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sábado, 23 de junio de 2018

Ojos que no ven, corazón que no siente.

Atravesaste hacia  mi orilla de la vida como una tangente, sin fijarte en mí. 
Se me ocurrió pensar que estaba siendo testigo del resumen perfecto de una metáfora de vida, de otro modo qué sentido habría tenido que yo te viera y tú a mí no. 
Finalmente, es posible, que acabes viviendo la misma vida que no querías, que te asustó que pudieras vivir conmigo, porque considerabas que era muy desafiante, insegura, exigente, grande y ambiciosa, que de sólo pensarla te cansaba y no quisiste continuar conmigo. Es posible que tengas que afrontar lo mismo a lo que te negabas, pero sin mí a tu lado. Ojalá sepas ser feliz con la vida que logres para ti.
Y que supongo está bien, que es lo correcto. 
Cada uno tiene su propio destino trazado, asumo, y eso no se puede cambiar.
 Si somos líneas paralelas, nunca nos volveremos a cruzar.
Pero por qué tuvimos que conocernos, qué sentido pudo haber tenido?
Ojalá pudiera tener la oportunidad de reescribir la historia que fue. 
Siento que nos faltó tiempo para dibujarnos mejor, para detallarnos y comprendernos  y así acortar las distancias, estrechar más las profundidades que nos unían. 
Que somos de entablar conexiones a la médula de lo que importa, y eso no es fácil ni frecuente. Tal vez de cierta edad en adelante.
La edad, hubo un momento al comienzo en que pensé que podría ser un dilema, pero con el tiempo se me borró la frontera, me importaba más ver la mirada de tus ojos, dulce y soñadora.
No sé cuánto tiempo ha pasado, lo tenía asumido, y según yo, superado, pero se me removió todo, como si hubiera visto un fantasma de carne y huesos, intocable, inalcanzable, ensimismado dentro de tu propia burbuja, lejano y real al mismo tiempo. 
Fue como vivir dos realidades, paralelas, simultáneamente. Una, salida de mis recuerdos más dulces y la otra de la realidad más fría y desoladora. 
Si hubiera podido saltar dentro del vagón de los recuerdos que pasó por ahí, delante de mí y  detrás de ti, lo habría hecho. 
Se me vino encima una avalancha de recuerdos de ese breve  e intenso periodo de mi vida en que me sentí tan feliz. Fue una época en que sentí  tener ilusión, energía y fuerza, que ahora ya no siento tener y que no sé si podré recuperar. 
Trato de darme ánimos para continuar  después de tantas pérdidas, pero se me hace muy difícil. 
Miro para delante y no me gusta lo que veo y no siento tener fuerzas para cambiarlo. 
Ese periodo de mi vida fue un remanso de paz y de ilusiones potentes que alimentaban mis fuerzas para seguir batallando por mis sueños.
 Ahora camino por un desierto añorando volver a ese oasis de tranquilidad que llegué a sentir mientras quisiste estar junto a mí. 
Y sé que no volverás a estar por mí en mi vida. Sé que no estoy en tu destino ni tú en el mío.
Creo que nunca entenderé por qué se debía terminar todo cuando los brotes de mis sentimientos por ti estaban creciendo lindos y sanos. Fue como haber abortado una criatura sana sin razón. O nunca entendí las razones. 
Aún siento la pena de haberte perdido, ...para siempre. 
Habría preferido no haberte visto, no saber que estarías por la ciudad.
Ojos que no ven, corazón que no siente.



















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