentido debe tener olor al aire viciado de un garito.
 Por mi parte sólo intentaba ayudarle dentro del poco margen que me dejaba de acción bajo sus reglas, mientras estaba sintiendo por dentro lo poca cosa que yo significaba para él.  Entre líneas me hacía sentir que yo era sólo su última opción, me decía que yo era  la "única amiga" pero no la primera en su lista, muy bien pude ser sólo la última por eso era la "única", que le quedaba y "amiga", ni siquiera fui lo que era antes para él.
Claro, las otras "amigas" no serán tan tontas y como ya lo conocen, deben saber bien de qué va y se apartan, lo dejan solo para que no les dé la lata. Quién sabe qué reputación tendrá entre las mujeres de su pueblo que ya lo conocen como es.
Cómo yo de él sólo pude saber lo que me mostró y lo demás lo concluí por deducción, caí redondita en sus redes.
Para él  soy  o fui un territorio inexplorado, signifiqué un Nuevo Mundo y  una ansiada oportunidad para comenzar de cero, pero que echó a perder, al menos conmigo. De ahí su insana obsesión por mí.
De esto no me di cuenta sino hasta ahora, durante este último silencio.
Antes de llegar a pensar todo esto, sólo  fui  la tonta ingenua corazón de abuelita que como lo veía tan mal,  no podía negarse a intentar ayudarle, verdad? Pero al tenderle la mano sentí cómo me succionaba mi propio balance emocional al dejarme a la espera interminable de algo indefinido sin saber hasta cuando y mientras tanto yo en ascuas, sin saber nada de nada porque ni siquiera se dignaba a decir "hola".
Necesitaba cortar con eso de cuajo y lo hice. 

En el transcurso de su ausencia más prolongada durante el año pasado,  se convirtió en un extraño oscuro, y retorcido que no reconocí, demasiado cruel para tolerarle.
La verdad me asustó. Fue como un especie de Fantasma de la Ópera. Un tipo muy desagradable para mi gusto.
Por último hubiera sido al estilo de Vincent de la Bella y la Bestia, pero no, su monstruo interior tuvo muy  pocos gestos  amables para mí, nada que fuese suficiente para reconquistar mi corazón.
 Y lo peor fue que a su lado o más bien en su silenciosa ausencia me seguía sintiendo  humillada y despreciada. Su silencio no sé por qué pero siempre me ha hecho sentir mal, y siento que no me lo merezco, no lo merecí. Y eso jamás lo entendió o si lo hizo no le importó porque lo siguió usando hasta que decidí darle un fin definitivo a esta agonía.

Ahora, como él ya me da lo mismo, me da igual que se quede en su mutismo frío e indiferente. Se lo regalo de vuelta si quiere, a mí ya no me importa. Ya no me afecta en lo más mínimo porque tampoco tiene cómo decir algo, tiene todos los puentes cortados y aunque quisiera no podría. Y sé que tampoco lo hará, no se atreve, además, no tiene nada que decir en su defensa, sólo admitir que jamás le importé de verdad, y que lo suyo por mí nunca fue amor, sólo una mal sana obsesión. Para qué va a insistir sobre algo así. No tiene sentido. Sería sólo una estupidez más de su parte. Y acabaría  sólo por confirmar rotundamente mi tesis sobre este corolario, aunque con su silencio es aún más categórico y contundente que mil palabras. Cualquier cosa que dijera estaría demás, sólo sobraría, los hechos hablan por sí solos.
Por otro lado tampoco me interesa lo que pueda decir, ya escuché una vez  sus amenazas manipuladoras, y sus extorsiones emocionales, recuerdo ese día, estaba en un estado demencial. No quiero tener que volver a pasar por eso, nunca más. 
Me di cuenta de hasta donde es capaz de llegar y no estoy dispuesta a volver a caer en su juego hostil y retorcido.
Se acabó.
Ya le puse fin y no me importa su silencio, ya no significa nada para mí, por tanto ya no me puede herir porque yo no lo permito, perdió todo su poder sobre mí, su encanto y su hechizo.
Lo pienso y se me ocurre pensar que con este ente ocurre al revés de los cuentos de príncipes encantados, el de príncipe que fue convertido en sapo, el que fue convertido en una bestia, y el del que fue convertido en una estatua. La historia usualmente es la misma, cuando logran que una mujer los ame realmente incluyendo su horrible apariencia entonces el encantamiento o hechizo desaparece y puede recuperar su verdadera apariencia de hombre normal, posiblemente bello físicamente también.
Eso es lo que ocurre usualmente en los cuentos infantiles, pero en la vida real, creo que ocurre exactamente al revés. Sujetos con una apariencia de humanos normales, hasta físicamente atractivos esconden a un  monstruo horripilantemente malvado que aflora cuando una mujer los ama  por su seductora apariencia.
Sólo que a este monstruo antes de saber que lo era, no lo amé por su apariencia, sino por esa parte que yo sabía era imperfecta que lo hacía tan  humano, parecido a mí, pero nunca me imaginé que podría llegar a ser tan dañino y peligroso,  incluso para sí mismo.
No sé si esto sea una norma general. Dios, espero que no lo sea.
Pero no hay que perder de vista que no todo lo que brilla es oro, y que los venenos vienen en frascos atractivos, y son venenos, cuidado, matan la mayoría de las veces o hacen mucho daño.
En cualquier caso no hay que juzgar a un libro por sus tapas, hay que leerlos, es mejor.
Y no hay caso, no se puede insistir, no tienen vuelta. Nunca nadie ni nada los va a hacer cambiar. Las chicharras mueren cantando y no hay más. Lo aceptas o seguirás perdiendo el tiempo en causas perdidas "tratando de convertir capullos en mariposas".
Entre que perdí el interés y ya no me importa perseguir causas perdidas, porque no soy mártir de ninguna causa, tampoco soy masoquista, me cansé de tanta tontería.
Por mi parte le deseo que tenga una buena vida, que la sepa vivir bien y Adiós.
-Patatín patatán, arroz con azafrán, este cuento se termina al acabar- ( esto me lo inventé yo, creo,  no recuerdo haberlo escuchado antes así tal cual)
o mejor, un final más clásico:
"Colorín colorado este cuento por fin se ha terminado".

-Razón tenía doña Juana Rosa, al decir: Y a otra cosa, mariposa.-