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jueves, 7 de octubre de 2010

Motor fuera de borda.

A veces las lecciones de vida, de aquellas de antología, de esas que le bajan el moño a cualquiera, provienen desde las partes más insólitas, o de quién menos se espera, y que si se es sólo la mitad de inteligente de lo normal, se aprenden para jamás olvidarlas.
El destino y sus vericuetos son insondables tal como los misterios de la vida que nunca dejan de sorprenderme.  
 De algún modo me parece como si Dios tuviese un dramaturgo que le escribe el guión  para esta larga y a veces tan breve tragicomedia que es la  vida.  Me imagino a  aquel guionista como un payaso retirado con mucho sentido del humor pero amargado, con  ciertos rasgos psicóticos de  bipolaridad, pues se le pasa la mano muchas veces y parece ser sólo un cabrón retorcido y en extremo sádico.
Me cuesta imaginar a un dulce anciano de larga barba blanca que apoya sus cansados pasos sobre un cayado. Tampoco veo a un Dios con cara de trueno y mirada de fuego.
Me inclino más por la imagen hippyola de un flaco alto, de barba y pelos largos, vestido de túnica color crudo, de mirada tierna y sonrisa tan linda como sus ojos que al mirarlos hacen sentir que todo estará bien si confías en que todo saldrá bien. 
Supongo que haber vivido EJE en plena adolescencia me marcó. En fin. A lo que iba.
La vida, Dios, o quien quiera que sea que se llame eso que hace que las cosas ocurran por sí solas, fuera de todo nuestro control o influencia, a veces nos pone personas en el camino para ayudarnos a impulsar toda la pesada maquinaria que implica echar a andar nuestra propia vida, como motores fuera de borda con todos los HP que se requiera para sacar adelante ese trasero pesado que a veces cuesta sacar a flote.
Como lo veo, toda la estrategia radica en tener un claro objetivo con un buen incentivo al lado apoyando sin rendirse algo parecido a un personal trainner, que aliente mientras se va nadando contra la corriente, que jamás pare de gritar: -¡vamos, tú puedes, adelante!, Sé que eres capaz, vamos, fuerza, queda lo menos, un poco más y ya llegas. La meta está a sólo un par de metros, ya no queda nada, vamos, luego descansarás, ahora nada, vamos, con fuerza, usa tus brazos como remos!!!!-
Y por no defraudar la confianza de aquel entrenador se es capaz de llegar a la meta antes del tiempo estimado, incluso rompiendo el último record.
Sé que todo tiene su dificultad y que éste varía en grados, sólo es que a veces me gustaría sólo cerrar los ojos e imaginar lo que quiero y que al abrirlos, esté todo ahí, tal como lo he visto detrás de mis párpados.
De algún modo intuyo que soy más capaz de lo que pienso que soy y que de puro miedo yo misma me he puesto límites, porque temo no tener límites. Tiene eso sentido?
Pero que mi Flaco amigo me haya hecho encontrar al objetivo que necesitaba para fijar mi norte o aquella meta que necesito cruzar para hacer de mi vida un proyecto útil que valga la pena es algo que reconozco y que le agradezco en el alma.
Ahora, cuál es el proyecto, qué trascendencia puede llegar a tener, no lo sé. Es decir, qué tanta importancia puede tener como para que el propio Flaco, se tome la molestia de marcarme el derrotero como con destacador?
De otro modo aún seguiría flotando como una boya en medio del océano, o como un botella mensajera a la deriva. Pensarme como una náufraga del destino, no lo sé, tal vez.
Pero sólo sé que mientras tenga frente a mí aquella dulce luz en mis ojos, la seguiré, no me rendiré tan fácil.
Es mi vida la que tengo al frente y quiero vivirla tal como la sueño. Y del sueño al hecho hay sólo un trecho.

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