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martes, 12 de octubre de 2010

Tres deseos.

Es tan cierto eso de que comprendemos al mundo por los contrates. Sabemos que existe el amor porque podemos también sentir odio, o la alegría porque conocemos la tristeza. Y así como estos, existen miles de ejemplos posibles.
Pero hay algo que me llama poderosamente la atención:
cómo es posible que el amor cause tristeza?
Entonces comienzo a pensar que hay más de una clase, más allá de los clásicos amores filiales, fraternos, etc, de amor. O mejor dicho aún, hay más de una forma de sentir el amor, siendo exactamente del mismo, el de pareja, en el mismo grado de intensidad  y compromiso, en la misma frecuencia si es que así se puede decir.
Cómo es posible que lo mismo que a mí me gusta ver en sus ojos, en su sonrisa, aquella esperanza ya no más remota ni huidiza entre la niebla de las dudas, sea motivo de una sensación de impotencia, de querer que las cosas sean ahora ya, pasando por alto todo, absolutamente todo el orden previo que aún es necesario organizar para que el inicio pueda ser fundado sobre sólidas bases.
Es casi igual como querer construir una casa, del puro entusiasmo, sin esperar siquiera que lleguen los materiales para iniciar el radier del piso, comenzando la faena montando el techo antes que todo lo demás. No, puh. Las cosas así no resultan. O se hacen bien o mejor no se hacen.
Está bien tener entusiasmo, ganas de hacer las cosas, pero también es bueno tener paciencia, saber esperar, las cosas tienen su propio ritmo que a veces no es bueno apresurar. "Todo tiene su tiempo." Por lo general nada es antes ni después, sólo cuando tiene que ser.
La impaciencia sólo acarrea frustraciones y las frustraciones son pésimas compañeras, son tan malas consejeras como las penas, sólo son buenas meseras detrás de la barra de algún bar.
Y eso no me gusta.
Por tristeza se bebe más que por la felicidad, y las desgracias son más fatales en un alma kamikaze, un alma despechada ante la injusta vida que siente se opone a cumplir sus sueños de felicidad, sin darse cuenta que la vida es mucho más sabia de lo que piensa y que tampoco es tan cruel como para darle manzanas verdes a quien no tiene dientes.
No quiero ser cómplice de una actitud auto destructiva sólo porque de cierto modo es mi culpa, sin proponérmelo. 
Cómo veo la vida, si el amor es correspondido, jamás debería causar dolor, sólo sensación de bienestar. 
Para qué perder energía amargándose por circunstancias que van más allá  de nuestras manos, resolver.  No podemos romper las leyes de la física, sólo podemos poner todo lo que de nuestra parte dependa para acortar los tiempos de espera, es todo.
Sentirse triste, no ayuda en nada. Más si comprendo que su angustia es por mi causa.
Parte de querer es desear el bienestar a toda costa de la persona amada, así lo entiendo.
Entonces, cómo se supone que me debo sentir si veo que está triste?
Cómo me gustaría tener una varita mágica o una lámpara como la de Aladino y un genio que me cumpla tres deseos, me basta con tres deseos.





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