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viernes, 24 de octubre de 2014

Miedo a equivocarse.

Qué es el miedo? No del tipo miedo pánico, o paura como dicen los italianos. No.
Ese miedo que nos limita, que nos paraliza, que a veces nos salva de cometer tonterías o de hacer cosas demasiado audaces que luego nos arrepentimos por no haber tenido más coraje.
Lo que me hace pensar si acaso se puede confundir el miedo con la precaución?
Miedo del latín, "metus". Raíz para "meticulos@".
Ser meticulos@ es ser cuidados@, quizás por miedo a equivocarse.

El miedo por sí mismo no pareciera ser nefasto, más bien diría yo que es un preventivo, una clase de chaleco salvavidas para los impulsivos y atarantados, tener un poquitito de miedo antes de decidir cometer una acción de alto riesgo sin tomar medidas de resguardo para la propia seguridad,  supondría una ventaja mirado de esta manera.

(Miedoso y cobarde no es lo mismo. 
 Un cobarde es alguien que tira para la cola o se marcha con la cola entre las piernas por miedo o falta de valor.
 Entre un valiente y un desatinado hay sólo un mal juicio de distancia)

Creo que este es el tipo de miedo que siento yo. El miedo con coraza, es decir el miedo por cautela, o miedo meticuloso.
Confieso que siento miedo a equivocarme, a no hacer las cosas bien, a tomar malas decisiones, a no saber distinguir si lo que la vida me pone por delante estará por mi bien o no.
Miedo a dejar ir todo por un prejuicio deshumanizado o mal aconsejado, o bien aconsejado, dependiendo de la perspectiva o de la intención...
Miedo a no hacerle caso a mi corazón y dejarme llevar por la frialdad de mi cabeza.
Miedo a no ver la verdad sólo por ser testadura o por desconfianza.
 Miedo a que por haber creído antes en Pedrito a que venía el lobo y no venía, ahora que tal vez sí sea verdad, yo no lo crea y acabe arrepintiéndome de no haberle hecho más caso a mi intuición.
Pero tampoco sé si lo que me dice mi intuición es real o es sólo lo que quiero oír. 
Miedo a confundirme y a sincerarme tanto que resulte con el puente cortado a hachazos.

No sé, me siento confundida, hasta que no tenga las cosas más claras con la situación misma, siento que no puedo tomar una decisión lúcida.
No es miedo al futuro, ni es miedo a fallar en el intento, no.
Tampoco a que me falten las fuerzas a mitad de camino, ni que me abandone la fortaleza de carácter para hacer frente a lo que venga.
No es miedo a salir de mi zona de seguridad y de confort.
No.

Es miedo a hacer el ridículo, a ser una vez más la pobre tonta que se lo cree todo de buena fe. 
Es miedo a entregar otra vez todo y que la miel se transforme en hiel. 
Es miedo a que ese terreno que se ve firme no sea más que una ilusión óptica y en el fondo sólo sean arenas movedizas.
Miedo a que esta vez el pozo no tenga final.

Me veo yo misma como una gran felina,  agazapada  observando la situación entre medio de los matorrales, desconfiada y cautelosa, esperando por una señal cuando sea el momento apropiado.

Pero tampoco sé cuál sería la señal, ni cuál sería el momento apropiado.
Soy más de la idea de dejar que las cosas fluyan libremente.
Las palabras y los sentimientos, también. 

A mí misma sólo puedo aconsejarme cautela y paciencia.
En definitiva: "Darle tiempo al Tiempo."

sábado, 18 de octubre de 2014

El Sentido de la Vida.

El otro día leyendo un artículo sobre una vieja entrevista a Humberto Maturana, un biólogo y pensador chilensis; reflotada del pasado por su completa vigencia aún sobre la misma cuestión que sigue sin ser resuelta: la búsqueda del sentido de la vida.

Artículo que pueden revisar acá si les place, está interesante. 
Lo mismo aplica para cualquier parte del mundo aunque sólo se refiera a los acontecimientos ocurridos en el 2006 en Chile a propósito de la "marcha de los pingüínos" cuando salieron a la calle a protestar en contra de la LOCE ( Ley Orgánica Constitucional de Educación) heredada de la época de dictadura que concebía el sistema educacional como un bien  más de consumo.
Hoy por hoy aún  se discute sobre el Lucro en la Educación y la Educación gratuita y de calidad adportas de una nueva reforma educacional. 

http://www.elciudadano.cl/2008/06/04/1756/humberto-maturana-%E2%80%9
Clos-jovenes-buscan-darle-sentido-a-sus-vidas%E2%80%9D/


Bueno, esto es harina de otro costal, y  sólo es  el marco teórico de mi inspiración. Lo que me preocupa a mí es otra cosa.

Hoy, aquí,  me ocupa este tema de la " búsqueda del sentido de la vida".
Qué es eso realmente?
La vida tiene que tener un sentido por sí misma?
La vida sin sentido es posible?
Para que la vida sea vida, debe tener un sentido?
Un sentido o varios?
Sentido o Propósito, es lo mismo?
("Sentido" leído como: "Razón de ser o finalidad. "
Y
"Propósito" entendido como : "Objetivo, fin o aspiración que se desea lograr.
Pues existen múltiples acepciones con distintos significados, por eso es importante acotar a qué quiero referirme exactamente.)

Puestos así ambos conceptos parecieran no ser lo mismo ciertamente.
 Un propósito puede tener un sentido y un sentido puede tener un propósito, por tanto no son sinónimos.

Creo que he llegado a cierto punto de mi vida donde los sentidos tienen que tener un propósito para que todo tenga sentido, para que mi vida entera tenga un sentido más allá de mí simple "ego-ísmo".
Pero no un propósito interesado por conseguir algo a cambio, un algo tangible, no, no  me refiero a eso.
Si no más bien a un "propósito" como "significado" que me lleve a entender la finalidad de las cosas que ocurren, para así poder entender la Vida. 
O acaso eso es ambicionar demasiado? 
Entender la vida es demasiado osado?
Demasiado para una mente humana que vista desde arriba no podría ser más grande de lo que para nosotros podría ser una hormiga?
Acaso San Agustín tendrá razón? Podría caber todo un mar dentro de un pequeño cuenco sopero?
 Si mi cabeza es como ese cuenco y las razones de esa vida son como el mar, si bien no cabrían todas tal como no cabría toda la masa de agua marina dentro de ese recipiente, me conformo con el agua que sí quepa, con las razones que sí entren en el espacio disponible para su entendimiento en mi sesera. 
Quiero entender por qué suceden las cosas que suceden, qué importancia tienen, cuáles son las consecuencias.
Creo que lo mismo daría pedir una esfera de cristal para ver el futuro en vez de Entendimiento.
Desde siempre he notado una cierta facilidad en mí para poner en orden los eventos tratando de explicarme cuál es el fin o sentido de las cosas que pasan, pero lo cierto es que hace tiempo que tras las situaciones que he vivido en estos últimos años me siento confusa, no veo con claridad cuál es el propósito de todo.
Me cuesta entender dónde están las enseñanzas. Creo que he obtenido algunas pocas respuestas, pero no estoy segura si me satisfacen del todo, aún no me siento conforme.
Tal vez por eso me gusta escribir, porque escribiendo puedo tener la panorámica más despejada y en la vida de mis personajes, mando yo.
Como decía Vicente Huidobro, "el poeta es un pequeño Dios".
Ser un personaje dentro de esta parodia de vida, sin saber qué habrá al dar vuelta a la esquina sino se toma de manera deportiva es para volverse paranoica o a lo menos agorafóbica.
Pensar para dónde va esta vida, en general, sin saber si aún queda tiempo para una vida entera, me hace sentir la urgencia de por lo menos poder resolver cuál es el sentido de todo esto que está pasando. 
Quizás pensarán, y esta loca para qué se preocupa de estas cosas en vez de ocuparse por cosas más importantes o quizás no, de cosas más terrenales y cotidianas.
Para mí no tiene sentido ocuparme precisamente de cosas banales, cuando estamos en tiempos convulsos y revueltos  lo que a mí me  importa es precisamente lo trascendente, lo que está más allá de los límites naturales. 
Quiero respuestas, porque siento que se agota el tiempo y es imperativo tener una respuesta a modo de contraseña.
Tengo una extraña sensación, de hace mucho tiempo, como si todo dependiera de hallar sólo una respuesta, la correcta, pero tampoco sé cuál pueda ser la pregunta. 
 Quizás no hayan preguntas y todo la existencia histórica de la vida propia se reduzca al hallazgo de sólo una palabra que abre todas las puertas. 
Tal vez todo el sentido y propósito de la vida sea descubrir aquella palabra de palabras.
Después de todo, "primero fue el verbo" después fue la carne, por tanto no es una llave material, debe ser una palabra la clave,  pero cuál?
(Es curioso que llave venga de clave, del latín clavis y al final signifiquen lo mismo.)

Bueno, sólo dejo planteada la inquietud por estos asuntos, y que cada cual busque sus propias preguntas y  encuentre sus propias respuestas.

Gracias a este ejercicio, creo que ya hallé mi palabra. 
 















































 

sábado, 11 de octubre de 2014

Lo material debe ser sólo un medio, jamás un fin.


En el camino de vuelta a casa, la ruta de regreso pasa por una avenida del barrio alto de la ciudad que combina tanto residencias particulares muy lindas entre mucho follaje verde con locales comerciales, clínicas, hoteles, universidades, colegios, bancos y restaurantes.

Entre el paraje me llamó la atención una casa grande de dos pisos completamente derruida que aún permanece en pie detrás del esqueleto abandonado de una embotelladora que funcionaba en  otra época. 
Supongo que la casa aquella por la ubicación y estado de deterioro debió pertenecer también a la compañía y por lo que queda de su estructura debió haber sido la casa que le daban al gerente. 
(Bueno, esto recién  lo concluí ahora, lo confieso. No se me había ocurrido antes cuando la vi.)

En ese momento mientras venía pasando por el resto de la avenida con arboledas por los costados y el viento me entraba por la ventanilla, pensé que esa casa debió pertenecerle a gente de dinero con muchos hijos y que ahora ya todos grandes con sus vidas hechas y los viejos probablemente ya muertos, nadie  ha querido hacerse cargo de la vieja casa y ahí ha quedado en el olvido a merced del tiempo y las inclemencias del clima. 

Con esa imagen de decadencia y destrucción en mente, imaginé lo clásico en casos así:

Gente, una pareja, hombre y mujer, un matrimonio esforzándose en la vida entre el día a día, los hijos y más hijos que iban llegando al paso del tiempo, la familia, el amor o las presiones sociales, morales o religiosas, obligando de paso a buscarse la vida de la manera más rentable aún cuando aquello significara el doble de esfuerzo y más tiempo fuera de casa lejos del hogar, esposa e hijos, perdiendo aquellos momentos memorables por los que vale la pena la vida pero que alguien tiene que sacrificar para sostener económicamente la vida.

Claro, la vida debió haber valido bien la pena si todo aquellos esfuerzos y sacrificios sirvieron para educar a una prole de manera correcta y rectilínea hasta que estuvieran en condiciones de volar por sus propios medios para formar sus propias vidas.
Y los viejos se irían quedando de apoco solos con el nido vacío, luego llegarían los nietos y la casa se volvería a llenar de vida para las fiestas, vacaciones o fines de semana largos, al menos hasta que la buena salud les acompañara.
Cuando ya no estuvieran más, la casa de apoco habría ido perdiendo brillo y encanto hasta llegar a ser sólo una triste ruina de tiempos más felices.

Con esta fábula en mente, pensé:
Sirven de algo los bienes inmuebles como un propósito  por sí mismos o deben ser sólo un medio para criar una familia en condiciones dignas, saludables y cómodas? 
Es decir, vale la pena tener por tener bienes materiales en esta vida, por el mero afán de acaparamiento o vanidad o son los bienes materiales un medio para vivir esta vida de mejor manera?

Las condiciones de esa casa tal como se veía, con las latas oxidadas del techo arriscadas y las vigas al aire, sin un sólo vidrio entero en sus múltiples ventanas, muros semi derrumbados que dejaban ver por dentro, como un esqueleto destripado, un pasado ausente.
La postal me hizo reflexionar sobre el propósito de la vida, cuál debe ser?
Qué debe importar más, si lo material, la posición social y económica que la posesión de bienes materiales otorgan, por la que nos diferenciamos o por la que somos clasificados; o acaso lo más importante es aquello que logramos con nuestra vida, las cosas que hacemos para vivir pero que vayan también en directo beneficio de los demás, para ser finalmente recordados con cariño en los corazones de la gente que nos haya importado y así sin importar la muerte ni los años bajo tierra, seguir viviendo en la memoria colectiva de nuestros seres queridos que nos sobrevivan. ?

Porque por más casa grande que tengamos, por todos los sacrificios del mundo que hubiésemos hecho por obtenerla, desviviéndonos para mantenerla lo más lujosa y bella posible, nada pero absolutamente nada de eso nos llevaremos a la tumba el día del Día. 
Si esa casa no sirvió para haber albergado los sueños y las esperanzas, la crianza y educación de la parvada, si esa casa no sirvió para acoger a los visitantes, a la familia y a los amigos para las celebraciones y las alegrías que le dan la Felicidad a la vida. Nada de todo aquel tiempo afuera soportando presiones para ser capaz de conservarla dentro del patrimonio familiar, habrá valido la pena.
Porque cuando se deja esta vida nada de lo material conseguido en vida, ni la casa, ni los jardines, ni los autos, ni los cuadros, ni las esculturas, los libros, ni las joyas, ni los aparatos electrónicos,  nada nos llevaremos para el otro mundo.  Apenas nos quedaremos con la ropa que alguien nos escoja para vestir nuestro cadáver para que se vea decente y que acabará tan apolillada como nuestra carne.

Por tanto, mi conclusión es: que las cosas materiales deben ser sólo un medio para hacernos más fácil la vida pero jamás deberían llegar a ser un fin por sí mismo y menos deberíamos basar ni medir nuestro nivel de felicidad individual por la cantidad de cosas materiales que poseamos. 
No entender esto, no tenerlo claro, es no haber entendido nada de la vida.

Tenemos que tener muy claro que al final de la meta, sólo nos podría acompañar el cariño, el aprecio, el respeto, la admiración y el amor de los que dejamos vivos que significaron la vida para nosotros.

Como dije, es posible que esa casa haya tenido una vida bastante impersonal, pasando de mano en mano dependiendo del gerente de turno de la CCU.

Nunca se sabe qué nos hará pensar más allá de la nariz.  
Es lo bueno de tener tiempo para reflexionar.

Si debo resumir esto en una moraleja, diría que:

Me gustaría dejar un recuerdo que no fuera como esa casa.
Aunque no sé si aún tengo tiempo para formar una familia y que la casa linda y grande sólo fuera un medio y no un fin.  


sábado, 4 de octubre de 2014

"Nosotros mismos". Ayuda para el camino.

A propósito de desaires y para que todo aquello por lo que pasé no haya sido en vano, les contaré parte de mi experiencia vivida post desamor. 
A ver si así al menos cobra más sentido al tener un propósito más allá de mí misma. Así como yo recibí ayuda de viajeros desconocidos con los que me fui encontrando a lo largo de mi camino y que me regalaron  de su sabiduría personal para que pudiera salir de aquel pozo de los lamentos sin fondo en el que estaba, quiero devolver la mano y dejar lanzado al mundo  otro de mis mensajes en  botella. 
Creo yo que las experiencias buenas o malas, sobre todo las malas cobran mayor sentido si  cada experiencia vivida por más mala que haya sido se transforma en una ganancia y no en una pérdida en tanto pueda ser útil  puesta al servicio de quienes la puedan necesitar.
No es una justificación, pero sí es un consuelo, pensar que mi experiencia le puede servir a alguien más que ahora pueda estar pasando por lo mismo.
No soy consejera sentimental profesional ni siquiera soy aficionada ni menos  adicta a  libros, cursos o charlas de autoayuda, pero a veces ciertas reflexiones o frases que se leen por ahí hacen bien, son como chispazos de luz en medio de la oscuridad, pueden ser señales, quién sabe.
Yo creo más en la magia del destino que a cada uno le va poniendo por delante lo que necesita para ir uniendo las partes que le faltan para completar su propio puzzle mental sobre su propia vida y su propio mundo, siempre y cuando sepas ver y oír.

 Recuerdo que el 2011 para mí fue un año largo, interminable, extremadamente sensible. Nunca en toda mi vida había llorado tanto como en ese año. Creo que me lloré todas las lágrimas del resto de mi vida y cada vez que lloro ahora son lágrimas al crédito a cuenta de mi próxima vida.
Por una parte es bueno, jejejeje, eso quiere decir que en una próxima vida reencarnada no lloraré tanto porque no tendré tantas lágrimas para malgastar.
Bueno, a lo que iba.
En ese 2011 recuerdo que venía de haber vivido un idilio fuera de lo común para mí, que creí especialmente maravilloso, donde me sentí muy afortunada, muy yo misma, libre y enamorada como perdiz, embriagada de amor, cargada sólo con un portafolio lleno de sueños y proyectos de una vida muy feliz y de pronto todo eso se desplomó de un papirote sin mediar explicación, menos una advertencia.  Pin plaf cataplán de un día para otro y sin previo aviso se acabó todo eso en lo que había estado creyendo por el tiempo que duró. 
Fue devastador, sentí cómo mi corazón había sido pisoteado, escupido y lanzado a la basura, todo al mismo tiempo. Obviamente mi autoestima cayó a pique y la desconfianza tomó el control de mis sentidos, me sumergí en el pozo oscuro de los lamentos.
Fue un año negro, de mucha pena, de llorar casi todos los días porque no podía entender qué había pasado básicamente porque  no sabía qué había pasado, no tenía certezas, no sabía nada de nada, y así no podía definir con claridad qué pensar ni qué decisiones debía tomar. Fue desconcertante, muy confuso todo. Fue una montaña rusa emocional gigantesca, pasé por todos los estados de ánimo posibles, hasta que fui hallando respuestas que me fueron calmando la ansiedad de no saber y me volqué a la búsqueda de respuestas generales, más universales, recetas maestras que me dieran tranquilidad mental y me devolvieran un poco la serenidad necesaria para retomar el control sobre mis propias emociones.
Busqué y al mismo tiempo fueron apareciendo en mi camino las palabras precisas que me fueron refortaleciendo otra vez la confianza en mí misma y en mi percepción del entorno y de las personas, tuve que aprender a confiar otra vez en mi intuición porque llegué a sentir que me había traicionado. Pero en un análisis más profundo descubrí que quien se engaño fui yo misma, mi intuición siempre mantuvo la luz roja de alerta encendida, fui yo quién pasó por alto las advertencias y que insistió en creer que todos esos planes eran posibles aún cuando no había ni siquiera un terreno viable para construirlos. Quise creer que no importaba la realidad, que sólo la fuerza con que creyera en esos sueños era suficiente. Craso error.
 En fin, ese año fue como haber estado viviendo todo el proceso de recuperación luego de haber sufrido un fuerte impacto debido a un choque de alta energía contra la realidad  por exceso de velocidad.
Del coma en la UCI pasé a tratamiento intensivo y de ahí a reposo aún con yesos por todos lados, luego a terapia ocupacional física y mental. Ese año viví algo comparable como a eso.
Con todo lo mal y triste que me sentí, este blog fue una verdadera terapia mágica. Fue por aquí mismo que fueron surgiendo voces amigas que me escucharon en silencio y sin juzgarme simplemente me comprendieron y me brindaron sus consejos amablemente sin esperar recibir nada más que las gracias a cambio y la satisfacción de haber hecho algo bueno y noble por alguien más desinteresadamente. . 
Debo decir que sin la ayuda de aquellos caminantes que me señalaron la dirección para la salida, sin sus orientaciones me habría tomado mucho más tiempo salir de la espesura del bosque en el que me encontraba dando vueltas en círculos. Y por lo cual me siento eternamente agradecida y en deuda con todos ellos.
Por eso mi modo de agradecerles es poniendo al servicio mi experiencia de cómo fui superando todo ese mal periodo de mi vida para quién en estos momentos pueda estar sitiéndose como me sentí yo. 
Porque cuando estas cosas nos pasan creemos que sólo a nosotros nos pasan y no es así.  Estamos muy encima para lograr ver con otros ojos lo que nos ocurre, estamos demasiado sumergidos en nuestro propio dolor como para asomarnos a ver desde otra perspectiva lo que nos acontece, para ver la panorámica desde otra óptica que nos permita encontrar soluciones.
Hay que pensar que nunca seremos ni la primera y lamentablemente tampoco la última persona en el mundo en atravesar por desilusiones amorosas.
Eso hay que tenerlo muy claro. Y no es la vida la culpable, la vida no es así, cruel y malvada porque nos hace pasar por estas experiencias dolorosas.
No, no es la vida, son las personas.
Es la gente la que no sabe vivir la vida y es la que la caga, la que la cagamos.
No es ni Dios, ni es la Vida la culpable de las cosas que nos suceden.
Somos nosotros mismos los responsables de las cosas que nos pasan, somos "responsables" que no es lo mismo que ser "culpables", téngase muy en cuenta esa diferencia.
No seamos tan egocéntricos como para pensar que somos el ombligo del mundo y que todo lo que acontece, pasa por nuestra causa, a favor o en contra, no todo tiene que ver con nosotros necesariamente, a veces sólo somos victimas de las circunstancias, pero otras veces no. A veces nos buscamos que las cosas buenas o malas nos sucedan, conscientemente o inconscientemente.
Ahí es dónde debemos aplicar lo aprendido en la vida y mantener los ojos bien abiertos para ver y discernir de dónde vienen todas las cosas que nos ocurren.
 En este mismo punto hay que hacer un alto.

Aquí entra un asunto que yo creo los psicólogos no mencionan, por más que hablen y promuevan las ideas sobre el Amor Inteligente que es como el anverso del amor clásico emocional, algo como la diferencia que hacen entre los tipos de Inteligencia, distinguiendo a la inteligencia racional de la inteligencia emocional. ( Léase a Walter Risso como por mencionar un ejemplo de pregonero de esta tendencia de ver el amor como una decisión racional que entre entendidos llaman "cambio de paradigma".)
Pero por muy capos que sean en el tema, creo yo que en sus terapias dejan a fuera algo que han pasado por alto que no sé si contemplan como una causa de esos estados de ánimos bajos, depresivos muy prolongados.
Porque esto de la "Depresión" como enfermedad mental es a mi juicio el invento  de doble hoja del siglo de las farmacéuticas, para  atontar al ganado más de lo que ya está atontado y de paso más encima lo dopan para forrarse a sus expensas.
Si es completamente normal sentirse mal, triste, desganado, bajoneado, apenado, desmotivado después de una ruptura o cualquier evento emocional que sea de naturaleza afectiva que se termine, puede ser un noviazgo, un matrimonio o la vida de alguien cercano y querido.  El trauma es fuerte en mayor o menor grado dependiendo de los involucrados,  de la fuerza del lazo que les uniera, etc.
Es enteramente normal y comprensible que así sea, y es cuestión de tiempo superarlo, pero claro en esta sociedad en que el "Tiempo es Oro" es poco productivo darle el tiempo necesario que cada uno requiera para recuperarse, entonces para acelerar el proceso de recuperación  les meten medicamentos para que lo supere rápido y sobre la marcha.
Pero el punto es otro.
Esos estados "depresivos" son normales hasta cierto punto, hasta hay todo un ciclo descrito y  estandarizado en tratados de psicología que incluyen creo que como 5 ó 6 etapas del proceso que se deben ir cumpliendo hasta antes de estar listos para superar la fase completa y volver otra vez a ser nosotros mismos. (Si quieren saber más sobre esto, busquen por etapas de superación de duelos y ahí van a encontrar más detalles.)
En este mismo punto me detengo.
"Nosotros mismos".
Y aquí con todo lo que ya sé ahora que antes ignoraba y que gracias a un muy buen y querido amigo que me hizo tomar conciencia es que quiero hacer un inciso en este punto.
Cuando estaba justo en medio de mi oscuro pozo de los lamentos con fuerzas apenas para mantener la nariz a fuera del agua, sin fuerzas de nadar hacia la orilla para intentar salir, recuerdo que mi buen amigo me advirtió de lo peligroso de seguir así por demasiado tiempo y que sin darme cuenta estaba alimentando a entidades que se nutren del sufrimientos de los seres humanos y yo en ese momento estaba siendo como un pozo de oro para ellos.
En ese momento quizás no le di toda la importancia que tiene  tal advertencia porque realmente no comprendía todo el trasfondo de todo lo que significa comprender lo que significa. Valga el trabalengua.
Creo que no se puede entender la naturaleza humana, el funcionamientos de la mente y las emociones separadas de todo lo que nos rodea, lo veamos o no, pero que ahí están, existen y nos afectan sin que nos demos cuenta.
Alguien hablaba de las "influencias", pues creo que es lo mismo,
"influencias", "entidades", "parásitos", como les llamen, no los vemos pero pueden estar ahí y si están nos estarán robando energía de algún u otro modo.
Y si nos sentimos mal por alguna razón, y sentimos pena, dolor, angustia, confusión, en general cualquier emoción exacerbada sea positiva o negativa, ellos se alimentan de esas emociones.
Por eso no es raro que Buda llamara a sentir  las emociones de manera controladas, moderadamente. Seguro algo sabía de estas cosas.
En fin, la cosa va por ahí creo yo.
Piensen, medítenlo, plantéense la posibilidad de que toda esa pena, depresión que puedan estar sintiendo y padeciendo, sobre todo si ya se ha prolongado demasiado en el tiempo, quizás no sea del todo de ustedes mismos, puede haber alguna clase de entidad parásita que les esté controlando esa parte de las emociones para que no dejen de sentirlas y ellos no dejen de alimentarse a costillas de vuestro mal estar.
Y cuidado, si sus emociones pasan demasiado tiempo alteradas, podría ser su propio organismo el que lo resintiera y les pasara luego la cuenta. 
Es una cuestión mucho más delicada y compleja de lo que se puede pensar, por eso hay que ponerle ojo a esos estados demasiado prolongados, más de 9 meses o de un año.
Lo normal, creo yo, es que luego de los 3 meses ya vaya aminorando el dolor y se deje de llorar, para que a los 6 meses ya esté el corazón más calmado, cicatrizando, a los 9 meses la costra ya se haya caído. Bueno, como cada uno tiene su propio tiempo para sanarse, no creo que haya un tiempo preciso bajo el cual nos cuadremos todos, pero una buena prueba de fuego para saber si ya estás mejor es que veas una foto del susodicho o susodicha, dependiendo del caso, y si ya no lloras, es una buena señal que indica que estás mejor. Pero cuando puedas ver una foto suya y a tu mente vengan pensamientos agradables, sin hostilidades ni resentimientos, y  hasta seas capaz de esbozar una sonrisa sin tristeza, más bien risueña, ahí ya estás de alta.  Definitivamente de alta, list@ para salir otra vez a la calle a respirar aire puro, ahora la sensación de estar list@ para volver a entrar al mercado, esa decisión sólo puede ser tuya.
Pero lo que es importantísimo es que no apures tu proceso, date todo el tiempo que necesites para ti, para estar bien contigo mism@ antes de entrar a la cancha otra vez. 
Recuerda que nadie que no haya estado en tu vida antes tiene la culpa ni la responsabilidad de lo que te haya pasado anteriormente, no tiene por qué pagar las consecuencias de tus malas decisiones o malas experiencias anteriores. 
Recuerda, no le hagas  a los demás lo que no quieres que te hagan, porque en esta vida, todo se devuelve como un boomerang. 
Ahora cómo sacarse de encima a esas entidades parasitarias que nos influencian malamenten?, no lo sé.
Busquen ayuda con gente que sí sepa.
Lo  poco que yo sé es que frenando esas emociones extremas es como cortarles la leche de la teta. Si no tienen esas emociones de que alimentarse se aburrirán y se marcharán a buscarse a alguien más que esté derrochando emociones a manos llenas.
Es decir, pareciera ser que la clave está en recuperar el equilibrio emocional y mantenerlo.
Y nunca pierdan de vista dos pensamientos que a mí me ayudaron mucho al menos.
1. "No hay mal que dure 100 años ni tonto que lo aguante."

2. "Después de la tormenta viene la calma."

No importa lo nublada que esté la noche, al día siguiente habrá luz de día, aunque las nubes tapen al sol. Nunca pierdan de vista ese ejemplo, es cotidiano, está ahí, al alcance de todos para que no olvidemos que nunca algo puede ser tan terrible, y que todo tiene solución menos la muerte, porque Dios aprieta pero no ahorca.
Y al final si lo pensamos bien, son  sólo  cuitas del corazón, si fueran cosas gravísimas como están pasando ahora mismo en otras partes del mundo donde hay gente sufriendo realmente, donde están muriendo en medio de verdadero dolor y martirios, las penas de amor comparativamente son una bicoca.
No digo que no sean importantes, lo son, pero no son de vida o muerte.
La gente que mata o muere por amor, es porque no es o no era gente de mente sana, normal, al menos centrada. 
La gente normal asume el fracaso, aprende de sus errores y los supera de manera natural. 
La gente normal deja pasar tiempo, el necesario para recuperarse y  sanarse,  cuando está lista vuelve a confiar en la vida y con lo aprendido afina su intuición para elegir mejor la próxima vez que decida involucrar a alguien más en su vida.

Repito, no soy especialista en el tema, pero tengo la experiencia de haber pasado por el proceso.
Si esto le puede servir a alguien para comenzar a salir a delante, me doy por satisfecha. 
Es como ir cerrando un círculo más, en esta larga cadena de favores.




Dedicado en eterno agradecimiento a mis amigos del camino.