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miércoles, 2 de enero de 2013

Lo que he aprendido.

2013. Un año más, un año más de vida y de experiencia sobre la vida y mi vida. 
Uffffffffff, qué años estos últimos. Me parece como si hubiera abierto la ventana de una habitación cerrada y entrara todo el chiflón de aire de un golpe, entró de todos los aromas, los agradables y los apestosos. Entró lo bueno y lo malo del mundo por esa ventana a la habitación de mi vida.
Pero creo que nada ha sido en vano, he crecido de adentro hacia afuera, he descubierto lo maravilloso de la vida como también me di tropezones y porrazos, pero me sirvió para aprender que el camino no es parejo, que la vida no es una ruta asfaltada y segura, que hay que conducir a la defensiva y/o  fijarse muy bien donde se pisa,  pero sin dejar de disfrutar de la belleza del entorno. 
Aprendí que en cada vuelta de la esquina el mundo puede cambiar a 180°, que nada es seguro al 100% y que cuando menos se espera salta de pronto la vida con una sonrisa. También aprendí que todo tiene un por qué, que a veces lo que no parece tener sentido, lo tiene, sólo que no lo vemos pero lo tiene, con el tiempo vemos como todo calza. Porque la vida tiene su propio tiempo, tiempo que debemos aceptar siendo pacientes confiando en Dios, el destino, la suerte, o como quieran llamarle, porque   las cosas  pueden demorar pero  a la larga todo queda en su lugar, y que lo peor es tratar de apresurar y alterar ese ritmo natural, simplemente porque todo tiene su tiempo.
Me pasó algo curioso hace un tiempo y creo que grafica muy bien lo que quiero decir.
Hace ya un par de meses estuve sin computador, se me echó a perder el teclado y tuve que enviar el equipo  al servicio técnico de la marca. Se demoraron un mes casi, entre enviarlo de aquí para la capital, que lo dignosticaran, lo repararan, estuviera en observación y me lo regresaran, en fin, todo el proceso demoró el tiempo justo para que yo mientras tanto tuviera tiempo libre y disponible para ayudar a mi padre con las reformas que estuvimos haciendo en casa, había que hacer mil cosas, desde hacer el bosquejo, contactar maestros, ir a elegir y comprar materiales, hacer de ayudante pasando herramientas, iluminando donde la luz del día no llegaba, aportando soluciones creativas,  en fin, mil cosas que no habría podido hacer tan relajadamente de haber tenido el PC activo, pues este aparatito consume tiempo, pero más que nada son los compromisos sociales que se adquieren a través del mismo los que absorben el tiempo. No haberlo tenido operativo me dejó sin presiones, sin cargas culposas de no estar, en resumen tuve todo el tiempo del mundo para dedicarme y disfrutar de lo entretenido que me resulta iniciar un proyecto nacido de mi cabeza y verlo llevarse  a cabo y que quede tal cual como lo había imaginado. Y cuando acabamos a quitar la última pelota de polvo que nos dejó la reforma sonó el teléfono, mi computador estaba listo cuando quisiera podía pasar a buscarlo.
Ven, la vida tiene su tiempo, nada pasa sólo porque sí. En este caso, parecía que era necesario que me quedara sin computador para que pudiera tener tiempo para dedicarme libremente a algo más productivo y más real. Pero al principio no lo vi así, sólo despotricaba contra la vida entera porque me dejaba sin conexión por lo que se preveía sería un largo tiempo. 
Ahora, con la perspectiva que da la reflexión y el reposo llegué a esa conclusión.
Y como la vida  a veces es más justa de lo que pareciera ser muchas veces, después de tanto trabajo agotador tuve mi recompensa, vacaciones en un lugar maravilloso.
En otro capítulo les cuento el resto.
Por cierto, muy feliz 2013 que este año que comienza, sea infinitamente mejor de lo que han podido ser todos los anteriores y sean felices.