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sábado, 25 de junio de 2011

Inevitable.

Hoy miraba a mi perro y me preguntaba: Por qué lo quiero.
Qué hace que queramos a las mascotas, así como a las personas que no están en nuestro ADN querer.
Por qué queremos?
Con qué se quiere? Con el corazón, con el cerebro?
A dónde están guardados los sentimientos?
Yo creo que en alguna parte del cerebro. De hecho se sabe que los afectos se guardan en el centro más primitivo del ser humano donde no llegan los efectos del deterioro neuronal, por eso las personas con Alzaheimer pueden no recordar un nombre pero siempre reconocen las caras de por quienes siempre se han sentido queridos.  
Los afectos serán inmortales?
Y el alma? Dónde se encuentra? Debajo de las costillas como decía Platón?
Queremos porque decidimos querer, en un acto deliberado y completamente consciente?
Y si fuese así, si fuese una decisión más o meno consciente, quiere decir que se quiere en consecuencia a un razonamiento. Es decir, hay de por medio una evaluación de ciertos hechos, motivos, presunciones que nos hacen tomar la decisión de querer. Pero qué nos hace querer Querer?
Al menos para mí, para poder decidirme a  querer, primero necesito confiar. Confiar y sentirme segura.
Saber que si cualquier cosas falla a mi alrededor el sujeto, objeto de mi querer, no fallará.
Saber que tendrá un mínimo de delicadeza con mis sentimientos, con lo que pienso y siento.
No soy de cursilerías, pero sí de detalles, que después de todo sí me importan, como una mínima consideración, un poquito más de empatía.
No sé, la verdad, es que me siento confundida.
Hay tanto por qué sentirse como haciendo equilibrio sobre una cuerda floja tendida por encima de carbones encendidos que de vez en cuando lanzan una llamarada que asustan e interrumpen la concentración y el enfoque de llegar pronto al otro lado, sana y salva.
Hay tanto de qué cuidarse, los peligros acechan desde todos lados. La vida está preparándose para el cambio y mis preocupaciones van por tratar de sobrevivir.
No sé, está todo tan raro, no sé si dé el tiempo para intentar hacer una vida normal, al margen de los acontecimientos que ya se ven están en marcha.
El proceso ya ha comenzado, nada lo podrá detener. Tenemos que vivir lo que viene. Sólo podemos tener el alma preparada para ver con claridad el camino verdadero y la fortaleza para seguirlo.
Nada será fácil.
A veces pienso que es mejor no tener talón de Aquiles.
Pero también me siento responsable y no puedo abstraerme egoístamente.
Habrá que cambiar algunas cosas.
Poner los puntos sobre las íes.
No lo sé, aún no tengo nada claro. Sólo sé que es mucho más complejo.
Y si mis prioridades y parámetros hubiesen cambiado?
Que los motivos y razones por las que quise quererle hubieran cambiado? 
Quiere decir, lo que estoy pensando?
Y si fuese así, qué sentido tiene continuar?
Querría decir que queremos de acuerdo a quienes somos. Y si ese SOMOS, cambia de alguna manera, para bien o para mal, nuestros afectos, también?
Si nuestra manera de sentir o de pensar que está ligada, lo queramos o no, al modo como vemos la Vida y el Mundo, se modificara, es lógico pensar que nuestros afectos también cambiarán.
O no?

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