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viernes, 20 de junio de 2014

La pena cansa

No siempre las historias se escriben a mano ni salen como se quiere.
Perdí la batalla contra el destino. 
Lucky ya no está más, pero al menos me queda la tranquilidad de saber que ya estaba mejor, que sus heridas estaban cerradas, que  su confianza y autoestima alcanzaron a reestablecerse, que al menos ya estaba listo, más seguro de sí mismo, como para volver  a buscarse la vida por su cuenta.
El  día que lo conocí me pidió con sus ojos  amparo  para curar sus heridas y calmar su dolor, pero apostaría que siempre supo que su hospedaje sería transitorio.
Hice lo que pude por él, traté de buscarle un hogar permanente pero no salió bien, al menos no resultó.
Hasta le creé una página en Facebook, subí su foto a una página de animalistas en la ciudad, la publicaron , obtuvo varios like pero nadie dijo: YO! 
Y nada, nadie saltó al escenario pidiendo la custodia de Lucky.
Ahora ya es de noche, no sé a dónde estará guareciéndose del frío.  Y para mañana hay pronóstico de lluvia.
He pensado en todo este tiempo qué  significaría esta historia, cuál sería la enseñanza.
Corbera dice que todo lo que nos pasa en la vida es reflejo de lo que nos pasa en el interior.
Sería yo una perrita huacha herida en el corazón que buscaba refugio y amparo para curar mis heridas?
Si no lo soy, me sentía así?
Es posible, pero no hay ninguna solución. 
La que fui ya no volveré a ser.
Quizás la lección era aprender a sanar, y aún así no perder la fe en las personas.
Pero las heridas de Lucky no fueron hechas por personas, fueron hechas por perros. De apoco fue recuperando su autoestima ante otros perros, ya no agachaba la cola, y hasta se trenzó en una trifulca y le echó la guapeada a otro perro que salió con su cola entre las piernas y con la cabeza gacha  mirando de lado.
Qué me queda a mí si mi desconfianza es con los humanos, hacer un proceso inverso? deberé buscar refugio entre los animales mientras de apoco recupero mi autoestima hasta que sea capaz de enfrentarme con humanos otra vez?
Recuerdo haber leído por ahí una historia tipo parábola zen:
Una hija le pedía consejo a su padre pues se sentía  superada por todos los problemas que tenía en su vida, y que sin importar lo que hiciera no lograba superarlos.
El padre de la chica era un reputado chef  conocido por su sabiduría y mientras la escuchaba se movía por la cocina buscando algunas cosas, cuando las encontró puso una zanahoria, un huevo y una taza con café sobre el mesón, delante de su hija.
Ella extrañada y sin entender el punto lo mira intrigada.
El viejo cocinero sonrió y le dijo calmadamente.
Observa bien y piensa. 
Luego tomó la zanahoria y la metió a una olla con agua hirviendo y la dejó ahí hasta que se cociera, en otra olla puso el huevo a hervir hasta que se cocinó, y por último preparó el café.
Al tener todo listo, volvió a colocar la zanahora cocida, el huevo cocido y el café recién preparado y humeante sobre el mesón de la cocina.
Miró a su hija y le preguntó: Notas la diferencia?
La hija miró desconcertada sin entender.
El viejo sabio sonrió y le dijo:
-La zanahoria cruda es dura pero la haces hervir y se ablanda.
-El huevo crudo es duro por fuera pero por dentro tiene un contenido blando, pero lo haces hervir y su contenido se endurece.
-El café en grano es seco  y  duro pero si le das tiempo y lo dejas  remojando con agua caliente de apoco ira dejando salir lo mejor de sí  siendo capaz de deleitarte tanto con su aroma como por su sabor.
-Ahora piensa, el agua caliente son los problemas de la vida que van templando tu forma de ser.
-Tú decides cómo dejarás que los problemas te transformen.
-Tú decides si serás una zanahoria , un huevo o el café? 

Ojalá mi papá hubiera sido así de sabio como el cocinero de la historia y hubiera dejado que Lucky se quedara.


Quisiera ser como el café, pero por hoy siento mucha pena, son muchas cosas acumuladas y  me pueden más.
Hoy ha sido uno de esos días en que el sol no salió oculto tras la bruma. 
Me siento cansada.  La pena cansa.
 Y me siento sola en el alma.

 






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