Páginas

viernes, 24 de octubre de 2014

Miedo a equivocarse.

Qué es el miedo? No del tipo miedo pánico, o paura como dicen los italianos. No.
Ese miedo que nos limita, que nos paraliza, que a veces nos salva de cometer tonterías o de hacer cosas demasiado audaces que luego nos arrepentimos por no haber tenido más coraje.
Lo que me hace pensar si acaso se puede confundir el miedo con la precaución?
Miedo del latín, "metus". Raíz para "meticulos@".
Ser meticulos@ es ser cuidados@, quizás por miedo a equivocarse.

El miedo por sí mismo no pareciera ser nefasto, más bien diría yo que es un preventivo, una clase de chaleco salvavidas para los impulsivos y atarantados, tener un poquitito de miedo antes de decidir cometer una acción de alto riesgo sin tomar medidas de resguardo para la propia seguridad,  supondría una ventaja mirado de esta manera.

(Miedoso y cobarde no es lo mismo. 
 Un cobarde es alguien que tira para la cola o se marcha con la cola entre las piernas por miedo o falta de valor.
 Entre un valiente y un desatinado hay sólo un mal juicio de distancia)

Creo que este es el tipo de miedo que siento yo. El miedo con coraza, es decir el miedo por cautela, o miedo meticuloso.
Confieso que siento miedo a equivocarme, a no hacer las cosas bien, a tomar malas decisiones, a no saber distinguir si lo que la vida me pone por delante estará por mi bien o no.
Miedo a dejar ir todo por un prejuicio deshumanizado o mal aconsejado, o bien aconsejado, dependiendo de la perspectiva o de la intención...
Miedo a no hacerle caso a mi corazón y dejarme llevar por la frialdad de mi cabeza.
Miedo a no ver la verdad sólo por ser testadura o por desconfianza.
 Miedo a que por haber creído antes en Pedrito a que venía el lobo y no venía, ahora que tal vez sí sea verdad, yo no lo crea y acabe arrepintiéndome de no haberle hecho más caso a mi intuición.
Pero tampoco sé si lo que me dice mi intuición es real o es sólo lo que quiero oír. 
Miedo a confundirme y a sincerarme tanto que resulte con el puente cortado a hachazos.

No sé, me siento confundida, hasta que no tenga las cosas más claras con la situación misma, siento que no puedo tomar una decisión lúcida.
No es miedo al futuro, ni es miedo a fallar en el intento, no.
Tampoco a que me falten las fuerzas a mitad de camino, ni que me abandone la fortaleza de carácter para hacer frente a lo que venga.
No es miedo a salir de mi zona de seguridad y de confort.
No.

Es miedo a hacer el ridículo, a ser una vez más la pobre tonta que se lo cree todo de buena fe. 
Es miedo a entregar otra vez todo y que la miel se transforme en hiel. 
Es miedo a que ese terreno que se ve firme no sea más que una ilusión óptica y en el fondo sólo sean arenas movedizas.
Miedo a que esta vez el pozo no tenga final.

Me veo yo misma como una gran felina,  agazapada  observando la situación entre medio de los matorrales, desconfiada y cautelosa, esperando por una señal cuando sea el momento apropiado.

Pero tampoco sé cuál sería la señal, ni cuál sería el momento apropiado.
Soy más de la idea de dejar que las cosas fluyan libremente.
Las palabras y los sentimientos, también. 

A mí misma sólo puedo aconsejarme cautela y paciencia.
En definitiva: "Darle tiempo al Tiempo."

No hay comentarios:

Publicar un comentario