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sábado, 28 de junio de 2014

Hoy por ti, mañana por mí.

Lo que son las cosas.
El otro día mi perro no se podía mover, se notaba que tenía dolores para caminar y moverse normalemente. Considerando que es un labrador de 13 años,  aunque siempre le he cuidado el peso, precisamente pensando en que tenga una vejez en buenas condiciones de salud, porque sé que a los perros viejitos les fallan las articulaciones de las caderas lo que acarrea dolores y problemas de movilidad.
El tiempo cuando llega, llega; cuando está escrito que tiene que llegar, y generalmente llega cuando menos se le espera.
Si alcanzaste a hacer todo lo que tenías que hacer antes que te llegue tu tiempo, que no es lo mismo que cuando  llega tu hora, que eso sí es como una guillotina que no entiende razones ni perdona;  a diferencia de  este lapso de tiempo que te llega,  parece que hubiera intrinsecamente una oportunidad adicional más, no siempre es tan radical como parece.
En fin, a mi pobre perro adolorido no lo podíamos dejar así.
Llamé a la consulta del veterinario para saber si estaba atendiendo, suerte que sí, así que en la tarde lo llevamos.  Como no se podía subir por si solo al portamaletas, con la ayuda de un plástico agarrado por los 4 extremos como una sabanilla lo subimos en un 2x3 arriba, tuvimos cuidado con sus patitas antes de cerrar la portezuela y se quedó tranquilito, medio asustado como preguntandose: a dónde me llevan? Supongo que se lo imaginó, pero no puso objeción. De todos modos la decisión ya estaba tomada.
Fue el segundo paciente en llegar.
Y eso que tuvimos suerte, porque sin saber que necesitaríamos tomar radiografías para asegurar un buen diagnóstico, justo andaba ahí un equipo de veterinarios jóvenes que se dedican a tomar radiografías digitales. Sin tener que esperar más hubo que anesteciar a mi perro para poder tomarle las radiografías y así obtener información precisa con la cuál tomar una decisión sobre el tratamiento más acertado y recomendado a seguir.
Porque eso es lo bueno con el veterinario de mi perro, que es un tipo que ama lo que hace, y lo que hace lo hace con amor por los animales, por vocación absoluta. Piensa primero en el bienestar del animal siempre, y eso es algo que se agradece de corazón. Y al mismo tiempo eso lo hace ser un gran profesional, muy acertivo y confiable. Y no lo digo yo porque lo admire, sino que son los hechos los que hablan por sí mismos. Las veces que hemos llevado a mi perro por distintas razones y que no han sido pocas veces, si con mi perro hemos pasado por varias situaciones y algunas bien complejas  y delicadas, en cada oportunidad le ha indicado el tratamiento justo y preciso y mi perro se ha recuperado logrando salir adelante siempre, gracias a él.
Por eso para mí gusto, el veterinario de mi perro es el veterinario más grande y bueno del universo.
Es un tipo apasionado por lo que hace y todo lo demás le llega por añadidura. Es un ejemplo viviente de eso que los psicólogos o filósofos nuevaerista dicen: -Haz lo que amas y la abundancia te llegará como recompensa del Universo- o algo así.
Hace lo que le gusta, lo hace con ganas y le va bien. Vive en su sueño hecho realidad día a día.  Eso es lo lindo y me alegro mucho por él que así sea, porque mientras sea así, mi perro tendrá al mejor veterinario del mundo para que lo atienda cada vez que lo necesite. :-)
En fin, el diagnóstico era imaginable pero había que precisar las posibilidades. Dentro de lo esperable la prognosis fue la mejor, al menos hay una posibilidad de recuperación y no era tan grave dentro de lo que podría haber sido, o al menos lo detectamos a tiempo para evitar que se convierta en un cuadro más severo y crónico. De momento es  reversible, eso es lo importante. Así que el tratamiento indicado durará 3 meses.
Hace tres días que comenzamos y ya se nota algo de mejoría, bueno, como está con analgésicos mientras las glocosaminas hacen efecto, se puede mover y caminar con normalidad, eso lo ayuda para hacer una vida bastante normal, salir a caminar como de costumbre para que ejercite la musculatura que le ayudará a mantener todo en su lugar correctamente.
Mi perro tenía una especie de verruga al lado de la carita, cerca del ojo izquierdo, estaba fea, bien fea la verdad, pero no le comprometía el ojito ni la visión, y como ya es viejito pensé que ya no era operable y que era preferible dejársela ahí. El vet lo miró y dijo: le voy a sacar esa cosa fea que tiene ahí, cómo va andar así por la vida.- Y se la sacó sin más mientras estaba inmovilizado para la radiografía. Y no cobró el procedimiento, bueno, yo no lo pedí, pero quién hace eso? a la gratuidad, me refiero.
Entonces pensé, esta es una devuelta de mano del Destino o del Universo por haber ayudado al Lucky sin esperar nada a cambio.
Al parecer es verdad que el Universo funciona así, hoy por ti, mañana por mí, haz el bien sin mirar a quien.
 Como son las cosas de la vida.
No dejo de sorprenderme.
Siguiendo con la historia, mi perro salió medio drogui del quirófano, caminando pero medio atontado aún, así que lo subimos a la manta y lo llevamos como en sabanilla al auto. Lo que duró el viaje de vuelta se fue tranquilito y al llegar a la casa lo bajamos del mismo modo, pero es como si hubiera sabido que tenía que quedarse tranquilo que todo iría a estar bien.
Esa noche lo hice dormir en el garage, le preparé un rincón que le quedara mullido y calentito, y como hacía frío se dejó abrigar para dormir tapadito. Mi niño.
Al otro día amaneció bastante mejor, aún le hacía efecto el analgésico inyectable del día antes, pero también creo que le ayuda saber que es querido, y que tiene amos preocupados por su bienestar.
Aunque insito, debería haber FONASA para mascotas.


viernes, 20 de junio de 2014

La pena cansa

No siempre las historias se escriben a mano ni salen como se quiere.
Perdí la batalla contra el destino. 
Lucky ya no está más, pero al menos me queda la tranquilidad de saber que ya estaba mejor, que sus heridas estaban cerradas, que  su confianza y autoestima alcanzaron a reestablecerse, que al menos ya estaba listo, más seguro de sí mismo, como para volver  a buscarse la vida por su cuenta.
El  día que lo conocí me pidió con sus ojos  amparo  para curar sus heridas y calmar su dolor, pero apostaría que siempre supo que su hospedaje sería transitorio.
Hice lo que pude por él, traté de buscarle un hogar permanente pero no salió bien, al menos no resultó.
Hasta le creé una página en Facebook, subí su foto a una página de animalistas en la ciudad, la publicaron , obtuvo varios like pero nadie dijo: YO! 
Y nada, nadie saltó al escenario pidiendo la custodia de Lucky.
Ahora ya es de noche, no sé a dónde estará guareciéndose del frío.  Y para mañana hay pronóstico de lluvia.
He pensado en todo este tiempo qué  significaría esta historia, cuál sería la enseñanza.
Corbera dice que todo lo que nos pasa en la vida es reflejo de lo que nos pasa en el interior.
Sería yo una perrita huacha herida en el corazón que buscaba refugio y amparo para curar mis heridas?
Si no lo soy, me sentía así?
Es posible, pero no hay ninguna solución. 
La que fui ya no volveré a ser.
Quizás la lección era aprender a sanar, y aún así no perder la fe en las personas.
Pero las heridas de Lucky no fueron hechas por personas, fueron hechas por perros. De apoco fue recuperando su autoestima ante otros perros, ya no agachaba la cola, y hasta se trenzó en una trifulca y le echó la guapeada a otro perro que salió con su cola entre las piernas y con la cabeza gacha  mirando de lado.
Qué me queda a mí si mi desconfianza es con los humanos, hacer un proceso inverso? deberé buscar refugio entre los animales mientras de apoco recupero mi autoestima hasta que sea capaz de enfrentarme con humanos otra vez?
Recuerdo haber leído por ahí una historia tipo parábola zen:
Una hija le pedía consejo a su padre pues se sentía  superada por todos los problemas que tenía en su vida, y que sin importar lo que hiciera no lograba superarlos.
El padre de la chica era un reputado chef  conocido por su sabiduría y mientras la escuchaba se movía por la cocina buscando algunas cosas, cuando las encontró puso una zanahoria, un huevo y una taza con café sobre el mesón, delante de su hija.
Ella extrañada y sin entender el punto lo mira intrigada.
El viejo cocinero sonrió y le dijo calmadamente.
Observa bien y piensa. 
Luego tomó la zanahoria y la metió a una olla con agua hirviendo y la dejó ahí hasta que se cociera, en otra olla puso el huevo a hervir hasta que se cocinó, y por último preparó el café.
Al tener todo listo, volvió a colocar la zanahora cocida, el huevo cocido y el café recién preparado y humeante sobre el mesón de la cocina.
Miró a su hija y le preguntó: Notas la diferencia?
La hija miró desconcertada sin entender.
El viejo sabio sonrió y le dijo:
-La zanahoria cruda es dura pero la haces hervir y se ablanda.
-El huevo crudo es duro por fuera pero por dentro tiene un contenido blando, pero lo haces hervir y su contenido se endurece.
-El café en grano es seco  y  duro pero si le das tiempo y lo dejas  remojando con agua caliente de apoco ira dejando salir lo mejor de sí  siendo capaz de deleitarte tanto con su aroma como por su sabor.
-Ahora piensa, el agua caliente son los problemas de la vida que van templando tu forma de ser.
-Tú decides cómo dejarás que los problemas te transformen.
-Tú decides si serás una zanahoria , un huevo o el café? 

Ojalá mi papá hubiera sido así de sabio como el cocinero de la historia y hubiera dejado que Lucky se quedara.


Quisiera ser como el café, pero por hoy siento mucha pena, son muchas cosas acumuladas y  me pueden más.
Hoy ha sido uno de esos días en que el sol no salió oculto tras la bruma. 
Me siento cansada.  La pena cansa.
 Y me siento sola en el alma.

 






sábado, 7 de junio de 2014

La suertuda historia de Lucky.

Esta semana ha sido de locos.
Hay un nuevo huésped en casa.
El 4 de junio salí como de costumbre con mi perro de paseo, recorremos un circuito dentro de un parque que hay cerca de casa y un perrito negro mezcla de labrador con algo más lleno de magulladoras y dos heridas grandes, abiertas e infectadas le predominaban, una por el lomo un poco más abajo del cuello y otra sobre la base de su oreja derecha, que casi le había  sido desgarrada de cuajo, de hecho se le podía ver la musculatura por debajo de la mucosidad que emanaba desde las aberturas.
Pobrecito, me dio tanta pena. Pero también sentí que no bastaba con sentir pena por él y compadecerme, tenía que hacer algo al respecto.
El perro me miraba y caminó conmigo durante todo el paseo, respondía a mi voz mirándome con sus ojillos temerosos y sufrientes como pidiendo auxilio: ayúdame, por favor.
La cuestión es que sentí que no podría seguir diciendo  que me gustan los perros sin  siquiera poder ser capaz de ayudarlo, hacer algo por ese pobre y miserable perro que en ese momento estaba ahí pidiendo mi ayuda, no habría sido congruente.
Hay momentos en la vida en que hay que tomar decisiones radicales, en que es necesario echar a andar el inmenso mecanismo de la vida para hacer que las cosas pasen. 
Necesitaba llevarlo a un veterinario para que lo revisara y le diera algo para pararle la infección y algo también para aminorar su  dolor.
Sabía que llevarlo a casa, me costaría un buen reto, porque ya tenemos un perro y una perra, esterilizada, pero ya son dos bocas que alimentar, de los que hay que preocuparse, aunque ellos no dan poblemas, están bien, son inteligentes y bien educados; y
este otro significaba sólo problemas, preocupaciones, gastos, cuidados, y no sabía cómo se podría llevar con los otros dos  aunque mi perro que andaba ese día conmigo ya lo había visto, olfateado pero no le terminaba de caer bien, le tendía a ladrar, pero el otro estoico no se movía de mi lado.  Yo suponía  que no iba a ser bien admitido, pero si era lo que tenía que hacer, debería ser admitido como diera  a lugar.
La única en apoyar y compadecerse junto conmigo sería mi madre, eso yo ya lo sabía y contaba con que así fuese, y así no más fue. La oposición de uno contra dos quedaba anulada pero no por eso sería más grato el ambiente, pero no me importó, sentí que lo que estaba haciendo, sin importar los reclamos y exigencias, era lo correcto, lo justo, lo ético, lo moralmente debido y cuando se hacen las cosas con buena intención y por una buena causa, todo tiende a salir bien, así que no perdí tiempo ni energía en preocuparme por hacer caso de malas caras o regaños, pues todo tenía un buen motivo.
Bueno, contando con la venia de al menos mi madre, me atreví y arremetí para delante, finalmente obtuve el apoyo pecuniario para poder  llevarle a la veterinaria que queda relativamente cerca de aquí, al menos se puede ir caminando.
(Debería haber asistencia médica pública de calidad y gratuita para atenciones ambulatorias y hospitalarias, o al menos una especie de AUGE  para perros o un  Fonasa para animales, sobre todo que cubriera las atenciones a perros vagos.)
Al término del paseo fui a dejar a mi perro a la casa y al salir de vuelta estaba esperándome afuera del antejardín tal como le había pedido que me esperara que yo no me tardaba. Y nos fuimos los dos caminando más o menos rápido antes que se nos hiciera más tarde y nos lloviera que ese día había estado a chubascos todo el día y como ya es junio, a las 6 de la tarde ya está casi de noche, pero suerte que aún era temprano.
Hacía frío pero a ninguno de los dos nos importó, el fin era mayor y mucho mejor, teníamos la esperanza de encontrar apoyo, alivio y contención.
Mientras caminábamos yo le iba diciendo: vamos a que te cure la veterinaria pero tienes que entrar conmigo no me vas a hacer caminar tanto en vano, es por tu bien, pero tienes que entrar y dejar que te cure, me oíste?. Y simplemente sin replicar me miraba con sus ojos de perro sufriente pero que tiene ilusión como asintiendo: -sí, sí, tranquila que yo entro contigo, no te preocupes, haría cualquier cosa para que se me alivie esto que siento-.
Al poco rato de andar llegamos a la puerta de la consulta veterinaria, suerte que estaba atendiendo y no fue necesario esperar, nos hicieron pasar, entré yo y sin mucho hacerse el rogar entró él, algo tímido y asustado, pero entró.  Pasamos a otra salita donde estaba la consulta misma, y lo atendió  casi enseguida.  Revisándolo más acusiosamente descubrimos que estaba lleno de heridas, unas más nuevas otras más viejas y ya con costras, las nuevas eran varias, parece que lo habían agarrado entre varios perros, y no lo mataron de suerte, porque tiene varios picotones de colmillos, por las  piernas, muslos, hasta uno sobre el craneo, sin contar las dos más grandes y profundas,  me llamó la atención la cantidad de costras en las dos orejas, es más sus dos orejas parecen ser, sin exagerar, dos grandes carachas secas con pelos, a simple vista no se notan pero al tacto se pueden sentir.
La veterinaria, casi una niña aún, se podía suponer que había crecido queriendo llegar a ser veterinaria toda su vida por el cariño con que lo atendió, sin hacer diferencia alguna hablándole con cariño mientras le hacía las curaciones en las dos heridas más grandes.
Y lo más admirable fue haber visto que se dejaba curar con un estoicismo digno de Ben Hur o no sé de quién, tal vez de Bruce Willis o Rambo, no sé de esos tipos rudos llenos de heridas que si les duelen, nunca se quejan.
Pero sí le dolían, pero se las aguantó, en ningún momento se quejó o gruñó, nada, simplemente sabía que estábamos ahí para ayudarle. Él mismo lo había pedido, lo había implorado con su mirada cuando se me cruzó por delante la primera vez que lo vi.
Cuando nos fuimos de regreso a casa llovía fuerte, abrí el paraguas y caminamos los dos bajo el paraguas, fue como sacado de un cuento, ni amaestrado que hubiese estado, fue sorprendente,  y es sólo un perro de la calle, ni a mi perro logro hacer que camine a mi lado, él siempre va adelante aunque obedece a un silbido y se regresa cuando lo llamo, pero a mi lado no camina ni en sueños. 
Resumen: Necesita un tratamiento de antibióticos por 10 días, más por 5 días tomar un analgésico, y 3 curaciones diarias con agua oxigenada y difexón. 
En eso estamos desde ese día, ya lleva 3 días en mi casa, y las heridas más grandes ya tienen un aspecto levemente mejor, aún hierven con el agua oxigenada, también le echo agua de manzanilla y matico para ayudarle a limpiar las heridas, las que él no se alcanza a lamer, que las otras las controla él, se las mantiene límpias y están más secas, aunque aún no cierran. El antibiótico tendrá que hacer su efecto y la infección tiene que ir cediendo de apoco, hasta que las heridas queden limpias y secas, sólo entonces podrán cerrar, si es necesario podría ponersele un par de puntos, pero ya veremos.
Tiene control este lunes.
En fin, la reflexión que hago es que yo no puedo decir que me gustan los animales sino hago algo práctico por ayudar a uno que me ha pedido ayuda con su mirada.  
Porque si hay algo que haya aprendido en este tiempo es a ser coherente con lo que se piensa, se siente, de dice y se hace.
Y si siempre he sentido que me gustan los animales, y hasta lloro con películas de dibujos animados donde los animalitos sufren, no puedo quedarme de brazos cruzados sin hacer algo por ayudar a un animalito de carne y huesos que estaba ahí frente a frente a mí, frente a nadie más,  era yo la elegida por él para que lo socorriera y le tendiera una mano amiga.
Y si no hago algo, seré responsable por negligencia si a ese pobre perro le pasa algo peor y sin haber hecho algo para evitarlo.
Pero yo no me podré quedar con él, no puedo. Yo estoy haciendo mi parte, la que me comprometí a hacer por él, lo que puedo, y está dentro de  mis posibilidades.
Contacté a un par de veterinarios conocidos, a ver si ellos que conocen más gente que yo pueden hacer algo para buscarle una familia y le escribí esta especie de "arenga" para motivar su adopción:

 "Es muy fácil decir que nos gustan los animales, pero te harías cargo de un perrito que demandara atención y cuidados especiales como por ejemplo un tratamiento con antibióticos y analgésicos para ayudarle a recuperarse de sus heridas? La mascotas no son sólo para lucirlas, si realmente amas a los animales no podrás ser indiferente. Lucky necesita una familia que lo adopte para ayudarle a recuperarse de sus heridas. Lucky más que mascota, es un perro que necesita apoyo para salir adelante, pero sin dudas podría llegar a ser el mejor perro del mundo para sus nuevos amos. Es un valiente, ha soportado estoicamente las curaciones, llega a temblar, pero no se esconde ni se queja. Se merece encontrar un hogar donde sea bien acogido, cuidado y querido. "