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miércoles, 11 de agosto de 2010

Lo que me hace feliz.

Hay tantas cosas que me hacen feliz, y no sé qué es primero, si soy feliz porque esas cosas ocurren y por ocurrir yo me siento feliz o porque mi modo de pensar hace que esas cosas me resulten agradables y por lo tanto me sienta feliz a su respecto cuando ocurren.
Cómo sea , para qué quebrarse la cabeza en elucubraciones, pero es lo curioso, el ejercicio mental que eso implica es una de las cosa que también me hace feliz.
Debo ser un bicho kafkiano, uno que se escapó de la historia con caparazón de mujer, viviendo el proceso inverso.
Pero no me siento como un bicho raro.
Si te detienes por un instante y miras escuchando con atención a tu alrededor, descubrirás que hay muchos más como transeúntes por el mismo camino buscando un algo que no sé decir porque aún no lo encuentro, pero de seguro lo sabré en cuanto me lo tope frente a frente.
Supongo que lo que me hace feliz debe ser lo mismo que al resto, si descontamos los vicios y los placeres torcidos del menú.
Cosas sencillas, y simples como oír correr el agua verde oscura de un río de corriente tranquila, las olas del mar cuando suavecitas a penas si revientan a la orilla de la playa, casi como el soplar de papa de alguien que no le alcanza para roncar mientras duerme.
Un día asoleado y con aire tibio en medio de un invierno perro, como la tregua en medio de una guerra feroz y desigual.
Voces amables por el camino, sonrisas de buen corazón en rostros de desconocidos pero que tienen algo de familiar.
Descubrir un nuevo color que yo no usaría en un género para mí, pero que sin embargo encuentro que para ser usado por una flor, es excepcionalmente bello.
Ver a la gente que quiero contenta, y a la que no conozco también.
Hacer las cosas bien por el puro gusto de hacerlas bien.
Cuando lo que cocino saca aplauso. (Eso es puro ego, pero si supiera que da lo mismo no me tomaría tantas molestias y lavaría menos trastos.)
Tener la despensa llena.
Ir de compras, llevarme todo lo que me gustó, y que al salir aún me quede plata en la cartera.
Mirarme al espejo por la mañana y descubrir que estoy más delgada que la noche anterior, sé que es sólo una ilusión, pero es agradable sentirse sin guata al menos una vez en el día.
Caminar, caminar y caminar solo por el placer de andar, por el campo o la ciudad, pero a paso de paseo, sin miedo, sin apuro, en un abandono total a mis propios pensamientos. Bueno y si va alguien a mi lado, conversando.
Me gusta salir a caminar por el campo durante las tardes de verano con olor a madre selva, jazmín, a hierba buena revuelto con guano de caballo y bosta de vacas, llevarme de paseo a mi perro, confío en él para el camino de regreso.
Sentarme a la sombra del sauce con un platón lleno de frutas dulces y jugosas que al morderlas me corra su jugo hasta el codo.
Ver una buena película, pero más aún si la compañía es mejor.
Una conversación amena y profunda como las miradas ante una excusa en forma de café, de un jugo natural, o una copa de buen vino.
Escuchar música-música, de esa con composición y armonías, y no sólo ritmo y burdas estridencias que se ponen de moda entre gente que no tiene idea de Música.(Porque en el fondo no tienen idea de qué se trata la Vida.) Pero más que oír música, escuchar esa canción, la justa, la que responde todas las preguntas.
Tener sueños posibles y alcanzables.
No sentirme sola en el alma.
Sentir que alguien, allá afuera, en algún lugar, piensa en mí con cariño.
Ves, es simple sentirse ser feliz.


1 comentario:

  1. a mi tambien me hacen feliz muchas de esas cosas, estaba con muchos parciales y no tenia mucho tiempo para entrar al blog, un placer volver a leerte, ya lo extrañaba :) un abrazo!!

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