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sábado, 23 de agosto de 2014

El Arte de la oferta y la demanda.

El otro día acuñé una teoría en mi cabeza, y cada vez que pienso en ella me deprime un poco la idea de que sean así las cosas realmente.
Pensando sobre cómo están las cosas hoy por hoy desde buen tiempo hasta ahora, en general.
Como estuve escuchando algunas clases de educación financiera y otras sobre que el darwinismo no es más que otra gran manipulación, en fin, todos esas ideas la amasé y formé una idea híbrididada de tanta información.
En resumen, pensé en que se puede extrapolar el mecanismo económico y comercial de cómo operan las empresas bajo la ley de la oferta y la demanda a las relaciones interpersonles.
Así como un japonés hibridó en un libro sus ideas sobre las reglas de los negocios haciendo una combinación entre  las estrategias comerciales con las del arte de la guerra, bueno esto se me ocurrió recién, ejejjeje, no lo había pensado así antes ni pensé en escribir sobre esto con esa intención, pero sí puedo decir que no es tan distinto, las cosas son así, desde antes, han sido así desde siempre. Yo no he inventado nada, sólo observé y anoté lo observado, y esto es el resultado de mis observaciones, punto. Supongo que a ese japonés le pasó lo mismo, tomó ideas de aquí y allá, las juntó y sacó un libro super ventas, el arte de la guerra aplicada a los negocios.
En fin.
Pensando en montar precisamente un negocito, pero qué, qué puede competir con los chinos sin quebrar antes de intentarlo?
Por ahí partió el hilo de mi pensamiento depresivo.
Entonces en una decantación de todo lo oído y leído hasta la fecha me vino un pensamiento a mi cabecita loca y llegué a una conclusión.
Existen dos tipos de empresas, las que ofrecen productos y las que ofrecen servicios.
Sí o no? Vamos bien hasta ahí?
Bien, si según yo esto es así, cuando no se puede competir con la oferta de productos, porque hay más de los mismos y a mejor precio, es imposible competir, a menos que tus productos ofertados tengan una cualidad distintiva que los haga únicos, pero si no puedes ofrecer algo realmente único, tienes perdida tu inversión.
Entonces, te queda entrar a ofrecer servicios, algo que nadie más pueda ofrecer por ti, o como tú y que además sea necesario,o al menos útil.
Y de ahí caí en la cuenta que con la gente pasa lo mismo.
Las ideas malditas del capitalismo, de la competencia del liberalismo económico ha penetrado todas las capas sociales y culturales,  para qué decir las económicas. Estamos nadando en una pecera y el agua no es agua, es capitalismo.
Hay dos tipos de personas, las que pueden ofrecerse como productos porque tienen mercadería para ofrecer, porque tienen cosas, ya sean estos: recursos, dinero, pedigree, belleza física, algo a lo que se le pueda poner precio de oferta y demanda.
Si eres una mujer o un hombre de marcados y exultantes atributos físicos puedes vivir de tu cuerpo más que de tu cerebro o de tu yo espiritual. Podrías ser modelo, un playboy y vivir la vida loca fácilmente.
Y están los que pueden sólo ofrecer servicios, es decir nada material ni físico, los llamados "intangibles" (clase de Economía del colegio.). Estos intangibles pueden ser: comprensión, entendimiento,  amistad, afinidad, compañerismo, amor, cariño, compañía, apoyo, lealtad, belleza espiritual, seguridad, un abrazo, bienestar, etc. En esta categoría entramos todos los menos agraciados, los pasados en edad, todos quienes nuestro fuerte no es lo físico precisamente, nuestro atributos son más interiores, mentales, sentimentales, espirituales.
Pero se fijan por qué es deprimente que las cosas puedan ser así realmente?
Porque todo tiene un precio, todo  puede ser tranzado en un mercado aunque sea virtual, nada es gratuito ni desinteresado.
Nadie te quiere simplemente porque sí, porque le nace quererte, nadie, ni tus padres que tienen una hormona que les hace protegerte mientras eres un nene indefenso, y si esa hormona funciona mal y sigue durando por tiempo indeterminado, te sobre-protegerán pasados los 40 al infinito, pero quizás sólo te estén aguachando para que los cuides de viejitos y no pasará de una simple utilización mutua.
Me dí cuenta que nada es gratis en este sistema de vida en el que vivimos.
Ofreces lo que tienes para recibir algo a cambio, aunque sea inconscientemente.
Ofreces quien eres o lo que tienes para conseguir a cambio compañía, amor, etc.
Es bien triste que así sean las cosas, no?
Lo humillante resulta cuando has ofrecido lo mejor de ti, los mejores de tus servicios o productos, y aún así te rechazan.
Eso si que es deprimente.
En fin, se dan cuenta de lo manipulada que está nuestra manera de pensar y de vivir, de percibir la realidad?
La cuestión es qué hacemos al respecto?
Creo que ya he alcanzado un nivel de independencia, que no me interesa lo que opinen los demás, soy como soy y si puedo ser mejor mañana, lo seré. El camino del aprendiz es solitario.

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