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sábado, 25 de septiembre de 2010

Soñando.

No estoy confundida.
Por primera vez en mi vida, sé lo que quiero.
Puedo imaginar el futuro, pero no puedo evitar sentir algo de temor.
Hay un dicho: "¿Quieres hacer reír a Dios? Cuéntale tus planes."
Temo que si me hago demasiadas expectativas, sufra el doble. A demás del corazón herido, me recriminaré por haber sido tan estúpida, si esto que siento, hermoso y extrañamente especial, no resultara tal como lo estoy soñando.
Me pienso de a dos, y curiosamente la idea me seduce. Por primera vez, no quiero salir arrancando.
Debe ser la distancia, descomprime bastante la presión.
Lo miro a los ojos y le creo, más de lo que desearía creerle.
Será posible?
Es él la respuesta a todos los cuestionamientos que le he planteado a Dios?
Lo he desafiado tanto que casi lo siento como un tapa bocas para hacerme callar.
Casi como si me dijera:    -Ves, había alguien para ti, incrédula, mujer de poca fe. Ahí lo tienes, es tuyo. Y créelo, es para ti. Es mi ofrenda para que creas en Mí.-
Si fuera así, qué puedo hacer menos que confiar que Dios sí existe y jamás volver a ponerlo en duda.
Pareciera como si nos hubiésemos conocido desde hace años.
Si es verdad que la reencarnación es posible, tal vez estuvimos casados en alguna vida anterior. Y la idea no surgió de mí.
Lo curioso, es que no me espanta, no me asusto, no deseo escapar.
Pero temo hacerme ilusiones. Es demasiado pronto.
Desde ayer vivo como entre dos realidades paralelas.
He visito amanecer dos veces en un mismo día.
Estar en dos mundos distintos a la vez, y pasar más allá que acá sin soñar.
Es extraño.
Puedo estar callada pero jamás en silencio.
Sólo sé que lo que siento no quiero dejar que pase de mí.

1 comentario:

  1. imposible no ilusionarce en esos momentos...aunque uno no quiera la mente como que trabaja sola...e ilusiona al corazón.

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