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jueves, 26 de noviembre de 2015

Canciones en italiano

Por más que lo he intentado no logro recordar ni una sola palabra que me sonara verdadera y  profundamente honesta, salida como una confesión directa desde el corazón, una simple palabra que valiera por todo los malos recuerdos, que tuviera la fuerza necesaria para borrar todo la desilusión sumada a lo largo de los silencios de tanto tiempo durante 5 años, 1826 largos días matizados con horas  de sol, nubes y tormentas, dentro de esos años.
Creo que fue lo mejor acabar  definitivamente con todo.
Siempre he sido una especie de cirujana de guerra en lo que respecta a mis sentimientos, eso me ha salvado la vida más de alguna vez... si he tenido que amputar la parte insana, lo hago sin contemplaciones, drásticamente y se acaba.
Supongo que el dolor fantasma queda por un tiempo mientras me acostumbro a vivir sin la parte que me falta, pero al menos soy capaz de seguir viva y sintiendo que el resto de mí late con fuerza y ganas de seguir viviendo, y de volver a amar algún día aunque sea con muletas. Pero poquito a poco, voy dejando los aparatos de apoyo para caminar erguida con la frente en alto otra vez, como siempre había caminado por la vida.

La vida sigue y las heridas sanan, sólo es cuestión de tiempo, no volveré a quedarme pegada nunca más otra vez.
Debí haber dado por terminado este tema hace tiempo, de hecho así lo hice pero me pongo a escuchar canciones en italiano y me vuelve el vacío y la nostalgia con ganas de escribir una vez más en un  afán científico de escrutar  mis sentimientos diseccionándolos uno a uno como si así fuese posible ver dónde estuvo el error.
Nunca he sido masoquista, pero de alguna manera intuyo que mientras más vueltas y giros le dé a este tema más fuerza le resto, como si lo gastara  de tanto refregarlo contra sí mismo, lo agotara por cansancio hasta dejar ni rastro de su existencia sólo hilachas desflecadas al viento hasta que desaparezca por sí solo, desvanecido de mi vida y de mi memoria. 
Por más que intento, no recuerdo algo, algo lindo, algo que me haga sentir que ese tiempo valió de verdad la pena. Algo que no sea  procesado por la destilería de mis razonamientos resilientes, quiero poder tener  un recuerdo en bruto, original, sacado fresco de la historia  y no hay algo por sí mismo que me resulte una especie de reliquia que quisiera guardar de todo ese tiempo vivido.
No tengo ni siquiera el recuerdo de una palabra salida del alma, alguna palabra exclusivamente dicha para mí, como un regalo íntimo y precioso por lo único e irrepetible, que se pueda quedar conmigo como el recuerdo de una perla guardada en un joyero al fondo del baúl. 
Nada con lo que me pueda quedar para recordar, por eso he preferido borrar todo y simplemente entregarle mi memoria al olvido. 
Olvidarme de absolutamente todo. Reformatear de cero el corazón de mi mente y resetear la memoria de mi corazón, pero no puedo evitar haber desarrollado ya anticuerpos hacia ese tipo de relación hecha de algodones de colores y aire.  El amor real es color cemento y ladrillo, no candy  rosa.
Me ha robado el derecho a tener la inocente e ingenua ilusión de que el  amor  correspondido es posible sin dolor. Él me demostró  que un amor de ensueño como el de mis  fantasías  jamás podría funcionar en la realidad, al menos no con él.  
Ésa es mi gran esperanza, encontrar a alguien con que sí pueda funcionar.
Quiero creer que no es la máquina de mis sueños felices la fallida, sólo fue una pieza que no encajaba bien y que reemplazándola, todo podrá marchar estupendamente, como un reloj suizo.
Volver a creer que el amor es posible de la manera como siempre he soñado, no es tan fácil. 
Supongo que siempre estarán ahí las canciones en italiano.
Pero también he descubierto que es mejor vivir sin expectativas, vivir así requiere valentía y fortaleza, nunca sabes qué te puede traer el río de la vida hasta tus pies. 
Confío en mi buen Dios para que sea lo que sea, sea siempre por y para mi bien.