Páginas

domingo, 19 de septiembre de 2010

Dejavú.

Este día se ha repetido desde que tengo memoria como en un eterno dejavú.
Los 19 de septiembre de cada año, como es tradición se celebran las glorias del Ejército de Chile, un homenaje a la centenaria tradición republicana de Chile. Ja!
En una muestra de supremacía armamentista, en una actitud soberbia frente "a los enemigos fantasmas que nos acechan desde las sombras de la envidia".Ja.!
Por qué pensar en guerra, cuando hay cosas más importantes que solucionar, que si no hacemos algo al respecto no quedará mundo sobre el cual mantenernos en pie, menos aún para pelearnos por tonterías.
Cómo si no hubiesen otras cosas más importantes que atender antes.
Veo un montón de hombres jóvenes marchando, cuánto tiempo han pasado ensayando hasta el cansancio para ofrecer un espectáculo impecable, preciso hasta en el más minúsculo detalle. Tal nivel de perfección me enorgullece, pero es necesario?
Suena la marcha Radesky, como símbolo de la influencia prusiana por espacio de 111 años en la formación militar chilena. Igual como todos los años, años tras años.
Seguro, cambian las caras, pero a la distancia se ven todos iguales. Cualquier identidad se pierde en el conjunto del todo, al unísono, marcialmente monocorde de blanco, azul y rojo.
Sin duda hay uniformes más ridículos que los penachos rojos. Igual, se agradecen las visitas.
Se necesita mucha personalidad para pasearse ante miles de personas disfrazados así, eufemísticamente denominados "uniformes históricos", lo que es muy respetable.
Para sentirme a tono con la marcialidad a la que se le deben rendir honores, no hallé nada mejor que sumarme desde mi reposo obligado, a seguir construyendo mi propio reino.
Ya soy baronesa a las órdenes del Rey Arturo, en el Reino de Camelot. De a poco estoy incrementando mi poderío.
No puedo salir, bien, me quedo, y aunque sea tonto, es un juego divertido, aunque un poco lento.
Algo en mi genética tengo de militar, si hubiese nacido hombre habría entrado a la escuela de oficiales de la FACH. Cuando tenía la edad necesaria aún no se aceptaban mujeres, y recién veníamos saliendo de la dictadura, así que la desconfianza estaba aún fresca. Se temía a los lavados de cabeza, y siempre he sido libre pensadora. A mí sólo me interesaba aprender a volar, y poder pilotar un avión. Me habría dado lo mismo si uno de exhibición aérea o un cazabombardero, un planeador que un B26. La cuestión era estar dentro de una cabina, en el asiento del piloto y volar. La sensación debe ser impagable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario