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sábado, 15 de noviembre de 2014

Los clicks mentales y la pereza de explicarlos.

Es curioso, cómo es que funcionan nuestros pensamientos.
Los pensamientos deben tener alguna clase de composición aceitosa, quedan fácilmente impregnados, son difíciles de quitar como manchas,  cuando se calientan queman, y quedan formando parte del recuerdo como esencia para toda la vida, hacen que entren más fáciles las ideas más locas y desatinadas de todas. 
Sí, los pensamientos deben tener una composición aceitosa, difícil de quitar de encima.

Como que últimamente todo parece estar relacionado entre sí.

Hasta decir que "soy un pájaro de alas grandes y que necesito mucho espacio para volar" y haber dicho  que " en la jaula de canario me habría muerto ahogada", todo eso tiene un sentido que sólo yo puedo comprender a cabalidad, sólo yo tengo todas las piezas del rompe cabezas para entender el cuadro completo.

Ese es el pensamiento aceitoso que tengo hoy.
Y es curioso.
Cuántas veces las cosas que pasan tienen sentido sólo para nosotr@s mism@s?
Cuántas de esas sonrisitas inexplicables que esbozamos en silencio en medio de una multitud corresponden a esos clicks mentales que de vez en cuando nos resuenan en la cabeza a causa de esos pensamientos aceitosos que hacen posible que las piezas del puzzle calcen cada una en su lugar y tomemos conciencia de todo la panorámica completa, y exclamemos sin darnos cuenta, a veces: "por eso fue", "ahí está", "eureka", "eso es", "ahhhh".
Cuestión de inspiración o es el resultado de una vuelta olímpica completa poniendo en orden los legos para llegar a la conclusión elemental que organiza todo el desorden mental y le da sentido a todo, finalmente?

Mis frases me las entiendo yo porque sólo yo sé de mis influencias, y todo lo que puedo pensar y decir tiene una referencia tácita, una cita implícita, pero las claves sólo las manejo yo, y si me sonrío es porque sólo yo entiendo y me hace gracia descubrir los significados que hasta antes de ese preciso instante no había comprendido ni encontrado.
Sí me preguntan: "de qué te ríes", me da pereza entrar en explicaciones complejas, tendría que rebobinar demasiado carrete para atrás y fácilmente me perdería por las ramas y le restaría toda la espontaneidad al "chiste" , además es muy posible que ni siquiera supiera a dónde estaba la gracia de todo el asunto.
Y al final siempre resulta más breve y fácil decir: " de nada",  "nada importante, yo me entiendo", y no es de pesada o de arrogante, o por querer jugar al misterio, o por pre-asumir que el otro en cuestión es un tonto y que no entendería, simplemente es pereza.
Pero claro reconocer eso, no es fácil, ejejeje.
Pero a menudo ese tipo de detalles comienzan a cavar trincheras en las relaciones, carcomen la confianza, alimentan la distancia emocional y provocan pequeños fuegos de cohetería sólo para marca territorio o señalar un punto en disputa.
Pero la pereza a veces es más fuerte. 
 


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