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domingo, 5 de junio de 2011

Tonterías sentimentaloides.

Por qué las emociones  se sienten en el estómago?
Sí, la explicación la conozco, el sistema nervioso simpático y el parasimpático y esas cosas, lo sé, lo sé.
Pero yo no soy nerviosa, de naturaleza tiritona.  Entonces, no entiendo por qué un simple mensaje me hace sentir los elásticos musculares de mi estómago contraídos, tensos, anudados. Lo que podría traducirse según como dice Walter Russo: "los murciélagos en el estómago", pesimista y cómica manera de referirse a las  "mariposas en el estómago".
Si se suponía que yo ya estaba bien, al menos mejor, en proceso de franca mejoría, podría decirse.
Al menos eso creí. Siento que retrocedo. O avanzo?
Es demasiado pronto para tener un diagnóstico y menos aún una prognosis de la situación.
Es muy temprano para cantar victoria, que en la puerta del horno se quema el pan.
Victoria de qué? Si en esto no hay competencia, nadie gana nada más que lograr sentirse bien del mejor modo posible, a través de la razón más justa.
Hay cosas que no tenía claras, pero ahora ya he encontrado explicaciones, no excusas.
He recordado quien era, y como quiero ser. Debo mantener mi norte, pero uno mío, propio. Ahora que coincida con  otro, bueno, mejor aún. Pero no volveré a enfocarme ni a dejarme llevar por la estela de nadie. Sigo mi propio rumbo. 
(Tengo que escribirlo, dejarlo asentado en alguna parte, por si lo olvido, lo puedo releer y recordarme qué es lo que debo hacer según lo que quiero.)
A veces los rumbos que se trazan idealmente en el mapa del aire, se dibujan en línea recta, pero las condiciones geográficas indican otra cosa y hay que ajustarse a lo que se puede o a lo que se debe sin importar mucho lo que se quiere. Suele pasar.
No quiero equivocarme, quiero hacer lo correcto.
Quiero que resulte lo mejor posible para todos, pero no quiero postergarme una vez más, pero tampoco quiero hacer una mala elección.
Quiero tener la cabeza fría, el corazón fuera del pecho, en la nevera, no sé, en cualquier parte donde no intervenga y me juegue en contra, que éste es asunto de grandes, de adultos, y no de la tonta niña chica que aún sueña con idioteces que a veces me hace decir o hacer tonterías como creer en ilusiones que distan demasiado de mi realidad.
Y es ahí donde me fracciono, una parte de mí se aferra a esos sueños en el firme credo que soñar es el primer paso para lograr lo que sueño y la otra parte me dice que si no levanto mi trasero de esta silla, y dejo de escribir tonterías sentimentaloides y no hago lo que tengo que hacer, esos sueños nunca se harán realidad, porque si no soy yo quien hace algo será muy difícil que se construyan solos por arte de magia o de milagro.  Visto así, le encuentro razón a mi parte pragmática, que a menudo es más severa y  a veces hasta draconiana, pero mucho más sensata.
Sé que tengo que esperar a ver cómo se dan las cartas sobre la mesa antes de cualquier reacción.
Serenidad, calma, paciencia. 
Respira profundo, Oriana, tranquila, tú tranquila. Que el mundo no se construyó en un día.
Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitar sentir el nudo en el estómago.
Quisiera poder tirar del hilo y estar ya a mañana y ver qué viene en el próximo capítulo.
Paciencia, paciencia, paciencia ¡¡¡¡¡Santo Dios, Santo Inmortal!!!






Continuará?  

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