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lunes, 9 de agosto de 2010

Lo que quiero y lo que necesito.

No lo sé, ahora si que me siento orbitando en el espacio exterior sin manguera que me conecte a mi nave nodriza. No veo señales.
Me asusta cuando comienzo agarrar vuelo sin frenos a punta de puros deseos sin atender las advertencias del camino.
Tengo un par de posibilidades entre manos que son frágiles cómo pajarillos recién saliendo de sus cascarones, no hay nada concreto pero ya los veo como águilas surcando los cielos.
No es bueno adelantarse tanto a los acontecimientos, pero creo en la teoría de soñar con lo imposible, deseándolo muy firme para que se haga realidad un día. Y yo he estado soñando con alejarme de aquí un tiempo. Y hay una oportunidad menos que remota de eso.
Hace años que alguna vez pensé en irme a vivir sola y lejos, porque ese es la gracia, de estar sola, poner distancia, tanta como sea suficiente para no salir corriendo descalza a mitad de la noche a casa de los papitos porque se extraña la propia cama.
Ahora a falta de una tengo dos posibilidades.
Una más lejana en el tiempo que la otra pero al mismo tiempo más real y menos complicada, la otra sin embargo es la que más me atrae porque es más cercana a lo que me gusta, es para lo que estudié. Es la que me exige ir lejos, emprender el vuelo y pronto, implica una decisión sobre rieles, requiere cierta celeridad que en este preciso momento no le puedo imprimir a mi máquina.
Hay congestión en el tráfico y estoy atrapada en un taco, no depende de mí poder salir pronto de aquí, por el momento.
Pero no todo está tan perdido, podría haber una opción de un gambito, un enroque tal vez.
Sí, cuando se quiere se puede.
Hay que analizar la logística técnica de la situación , ver, sopesar, tirar líneas, tiene más pro que contras. Cualquier cosa que signifique espacio para extender mis alas tendrá siempre más pro que contras.
Yo voto por la más lejana y difícil de todas las opciones, es lo que siento necesito en este momento.
Necesito coordenadas.
Soy adulta, no una adolescente planeando escapar de casa.
No, yo me iré por la puerta ancha, de día, con la despedida y los honores que correspondan, con pañuelo blanco por la ventana.
No se trata de hacer el último viaje de la vida, debo pensar en el regreso, para que esperen por mi vuelta con un banquete, aunque me conforme con abrazos bien apretados y un sencillo plato, pero que esté calentito, en mi puesto de siempre, a la mesa.
Será por un tiempo, no para toda la vida.
Se trata de ganar experiencia, de hacerse grande.
Probar a la vida, a ver qué tan ruda es, para saber qué tan débil puedo ser.
Lo pienso y sí lo creo. Me veo, a pesar de todo lo difícil que puede llegar a ser, me veo feliz, haciendo lo que dejé de hacer por sentirme inexperta.
He aprendido a cocinar, ya no pasaré hambre. He aprendido a hacerme cargo de los tediosos deberes de la casa, muy a pesar mío, pero que de algún modo los realizaba porque en el fondo sabía que era mi entrenamiento de supervivencia básico que me estaba ofreciendo la vida. Y tal vez ésta sea la oportunidad de demostrarme si soy capaz de hacerme cargo de mí misma, de convertirme en una yo eficientemente autosustentable.
Debo asegurarme de estar tomando esta decisión trascendente por las razones correctas, sólo así podrá resultar bien, de lo contrario sólo será para lamentar desgracias.
Es algo que tengo que introspéccionarlo rigurosamente, y no estoy muy segura si me quiero ir para escaparme de algo no resuelto del todo o si en verdad mi razón fundamental es crecer como la Yo que quiero ser. No lo sé. Ya me alcancé la cola con las dudas.
Bueno, tengo toda la noche por delante para responder a todas mis preguntas.
Ahora que soy una yo más completa que a los 23, me veo de pie con una sonrisa, a pesar del frío, el viento, el mar y la lluvia allá afuera.
El frío se pasará trabajando, creando conciencias, desarrollando espíritus, abriendo cabezas.
Será casi como heroico, algo como hacer patria, ciudadanos.
Conquistar el fin del mundo con ideales puros, a punta de puro cariño por las letras hacerles saber que el mundo será mejor en la medida que nosotros seamos mejores con el mundo.
Quiero, quiero, de verdad que quiero pasar un tiempo por allá.
Dime, qué necesito llevar?






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