Páginas

sábado, 11 de septiembre de 2010

Libertad.

Siempre he pensado que ser libre, así tal cual, en todo lo largo y ancho de lo que significa serlo, así con todas sus letras, tal como suena, no pasa de ser una quimera.
Una ensoñación, una preciosa pero inalcanzable ilusión.
Quién puede decir que es libre, realmente?
Libertad no es lo mismo que Soledad.
Para ser completamente libre, sería necesario estar, tal vez, completamente sola. Sola en el mundo entero. Y quizás ni así, lograría ser libre del todo, siempre estaría a merced de mis necesidades, atada a mi biología, a mi propia naturaleza.
Si lo pienso bien, todo es limitante.
La autonomía de vuelo del individuo, es finita, por no decir breve. Como ser humana estoy condenada al tiempo, a no recorrer más distancia en un día, más allá de mis propias capacidades de resistencia. Necesito respirar, descansar, tomar agua cada tanto, comer, ir al baño, cosas que quitan tiempo para cosas más trascendentes.
En la vida cotidiana, citadina y moderna, las necesidades básicas están determinadas, según el tiempo, a una mínima expresión.
Hacerlo todo con rapidez porque no es mucho el tiempo del que se dispone, realmente.
Se come rápido, se vive rápido, apenas si se ama, se duerme rápido y poco, se va al baño rápido, y toda esa rapidez rompe el equilibrio de la maquinaria interna del propio organismo que tiene su propio reloj interior. Luego de tanto abuso, vienen los problemas del stress biológico crónico y ese tipo de diagnósticos rebuscados, pero reales.
El reloj biológico tiene su propio tiempo que ningún contrato considera para establecer los horarios razonables de trabajo.
La idea es trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Alguién ya reparó en la necesidad emergente de más tiempo libre para disfrutar de la vida, los hijos, la familia, y surgió entonces el concepto de inmediatez en que todo viene listo, precisamente porque alguien ya pensó que hoy por hoy el tiempo es un lujo, y decidió hacer la vida de los demás más fácil al mismo tiempo que eleva sus ganancias con la excelente idea de: "todo listo, llegar y llevar", y llegando a casa, es sólo calentar y servir.
El tiempo, desde que pasó a la categoría de lujo, ya no tiene precio.
Y la libertad, desde que dejó de considerarse una sobra, tipo ocio, ascendió en la nómina a placer lujoso. Irreal, más bien.
Ser libre, no es hacer lo que se quiera y cuando se quiera. En ese esquema siempre sobran los demás, que interferirán de un u otro modo en los planes de imponer la propia voluntad.
Para eso hay leyes y normas no escritas que regulan la convivencia armoniosa en comunidad.
Así que de qué libertad estamos hablando, realmente?
La libertad de expresión, de pensamiento, de asociación, información, de credo, afiliación política, de mercado, de cuál?
Tanta libertad, a menudo, exige e impone sólo más competencia, haciendo más descarnada y cruel a la vida, creo yo.
Los tiempos cambiaron hace muchos años.
El tiempo cada vez se vive más rápido, y la vida dura más, bueno para los que se cuidan, para los que toman precauciones porque saben que al final de cuentas es en la juventud cuando se ahorra para poder disfrutar entrada la vejez.
Ahorrar salud con poco kilometraje y dinero para la vejez, pareciera ser la mejor consigna. Algo semejante a acumular millas para obtener al final un vuelo gratis.
Cuando se es aún joven, se tiene salud, fuerza, ánimo, pero se carecen de las lucas necesarias para darse la gran vida. Y cuando ya se tienen las lucas, ya no se tiene ni las fuerza, ni la salud, ni las ganas, para disfrutar de esa gran vida que se puede financiar.
Las paradojas de la vida, en su versión más irónica de todas.
Cuándo, entonces, se es verdaderamente libre?
Cuando no se tienen responsabilidades con nada ni con nadie, cuando se tiene todo el tiempo del mundo disponible.?
Pero en qué momento se dejan de tener responsabilidades si estamos atados a los afectos?
En qué momento tenemos todo el tiempo disponible, si estamos dentro de cuerpos llenos de horarios que nos limitan el tiempo?
Eso sin contar con las imposiciones sociales que asignaron roles y obligaciones por una cuestión de género, que decidieron quitarle tiempo libre a la mujer para darle más libertad al hombre.
De no haber sido así, habrían más mujeres pensadoras, escritoras, filósofas, físicas, científicas, en general. Mujeres, más que hombres, porque alguien tendría que haberse hecho cargo del cuidado del hogar y de la familia. No habrían tantos hombres reconocidos en la Historia de la Historia, pero sí tal vez buenos padres, buenos cocineros y dueños de casa.
La única libertad posible, entonces, pareciera ser la del alma. Esa que sin importar dónde esté no tiene límites ni fronteras, no tiene horario, ni calendarios.
La libertad de pensamiento, la del corazón.
Ser libre, así desde la esencia más profunda del alma. Ser libre de adentro hacia afuera.
Ser puros y libres, pareciera no existir otro tipo más verdadero de libertad.
Y digo, "puros", refiriéndome, a sin vicios. Porque los vicios coartan más que todo a la libertad.
Me pregunto si los animales son libres, o si son tan prisioneros de sus instintos.
Por qué simbolizar la idea de libertad con animales en estado salvaje como caballos al galope, en manadas por una pradera entre medio de montañas?
La imagen, es sin duda fascinante, pero qué tan real es, si la LIBERTAD, así grande y elocuente,
es un truco, una falacia, un sofisma que alguien inventó como una esperanza para que los esclavos trabajaran.





























































































































No hay comentarios:

Publicar un comentario