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sábado, 31 de julio de 2010

Ni pecera, ni acuario. Quiero volver al mar.

Ayer dí el primer paso voluntario hacia el comienzo de un olvido sensato.
Voluntariamente borré todo rastro informático de su paso por mi camino. Cada mensaje de texto borrado definitivamente de la memoria de mi celular se llevó también cada "amor", cada "llámame", cada "tkm", cada "besos" mal escrito. Ojalá la memoria de mi corazón funcionara igual de eficiente.
Era el paso necesario para intentar recuperarme y reinsertarme a la vida silvestre, otra vez.
Yo, también, soy salvaje. La diferencia conmigo es que en algún momento decidí vivir en familia, protegida entre los míos, pero mi esencia es libre, tan salvaje como un lobo y como tal me importa mi clan. A veces puedo ser muy protectora.
Soy una hembra alfa, siempre lo he sido, sólo que me he dejado convencer que estoy domesticada, así lo he querido creer para no volverme loca.
Siento que soy una loba estepárea.
Pero muy bien puede ser que sólo esté hablando por mi herida o que aún soy inmadura, no lo sé.
Me siento ya muy vieja para tener este tipo de dicotomía interna, esto lo debí haber tenido resuelto hace mucho tiempo atrás.
Sólo que hasta antes de ahora, no había sentido la necesidad de ser independiente, de manejar mi tiempo a mi entero antojo y de disponer de un espacio físico propio, de tener más que mi metro cuadrado de libertad por el que me muevo como pez dentro de una pecera.
Ha sido el empujoncito que necesitaba, el incentivo de incentivos.
Siento que en la pecera me ahogo, que ni siquiera sería suficiente un acuario, yo quiero volver al mar.

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